Santiago Roncagliolo: “Cae el muro entre lo popular y lo intelectual”
El escritor peruano cree que la novela negra "es social porque se ha democratizado la cultura"
Santiago Roncagliolo (Lima, Perú, 1975), dramaturgo, guionista, traductor y periodista, se estrenó en la novela con El príncipe de los caimanes (Ediciones del Bronce, 2002) y cuatro años después ganaba el Premio Alfaguara de Novela con Abril en Rojo, un thriller vertiginoso que retrata la violencia que desencadenó en su país el grupo terrorista Sendero Luminoso. Autor polifacético, escritor de literatura infantil, Roncagliolo, que responde por correo electrónico, publicará próximamente La noche de los alfileres.
PREGUNTA. ¿Hay una nueva novela negra?
RESPUESTA. No ha cambiado la novela negra: solo su estatus. Despreciada por la "alta literatura" durante todo el siglo XX, en los últimos años ha terminado por ser reconocida como un género que muestra los lados oscuros de las sociedades.
P. ¿Ha ampliado fronteras, temas?
R. Más que eso, los novelistas negros se han convertido en novelistas nacionales: si quieres saber de Suecia, lees a Mankell. Si quieres saber de Grecia, lees a Markaris. Y si quieres saber de Italia, a Camilleri. Esos autores cruzan fronteras a base de no cruzarlas, de mantenerse fieles a las preocupaciones de sus países.
P. ¿Ha dado un salto de calidad?
R. Ha dado un salto de ambición. La técnica no cambia. Es bastante sencilla en realidad: alguien muere y hay que descubrir al asesino. Pero ha cambiado todo lo que los autores nos planteamos hacer con eso.
P. ¿Cabe la fantasía, la historia?
R. La historia sí. La fantasía no. Igual que el sexo no combina bien con la risa, la literatura fantástica y la negra son como el agua y el aceite. Demandamos a la novela negra que sea rigurosamente realista, porque el juego es siempre el mismo: el lector quiere adelantarse al investigador. Y para eso, necesita reglas claras.
P. ¿Es un género social?
R. Se ha convertido en eso debido a la democratización de la cultura. Mientras más gente lee, más gente piensa. Y se va derrumbando el muro entre lo popular y lo intelectual.
P. ¿Cuáles son sus referentes?
R. De momento ando muy adicto a Qiu Xiaolong. Me fascina la mezcla entre crimen y poder de un sistema como el chino. También me mantengo fiel a Asa Larsson, porque es refrescante. Lo único que me disgusta de la novela negra de hoy es que resulta aplastantemente masculina. Larsson es un oasis en ese desierto de femineidad. En general, todo lo que yo escribo está lleno de referencias al cine y la TV. Y creo que nuestro modo de entender el mundo es cada vez más visual porque hay pantallas por todas partes y lo visible es universal. Sin embargo, no creo que la imagen haya influido especialmente en la novela negra. Fue ella quien generó, por adaptaciones, el cine y la TV de misterio. En todo caso, el audiovisual le está devolviendo a la narrativa sus préstamos en cuotas.
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