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Fusi recorre el camino a la libertad

El catedrático recuerda en su discurso de ingreso en la RAH a los intelectuales y creadores que apostaron por la democracia bajo el franquismo

Rut de las Heras Bretín
El académico Juan Pablo Fusi leyendo el discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia.
El académico Juan Pablo Fusi leyendo el discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia.Claudio Álvarez

La Real Academia de la Historia abrió ayer sus puertas a Juan Pablo Fusi Aizpúrua (San Sebastián, 1945). El catedrático de Historia Contemporánea de la Complutense reconoció que era un día emocionante para su historia personal. Fusi, elegido académico hace un año, comenzó su discurso mencionando a Gonzalo Anes, anterior director de la institución, y cuya medalla —la número 15— le corresponde. También tuvo palabras de agradecimiento para los académicos que presentaron su candidatura: Miguel Artola, José Alcalá Zamora y Luis Miguel Enciso Recio.

Su discurso, titulado Espacios de libertad. La cultura española y la recuperación de la democracia (c. 1960-c. 1990) está plagado de homenajes a intelectuales, pensadores y creadores que se mantuvieron a pesar del franquismo. Principalmente a dos: Julián Marías, al que considera un pensador clave de la segunda mitad del siglo XX por su “honestidad y calidad intelectual” y de quien toma la idea de “España como preocupación” como hilo conductor de su discurso, y José Luis López-Aranguren, del que desarrolla la tesis de “la democracia como moral”.

Para el autor de Historia mínima de España, “no hay un pensamiento antidemocrático en España. Todo el mundo lo considera el estado ideal de la política. Es posible que haya mayor diversificación de partidos, pero ocurre en todos los sitios, algunos aparecen, otros se reconvierten... No hay ningún país que viva en una Arcadia feliz y sin problemas concretos”.

El nuevo académico quería aludir a ambas ideas de Marías y Aranguren como “dos expresiones felices”. Habla de preocupación no en el sentido de disgusto, sino en el de interés. Citó dos palabras de Ortega para describir y definir la historia: “Movilidad y cambio”.

Las fechas elegidas para hacer el recorrido de su discurso eran aproximadas para citar una serie de editoriales, revistas y premios literarios que en torno a los años sesenta supieron conquistar y consolidar nuevos ámbitos de libertad: “Hacia 1960, la posguerra había terminado, o, como dijo Marías, el futuro había comenzado”.

Fusi concretó nombrando editoriales como Seix Barral, Guadarrama, Alianza Editorial, o intelectuales que publicaron “al margen y a pesar del régimen”, como ocurre en el arte: “Están trabajando Tàpies, Oteiza, Chillida. Ninguno de esos ámbitos haría feliz a la dictadura de Franco. Era un desafío al orden moral que regía”.

El cambio

Remarcó que el cambio había comenzado antes, pero es en dicha década cuando se consolidó. “El primer poema de Hijos de la ira de Dámaso Alonso, debió de ser un bombazo”. Ese libro, publicado en 1944, arranca con el poema Insomnio: “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres...”. Y llega hasta los noventa porque quiere ir un poco más allá de la Transición. A su discurso respondió la directora de la Academia, Carmen Iglesias.

Fusi dirigió la Biblioteca Nacional entre 1986 y 1990. También estuvo al frente del Instituto Universitario Ortega y Gasset y de la Fundación Ortega y Gasset de 2001 a 2006. Está especializado en la historia española y universal de los siglos XIX y XX y ha trabajado fundamentalmente sobre la historia de la España contemporánea, en especial del País Vasco.

Su obra se ha centrado en el nacionalismo como sujeto histórico. Con su ciudad natal mantiene una fuerte vinculación emocional. No la olvidó en su discurso y enumeró a varios de los creadores e intelectuales, nacidos allí, como Julio Caro Baroja, Elias Querejeta, Eduardo Chillida o Javier Pradera.

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