‘Mein Kampf’, el poder de la palabra
El libro de Adolf Hitler llevó el lenguaje al confín de la violencia
Hitler vuelve a las librerías, pero ¿vale la pena leer Mein Kampf? Quien asocie al autor con el payaso del que hablaba Karl Kraus, podrá tener interés por un libro que cuente lo que hizo pero no lo que pensaba. Se equivocará, sin embargo, dice George Steiner, porque el libro habla “de la cosa más poderosa del mundo, la palabra”. El mendigo que empezó vociferando tópicos, sin que nadie le hiciera caso, acabó seduciendo, con su sola palabra, sin armas ni dinero, a todo un pueblo. El propio Steiner coloca este libro hablado junto a otros, como el Espíritu de la Utopía de Bloch, La Carta a los Romanos de Barth o Ser y Tiempo de Heidegger, para decir que llevan el lenguaje hasta los confines de la violencia, que, como los agujeros negros, “devoran la materia y también la luz que les circunda”.
Un libro, pues, a tener en cuenta. Levinas, ya en 1934, hablaba de filosofía del hitlerismo: “La filosofía de Hitler es primaria, pero convoca fuerzas primitivas que incendian el mundo con su miserable fraseología, consiguiendo activar la frustración más íntima del alma alemana. Más que locura o contagio, el hitlerismo es el despertar de sentimientos elementales (...)que predeterminan la aventura del alma en la vida”. Esos sentimientos elementales se llevaron por delante las conquistas civilizatorias del pueblo de “los poetas y pensadores”, como decía Heidegger, en un santiamén. Este mismo autor veía en Hitler “el cauce de nuestro pensamiento”. No consta que el autor del ‘Discurso del Rectorado’ leyera Mein Kampf, pero el antiguo cabo, Hitler, y el filósofo más celebrado del siglo XX, Heidegger, captaron perfectamente la desazón de su tiempo y le dieron una respuesta que en los años treinta fue la misma y, luego, cuando se separaron, nunca se enfrentaron.
Y una sugerencia de Víctor Klemperer para quien hojee el libro. Verá que hay palabras sospechosas entrecomilladas, tales como “humanidad”, “culpa”, “perdón”, “persona”, “universalidad”... Son palabras que recuerdan la aportación del judaísmo a la cultura mundial que hay que extirpar junto al exterminio físico. Un libro performativo como ningún otro de ahí el desconsolado comentario de Wiesel: “Hitler merece más confianza que cualquier otro. Ha sido el único que ha mantenido sus promesas con el pueblo judío”.
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