Love of Lesbian, una nueva cumbre acogedora
El nuevo disco del grupo recibe uno 8 sobre 10. La BSO de 'Bélgica' se queda en un 6
EL DISCO DE LA SEMANA: Love of Lesbian - El Poeta Halley
Artista: Love of Lesbian
Disco: El poeta Halley
Sello: Warner
Calificación: 8 sobre 10
Con 1999 (2009) Love of Lesbian cosecharon un inesperado éxito que los convirtió en un grupo popular. Siete años después, la resaca de aquel cambio no ha concluido. El éxito, esa lacra que te convierte en indigno si tus raíces están en la música que solo puede gustarle a unos pocos, es un factor que genera interesantes reacciones artísticas en LOL. Porque aun teniendo facilidad para escribir canciones que enganchen al público, no dejan de explorar caminos sonoros distintos. Ya lo hicieron en el catártico La noche eterna. Los días no vividos (2012), y también en el e.p. Nouvelle cuisine caníbal (2014); ahora vuelven a ello, con menos urgencia, con más sosiego. El poeta Halley gira en torno a la necesidad de seguir usando la música como vía de comunicación, anteponiendo la honestidad a cualquier fin. Contiene canciones pegadizas, pero no es una obra creada para contentar a nadie salvo a sus propios autores. Es un disco acogedor, extraño y familiar a la vez -como suele ser en el mundo de LOL- que invita a ser escuchado de principio a fin, sin trabas innecesarias que distraigan de su disfrute.
Santi Balmes ya invoca desde el comienzo, en Planeador, a ese fantasma llamado inspiración que nunca se sabe cuándo va a aparecer ni tampoco qué traerá consigo. También da la pauta de lo que aguarda en el álbum. En Los males pasajeros, dice "soy el rey del chiste malo", aludiendo a ese humor que ayudó a cimentar la popularidad del quinteto y que tanto molesta a quienes jamás osarían cuestionar ciertos juegos de palabras si vienen dados en inglés. Un humor que se presenta está vez más contenido, diluido entre algunos versos, más por exigencias del guión vital y creativo que por cualquier otro motivo. Sí que está claramente visible en el título de El yin y el yen, una de las composiciones más bravas del álbum, un conjuro contra todos los practicantes del desprecio que revolotean por el ciberespacio. Apoyándose en un riff de guitarra, el estribillo pide ser coreado en los conciertos al igual que lo hace el de I.M.T (Incapacidad Moral Transitoria), otro ejemplo de que LOL también aprovechan la sencilla energía del rock si se tercia. Cuando no me ves, una pieza eléctrica rematada por sintetizadores que le dan un barniz pop, aporta otro estribillo que apetece cantar, contrapunto también a las canciones más introspectivas, a los tiempos medios que llegan con El tiempo del mago, Canción de bruma, la soberbia Océanos de sed.
Psiconautas comienza como un guiño al pop británico y excéntrico de los sesenta para transformarse en rock sinfónico. Es una de las composiciones más ambiciosas de un disco que acaba con la canción que le da título, un bello cierre para una obra que hace de la búsqueda -búsqueda de la inspiración, de esa voz propia siempre creciendo, explorando su camino- su espina dorsal. En la parte final que es su epílogo, Joan Manuel Serrat recita un texto de Balmes, iluminando algo más este extraño y placentero viaje, con un sentido elogio a las palabras que nos ayudan a encontrar sentido a tantas cosas. A pesar de sus pequeñas imperfecciones y por encima de todo, El poeta Halley es la obra que marca una nueva cima en la trayectoria de LOL. Rafa Cervera.
Soulwax - Belgica. Original Soundtrack
Artista: Soulwax
Disco: Belgica. Original Soundtrack
Sello: Pias
Calificación: 6 sobre 10
No sorprenderemos a nadie si apuntamos que, a lo largo de sus veinte años de trayectoria, la carrera de Soulwax ha sido bastante peculiar. Surgieron en su Bélgica natal a mediados de los noventa, en plena explosión grunge, con Leave The Story Untold, producido por Chris Goss de Masters Of Reality (quien el mismo año se encargaría de los controles en los lanzamientos de Screaming Trees, Slo Burn y Stone Temple Pilots) para mantener desde entonces una carrera marcada por los giros estilísticos y sobre todo por la mutación electrónica que los hermanos Stephen y David Dewaele promovieron en la banda al influjo de su proyecto 2 Many Dj’s. El resultado fueron fundamentalmente los exitosos As Heard On Radio Soulwax Vol. 2 (de 2 Many Dj’s, 2003), Any Minute Now (2004) y Nite Versions (2005) de Soulwax, las sesiones por todo el mundo, las decenas de remixes y hits bailados en todo el mundo como E-Talking o NY Excuse. En cierta manera, ahí terminó la trayectoria de Soulwax, por mucho que los hermanos Dewaele acudiesen al nombre de vez en cuando. 2 Many Dj’s habían fagocitado a su banda madre. Pero casi una década después, Soulwax reviven por un motivo concreto: dotar de banda sonora a la película Belgica, dirigida por Félix Van Groeningen, quien fuera nominado al Oscar en 2014 por The Broken Circle Breakdown (conocida y reverenciada en nuestro país bajo el nombre de Alabama Monroe). Aunque, obviamente, los Dewaele nos tienen reservada una nueva sorpresa.
El soundtrack de Belgica está concebido como un recopilatorio de canciones interpretadas por bandas y artistas diversos, con la particularidad de que quienes se esconden tras todos ellos son precisamente los propios Soulwax. Así es como los belgas vuelven a maniobrar con la diversidad estilística que ha marcado su carrera y sobre todo las sesiones de 2 Many Dj’s a lo largo de los años. Soulwax juegan con los géneros y dejan claro que –sin lugar a dudas- se lo han pasado en grande grabando este material en directo en su estudio, echando mano de su siempre desprejuiciada amplitud de miras. De ahí que nos paseen algo desconcertados por una hora de música que nos lleva del soul pop de Charlotte al electroclash a la italiana de Erasmus, pasando por la electrónica a la Omar Souleyman de Kursat 9000, el reggae dub de Light Bulb Matrix, el hardcore primitivo de Burning Phlegm (para el que cuentan con la ayuda de Igor Cavalera, ex-Sepultura y viejo amigo de Soulwax gracias a su proyecto electrónico Mixhell), el pop lánguido de Robert Vanderwiel o la oscuridad electro de Noah’s Dark. Desgraciadamente, Belgica atrapa más por su concepto que por su contenido y pocas son las piezas que mantienen su interés una vez descubierta la triquiñuela. Si acaso nos quedamos con Slippy Fingers de Aquazul y Got Any Chris Rea? de Diploma, dos de las canciones más bailables del conjunto y las que mejor encajan en la idea que, queramos o no, muchos tenemos en la cabeza de cómo podrían sonar Soulwax a día de hoy. Joan S. Luna.
The Coral - Distance In between
Cuando se separaron en 2011, The Coral habían publicado seis álbumes y 17 singles en diez años. Una alta producción para los tiempos que corren, pero este grupo de Wirral (Reino Unido) nunca tuvo mucho que ver con los tiempos. Practicaban un rock psicodélico sesentero, con tintes folk y gusto por el embellecimiento armónico y colorista. Retro, sí, pero cuando aparecieron, a la vez que grupos como The Kooks, sonaban a pop contemporáneo igual que Kula Shaker en 1996.
Revisitar la psicodelia pocas veces parece una buena idea, el género casi nació agotado y no resulta ni el más imaginativo ni el más permeable ni el elástico. Salvo casos en los que grupos como Tame Impala o Pond (por poner ejemplos recientes) lo afrontan desde una perspectiva más caleidoscópica y heterogénea. Así eran The Coral, de éxito casi adolescente y ninguneo posterior a lo Supergrass: cuanto mejores eran sus álbumes, menos se les escuchaba.
Artista: The Coral
Disco: Distance In between
Sello: Ignition Records
Calificación: 6,5 sobre 10.
Así terminaron: en su último disco parecían sedados, disueltos en su propio sonido como una pastilla, o quizá ya sabían que daría igual y grabaron como si fuera inútil hacerlo, un poco por inercia. Se acababa de marchar además Bill Ryder-Jones, algo más que el guitarrista (que ahora se está construyendo una estimable carrera en solitario). The Coral se retiraron en franco declive.
The Coral se retiraron en franco declive, pero el descanso o lo que haya sido (las de Distance Inbetween son sus primeras grabaciones nuevas desde 2010) les ha revitalizado. Aunque han cambiado por el camino. La chispa primera ya no está (obviamente, y aunque aún son treinteañeros, los años no perdonan), y de todas formas esa posibilidad ya la habían perdido con Ryder-Jones. Su nuevo sonido, si bien es más enérgico que sus últimos trabajos, también resulta más romo.
En su compartimento estanco psicodélico (los Pretty Things del SF Sorrow, los Byrds del Eight Miles High, los Pink Floyd de See Emily Play/Arnold Layne o las armonías vocales de CSN&Y) se ha colado ahora un sonido más endurecido, con reflejos de los Black Rebel Motorcycle Club más blueseros y los Black Keys más ensimismados.
Distance Inbetween es menos mágico y colorista, más sombrío, encapotado, pesado (Holy Revelation, Fear Machine), pero en cambio está facturado con coherencia, autoridad y confianza. Y eso resulta en que quizá transmiten ahora más que antes. Menos sutilidad y luminosidad, más pegada. Al galope del mellotron, las guitarras tocadas al revés, las armonías vocales y mucho sol y visiones y sueños que se desvanecen (Chasing The Tail Of A Dream), tienen todo el recetario psicodélico en plena ebullición. Y canciones brillantes como It’s You y Miss Fortune que llamar “de las de antes”. Así que todo (más o menos) bien. Josu Lapresa
Babelia
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