Las cloacas del poder, al aire
Cuarta pared estrena ‘Nada que perder‘, una historia de serie negra
Bajo la formalidad del género negro, que da comienzo con un suceso aparentemente banal, la historia se va adentrando poco a poco en una trama corrupta de empresarios y políticos, de funcionarios represaliados y hasta de asesinatos. Nada que perder, que se estrena hoy en la sala Cuarta Pared donde se representará hasta finales de diciembre, es un viaje en picado a las siniestras cloacas de una sociedad en crisis, es el descubrimiento de que el pasado siempre vuelve y del peligro de arrastrar a alguien a un lugar en el que no tiene nada que perder. La obra, dirigida por Javier G. Yagüe, es una producción de la compañía del propio teatro, que está estruturada dramáticamente a través de ocho interrogatorios sucesivos.
Con el fondo de una huelga de basuras, bolsas y bolsas llenas de desperdicios sobre el escenario, se van sucediendo los interrogatorios, mesa y dos sillas por delante, no solo entre policía y sospechoso, también entre abogado y empresaria, padres e hijos, jefe y empleado, psiquiatra y paciente, siempre bajo la mirada de un tercer personaje, que hace las veces de conciencia y que va lanzando preguntas y dudas, dudas y más preguntas, al espectador y a los propios actores sobre temas de rabiosa actualidad, como la educación, la pobreza, la corrupción y los desahucios.
Obsesionado con la teatralidad y huyendo del naturalismo desde siempre, Yagüe, uno de los socios fundadores de la sala Cuarta Pared, busca en ese tercer personaje imaginario, que nunca interviene en la propia escena, alguien muy versátil —”creo que es el mayor hallazgo de la obra”— y el alter ego de los autores (el propio Yagüe, junto a Quique y Yeray Bazo y Juanma Romero) y de los espectadores. “Es alguien que se hace preguntas y preguntas desde la primera escena hasta la última. Aunque está claro que muchas preguntas no son fáciles de responder, nuestra intención ha sido la de mostrar la importancia de seguir y seguir haciéndonos preguntas”.
Protagonizado por Marina Herranz, Javier Pérez Acebrón y Pedro Ángel Roca, que se van intercambiando de papeles en los interrogatorios y en el personaje imaginario, Nada que perder comienza con un encuentro-interrogatorio doloroso y duro entre un padre y un hijo que está detenido en un calabozo tras haber provocado un incendio. “Los interrogatorios como forma dramática es el conflicto en estado puro, entre alguien que quiere saber algo y otro que elude las preguntas, engaña y se niega a contestar. También es un formato que se ajusta mucho a una trama de cine negro, donde el interrogatorio es la base de las tramas y de la investigación”.
Nada que perder integra de alguna manera una línea de trabajo de esta compañía de cómo hacer compatible un teatro más basado en la emoción, junto al teatro más brechtiano, que trabaja con el distanciamiento como medio de reflexión y análisis de la realidad. La emoción de los interrogatorios y la reflexión de ese personaje que plantea las preguntas. “Esas dos ramas que históricamente en el teatro parecen incompatibles están muy presentes en esta obra”, asegura Yagüe, sobre esta historia de héroes de andar por casa y poderosos sin escrúpulos.
Babelia
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