El Proyecto El Bosco quita la autoría de dos obras más del Prado
Los expertos holandeses creen que 'Las tentaciones de San Antonio Abad' no es del maestro
El Proyecto internacional de Conservación e Investigación más ambicioso dedicado hasta la fecha a la obra de El Bosco, ha cerrado seis años de trabajo en plena forma en Den Bosch, la ciudad natal del pintor holandés. Según los expertos, Las tentaciones de San Antonio, una tabla que no se había expuesto nunca al público por considerarse de un alumno o seguidor, puede atribuirse al maestro. Propiedad del Museo de Arte Nelson-Atkins, de Kansas (Misuri, Estados Unidos), y fechada hacia 1500-10, ha permanecido almacenada desde 1930. Por el contrario, el Proyecto ha llegado a la conclusión de que otros dos cuadros expuestos en España pertenecen en realidad a sus seguidores. Se trata de Las tentaciones de San Antonio Abad y La extracción de la piedra de la locura, del Museo del Prado. El pasado noviembre, ya dijo lo mismo de Mesa de los pecados capitales, propiedad asimismo de la pinacoteca. Sus responsables no están de acuerdo y presentarán los resultados de sus análisis en mayo. En cuando a los dibujos, que los estudiosos consideran excepcionales, los auténticos han pasado de 11 a 20. Una cifra nada despreciable teniendo en cuenta que la producción total del artista no supera las 45 piezas.
El Proyecto nació al amparo del 500 aniversario de la muerte del pintor, que será recordado con dos grandes exposiciones: a partir del 13 de febrero en el museo Noordbrabants, y desde mayo de 2016 en El Prado mismo. El esfuerzo de catalogación de la obra completa incluye un núcleo duro, es decir, las piezas que son suyas, y otros tres apartados dedicados a su taller, seguidores, y taller o alumnos. Entre las 21 que no se discuten hay cinco en España: San Juan Bautista, La adoración de los Magos, Cristo con la Cruz a cuestas (El Escorial), El Carro de Heno y el Jardín de las Delicias (El Prado). De entre las siete asignadas a sus seguidores figuran Cristo coronado de espinas (El Escorial), Prendimiento, coronación de espinas y flagelación de Cristo (Valencia) y Las tentaciones de San Antonio Abad (El Prado). Del taller o de sus alumnos son Extracción de la piedra de la locura y Mesa de los pecados capitales (El Prado).
Jos Koldeweij, catedrático de Historia del Arte y jefe del apartado académico del Proyecto, ha subrayado que con todos los museos han actuado igual. “Primero, pidiendo permiso para ver las tablas explicando nuestro propósito. Luego, investigando a fondo, y al final, remitiendo a sus responsables un informe. El Escorial fue uno de los últimos, y la información estaba lista hacia septiembre. Al Prado fuimos antes”. De Cristo coronado de espinas, una obra que cuelga desde hace ocho años en las salas capitulares del monasterio de El Escorial, Patrimonio Nacional, su propietario, recuerda que el cambio de autoría figura en la cartela desde el año 2000, después del Congreso internacional celebrado en El Prado sobre el pintor. Lo mismo ocurre con Prendimiento, coronación de espinas y flagelación de Cristo, que pertenece al Tríptico de la Pasión, del Museo de Bellas Artes de Valencia. Aunque este último sí tiene firma, cosa que El Bosco apenas hacía, lo mismo que fechar, se atribuía ya a sus discípulos. El Proyecto confirma ambos casos. Con las tres obras de El Prado, las opiniones difieren en ambos países. Tanto Koldeweij como su colega Matthijs Ilsink, coordinador de trabajo pluridisciplinar, siguen “sin encontrar argumentos para asignarlos al artista”.
Más allá del sentido de los monstruos, figuras deformes y visiones religiosas y escenas paganas del maestro holandés, los expertos han mirado las obras con luz natural -el ojo del experto como espectador aventajado-. La datación de la madera utilizada (dendrocronología) es luego esencial para fijar el periodo en que fue pintada. La fotografía infrarroja, la reflectografía infrarroja y la macrofotografía de ultra resolución digital, han servido a su vez “para estandarizar la producción completa y comparar el estilo, detalles y pinceladas de El Bosco” hasta las capas más profundas de pintura. El microscopio aparece en la última fase. “A veces dibujaba detalles con pintura y ahora podemos compararlos a lo largo de toda su obra. Además, hemos relacionado por primera vez dibujos y cuadros y visto que son similares en su ejecución”, sigue Koldeweij. En la tabla de Kansas, el grado de detalle facilitado por la tecnología ha servido para comprobar que “los dibujos que están debajo casan con otros ejecutados en paneles incontestables de su producción”. El Bosco trabajaba con distintos colores con la pintura todavía húmeda para conseguir el efecto de trazo perfecto final.
Para llegar a la conclusión de que unas obras son auténticas y otras de su entorno, todas las fotografía tomadas han sido reunidas en un programa especial de software diseñado por Robert G. Erdmann, matemático e ingeniero informático. Las ha dispuesto en capas que pueden superponerse para comprobar los cambios y la pincelada. Pensado como un viaje a través del universo del maestro, puede pulsarse un detalle, por ejemplo, una mano, y ver todas las que pintó. Colgado en Internet invita a lo que Koldeweij llama “mirar, comparar, pensar y volver a mirar, porque El Bosco sigue siendo misterioso”.
Tras el dictamen de El Proyecto El Bosco sobre Cristo coronado de espinas, que se encuentra en las salas capitulares del monasterio de El Escorial, Patrimonio Nacional recuerda que este cuadro ya estaba atribuido al taller de El Bosco, tal como figura en la cartela de la tabla. El cambio de atribución, hace ocho años, se acordó tras el Congreso internacional que en 2000 se celebró en el Museo del Prado sobre la obra de El Bosco. No obstante, Patrimonio ha declinado opinar sobre las conclusiones de los miembros del Proyecto internacional de Conservación e Investigación sobre dos obras de El Prado y ha asegurado que han mantenido una colaboración fluida con los miembros de dicha comisión, con intercambio de documentos y visitas de los expertos a El Escorial. Patrimonio concluye que está a la espera de conocer al detalle el informe definitivo, informa Ángeles García.
Para los historiadores del arte, es “la gran firma del otro Siglo de Oro holandés”. En realidad, protagoniza casi en solitario una época de esplendor artístico centrada en una ciudad todavía pequeña que carecía de fondos para reunir suficientes piezas de categoría para una celebración de este calibre. Por eso se ofreció a restaurar e investigar la producción del Bosco a cambio de cesiones que han hecho posible la empresa misma.
Babelia
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