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Muere Ellsworth Kelly, reinventor de formas y colores

El artista, que tenía 92 años, alejó su abstracción del expresionismo

El artista Ellsworth Kelly, en su estudio de Nueva York, en 1968.
El artista Ellsworth Kelly, en su estudio de Nueva York, en 1968.JACK MICHELL (GETTY IMAGES)

Conocido como el gran maestro del movimiento Hard Edge (pintura abstracta con contornos bien definidos), el artista Ellsworth Ellis murió el pasado domingo en su casa de Spencertown, en el Estado de Nueva York, a los 92 años, según confirmó su galerista Matthew Marks. Considerado uno de los artistas más influyentes en el arte abstracto del siglo XX y codiciado por los coleccionistas, sus obras, sin embargo, no han protagonizado demasiadas exposiciones en todo el mundo, a diferencia de otros grandes artistas estadounidenses de la misma centuria, si bien los principales museos de arte contemporáneo cuentan con ellas entre sus fondos.

Sus influencias eran muy eclécticas: desde el vuelo de las aves hasta sus trabajos como diseñador de camuflajes para el ejército estadounidense o sus creaciones de dibujos automáticos para los surrealistas.

Expulsado del ejército estadounidense al final de la II Guerra Mundial, se inscribió en la Escuela de Artes Plásticas de Boston en 1945, pero pronto retornó a París, ciudad donde había luchado como soldado y donde se había deslumbrado con las telas de los impresionistas, y con los trabajos de Pablo Picasso, Constantin Brancusi, Jean Arp y Alexander Calder.

Entregado a la abstracción y a la experimentación con el color, se movió fuera del gran peso que por entonces tenían los expresionistas abstractos norteamericanos. Lo suyo eran más juegos de formas geométricas en torno al color tomados de lo que veía ante sus ojos; las combinaciones de luces sobre el Sena, la configuración de las calles o las composiciones de las tuberías de agua en las fachadas de los edificios.

En 1996 declaró al New York Times que por entonces se había dado cuenta de que no quería componer imágenes, sino encontrarlas. “Sentía que mi visión elegía aquello que debía mostrar. Para mí, la investigación de la percepción era lo más importante. Había mucho que ver y todo me parecía fantástico”. Esa observación de lo que tenía ante su vista le llevó a crear sus primeros paneles cargados de color y unidos al azar con los que sorprendió al mundo artístico gracias a una peculiar visión de la abstracción en la que cultura y escultura eran concebidas de manera complementaria.

En 1951, protagonizó una gran exposición individual en París. La respuesta fue escasa y fue excluido de varias exposiciones colectivas. El fracaso coincidió con el final del dinero que todavía percibía como excombatiente, de manera que decidió retornar a Nueva York e instalarse en un estudio junto a Robert Indiana, Lenore Tawney, James Rosenquist y Agnes Martin.

Escasa fortuna

Su escasa fortuna terminó cuando fue descubierto por la poderosa galerista Betty Parsons, quien, ya en 1956, expuso su obra y consiguió que la crítica especializada se fijara en él. Por entonces ya era uno de los miembros más destacados del Hard Edge. A la vez, logró su primer encargo: un mural para el vestíbulo de la estación pública de transportes en Filadelfia titulado sencillamente Mural para una gran pared. Un año después, el Whitney Museum adquirió la pintura Atlantic y el MoMA le incluyó en la exposición 16 americanos, una especie de certificado de grandeza para los muchos artistas emergentes que en esa década trabajaban en Nueva York y entre los que se encontraban Rauschenberg, Stella o Nevelson.

En los años 60, su carrera estaba ya consolidada. Los grandes museos de arte contemporáneo de todo el mundo incluyeron su obra en sus fondos permanentes y la crítica le reconoció como uno de los grandes. En 1966 representó a los Estados Unidos en la Bienal de Venecia y dos años después, participó en la Documenta de Kassel. Sin embargo, las exposiciones antológicas no fueron muy numerosas, uno de los motivos por los cuales no están conocido. El MoMA le dedicó una retrospectiva en 1973 y el Guggenheim en 1996. En Europa, el mayor reconocimiento lo tuvo en 1979 en el Rijksmuseum de Amsterdam.

Una trayectoria de París a Nueva York

Nacido en 1923 en Newburgh, Nueva York, Ellsworth Kelly fue un escultor y pintor abstracto célebre sobre todo por sus experimentaciones cromáticas.

Conoció París como soldado en la Segunda Guerra Mundial y le deslumbraron los trabajos de Picasso, Brancusi o Arp.

Se instaló en la capital francesa en 1948, y fue objeto de una exposición individual que fue un fracaso.

Volvió a Nueva York y compartió estudio con a Robert Indiana, Lenore Tawney, James Rosenquist y Agnes Martin.

A partir de 1956 su obra empieza a reconocerse y a entrar en los mejores museos contemporáneos.

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