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Germán Salto, un gallo con ganas de volar alto

El madrileño, que debuta con un disco lleno de reminiscencias setenteras, es una de las mejores sensaciones del año en el rock nacional

Belén Hernández
El músico German Salto, en Madrid.
El músico German Salto, en Madrid. JULIAN ROJAS

La evolución animal se ha visto manipulada en no pocas ocasiones por la intervención del ser humano. Los gallos perdieron la capacidad de vuelo por la selección artificial y apenas abren sus alas para desplazarse. No así el gallo rojo salvaje, que suele volar para huir, ponerse a salvo de depredadores o para descansar. Ese gallo bien podría ser el de la portada del primer trabajo del músico Germán Salto (Madrid, 1984) [diseñada por José Fragoso], un disco lleno de reminiscencias de rock sesentero, hueco para el glam y algo de power pop, y referencias a grandes clásicos como los Beatles o Neil Young, entre otros. “La portada la diseñó mi primo, que vive en Chicago. Casi todo lo hicimos por Whatsapp y Skype. Él decía que me veía como un funcionario y que el mejor símbolo para mi despertar como artista era un gallo”, cuenta el músico madrileño frente a un café solo en una céntrica cafetería en una mañana fría pero sin una nube en el cielo.

Ese despertar en la música fue el día que un tío suyo le regaló el Sticky Fingers de los Rolling Stones y le cambió la vida. “Empecé a escuchar a clásicos como Bob Dylan y acabé descubriendo a muchos otros grandes músicos”, recuerda Salto, que hasta los 13 años era carne de rock español, con grupos como Boikot y Reincidentes, entre otros. “Empiezas a tocar con amigos que tienen una guitarra y te dejan probar, te enseñan dos acordes, a tocar una canción de Los Secretos y te envicias. Una cosa lleva a la otra, acabas con gente que toca también y montas un grupo”, asegura.

Salto ha formado parte en bandas como Serpientes, Hairy Ladies o Timón, y ha sido guitarrista con R. Von Timón y Willy Tornado, aunque sabía desde el principio que quería canciones propias, sin renunciar al placer que le da tener proyectos musicales con los que considera sus amigos. Piloto de avión de mercancía para una empresa con sede en Hannover (Alemania), pasa la mayoría de las noches en el cielo y muchas de las letras de su primer trabajo las compuso volando: “Cualquier momento es bueno, incluso 10 minutos antes de quedar con alguien coges la guitarra y haces una gran melodía”.

Recuerda que solía componer canciones pensando en el cantante del grupo en el que estaba involucrado, y que si no encajaba, las reservaba para algo propio. Cuando tuvo tres o cuatro composiciones -confiesa que nunca deja una canción a medias, o le gusta desde el principio o la descarta-, muchas de ellas al alimón con la que fuera su pareja, se centró en hacer el que ahora es su primer disco. Acompañado de Jesús Sangui, Ramiro Nieto (The Right Ons) y Martí Perarnau, estos dos últimos encargados de la producción, lanzó una campaña de crowdfunding, con la que reunió el dinero suficiente para hacer posible su sueño.

De años entre Belfast y hoteles de medio mundo nacieron Lonesome bird y Girl, Hold on. "Esta última rezuma la lluvia y la oscuridad de Irlanda”, reconoce. Walter Freeman, dedicada a un famoso doctor que realizaba lobotomías, o Ernie de Falconer, una historia que confiesa ficticia, pero macabra, en la que halconero que ayuda a espantar a las aves de las pistas de vuelo acaba provocando un accidente.

Diez canciones en inglés tejidas desde la melodía a las letras, la forma de componer desde la que Salto se siente más cómodo, bebiendo de los Beach Boys, entre otros, a los que reconoce "canciones mágicas", y con la emoción de ver nacer su primer hijo musical. "Me ha sorprendido ver mi papel dentro del glam rock, ha sido una sorpresa. El directo, que también era una asignatura pendiente, tenía miedo que [las canciones] no funcionasen al haber tantas guitarras, arreglos y voces, pero incluso solas en el escenario va. De lo que más mono tengo es de tocar en directo". Y de cantar, que aunque reconoce que al principio no se sentía cómodo, cada vez le gusta más.

Después de la buena acogida de este primer disco, no quiere dejar que la máquina pare y estos últimos meses, entre vuelos y escapadas a Madrid, ha preparado nuevo single con dos canciones -Signs y Love (keeps dying in you)- que se lanzará en formato digital este 20 de noviembre. Como melómano y amante de los formatos físicos, habrá una edición de vinilo de 7 pulgadas que saldrá a partir de febrero. En esta nueva aventura, Salto se ha aliado con Juan Santaner, fundador de Industrias Bala, exguitarrista de grupos como Vancouvers y Jet Lag, y promotor de la carrera de algunos de los artistas más representativos de la música independiente española, como Nacho Vegas, Christina Rosenvinge o Sidonie. “Estas canciones son más psicodélicas, menos alegres, pero creo que más compactas”. Parece que Germán Salto solo acaba de emprender el vuelo y es un gallo que va a dar mucha pelea.

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Sobre la firma

Belén Hernández
Redactora de Estilo de Vida, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde escribe sobre cultura y tendencias, pero también sobre infancia, medio ambiente y pobreza en países en desarrollo. Antes trabajó en El Mundo y Granada Hoy. Es granadina, licenciada en Periodismo por la Universidad de Málaga y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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