Italia no es solo pizza y ‘dolce vita’
El Instituto Italiano de Cultura de Madrid presenta su programa de actividades para este año
Algunas estereotipos tienen una base auténtica. Otra cosa, evidentemente, es que se les pueda otorgar confianza ciega. Es cierto que la pizza, la dolce vita o la pasión por gesticular fluyen en la sangre de muchos italianos. Sin embargo, Italia es mucho, muchísimo más, empezando por su arte. Así se ha encargado de recordarlo el Instituto Italiano de Cultura de Madrid esta mañana: por primera vez, el centro ha celebrado un acto conjunto con la Embajada de Italia para desvelar su programación de actividades del año. Y ha aprovechado para enseñar un vídeo que les da la vuelta a las imágenes más obvias del belpaese.
“¿Gesticuladores? Italia es el segundo mayor exportador en Europa. ¿Aficionados al fútbol? Italia tiene la mayor cantidad de sitios considerados por la Unesco patrimonio de la humanidad”, plantea el vídeo, entre otros aspectos. El país transalpino no reniega de lo que el resto del mundo considera italianísimo, pero quiere sentirse representado también por la Cultura que desplegará a lo largo del año. El centro lo ha resumido en dos palabras: Imágenes y Visiones, hilos conductores de una programación afincada sobre todo en Madrid pero con alguna escapada por el resto de España.
“Queremos enseñar el país del bello pero también la Italia que no te esperas”, afirmó Laura Pugno, que afronta su primer año como directora del instituto. El programa es, dicen en el centro, “olístico”: cine, teatro, arte, música, literatura, diseño... Empezando, en orden cronológico, por la muestra que ya acoge la sede madrileña del instituto y que reúne a los mejores ilustradores infantiles de Italia. De hecho, Illustrazione per ragazzi. Eccellenze italiane ha sido prolongada hasta el 11 de marzo debido a su éxito de público.
La otra gran apuesta artística es la exposición Gabriele Basilico. Fotografia dalle Collezioni del MAXXI, que llegará a Madrid a partir del 26 de mayo, comisariada para PhotoEspaña por la viuda del recién fallecido creador, Giovanna Calvenzi. “El Instituto no quiere ser un escaparate, sino un actor activo capaz de crear una cultura nueva, incluso que se mezcle con la española”, defendió Gaia Danese, consejera de la Embajada Italiana, ante la presencia del mismísimo embajador, Pietro Sebastiani, que inauguró el acto.
A lo largo de la programación se encuentran citas ya habituales, como el festival de cine italiano que llegará en noviembre a su IX edición, o el ciclo de conciertos Suono Italiano, una melodía que durará todo el año, con los jóvenes más talentosos y sus violines, mandolinas y pianos. A la vez, hay novedades como E3, un encuentro entre escritores y editores para favorecer el avance de la literatura italiana en España y viceversa. O como la exposición en abril de una serie de serigrafías, último gran proyecto del crítico de arte Gillo Dorfles.
Se trata, al fin y al cabo, de dar a conocer el presente cultural italiano, los aspirantes a nuevo Fellini, Eco o Abbado. Y, de paso, reforzar una relación históricamente y todavía hoy poderosa: entre otros datos, Italia fue el país del mundo que más películas españolas proyectó tanto en 2012 como en 2014, últimos datos oficiales disponibles. Y España es el primer destino escogido por los estudiantes Erasmus italianos, exactamente lo mismo que ocurre con los universitarios españoles hacia Italia.
Para tantas apuestas, el Instituto Italiano de Cultura no cuenta con muchísimas fichas. Aparte de un diálogo reforzado con los centros parecidos de otros países, su presupuesto ronda los 400.000 euros, entre fondos públicos y los ingresos de sus cursos de italiano. A partir de ahí hay que esmerarse en buscar patrocinadores, coproducciones (el “99%”, según Pugno, de las actividades del Instituto) y buena voluntad para que todo salga adelante. Al fin y al cabo, hay otra maestría de la que Italia siempre ha presumido: l’arte di arrangiarsi (el arte de apañárselas).
Babelia
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