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CRÍTICA | CUANDO TODOS PENSABAN QUE HABÍAMOS DESAPARECIDO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Vivir en tiempos difuntos

La compañía mexicana Vaca 35 conmueve con un espectáculo hondo y genuino sobre la memoria y los seres queridos desaparecidos

Javier Vallejo
Imagen de 'Cuando todos pensaban que habíamos desaparecido'.
Imagen de 'Cuando todos pensaban que habíamos desaparecido'.

En México hoy, como en España en tiempos olvidados, en la noche de Todos los Santos se convida a los muertos queridos a compartir el plato que más les gustó en vida. Diana Magallón, actriz, prende una velita, por si algún difunto que no tiene quién le recuerde necesita orientarse en su viaje de vuelta anual. Mientras nos lo cuenta, Mari Carmen Ruiz, hija de emigrantes gaditanos, culmina un sofrito para esas alubias con chorizo (receta heredada de su abuela) que tanto hacían brillar la mirada declinante de su padre. A José Rafael Flores le cuesta entristecerse cuando piensa en su mamá, quizá por las muchas lecciones que esta le dio a su hermano, entre sopapo y sopapo.

Cuando todos pensaban que habíamos desaparecido, teatro documento, espectáculo testimonial y experiencia vital gozosa, celebra la vida y reivindica la memoria, por derecho y sin retóricas. En su curso, hablan Federico García Lorca y Pedro Muñoz Seca, recién fusilados (por ese orden, por gente de orden y en medio del desorden); mujeres aniquiladas por sus maridos o por narcotraficantes; los exiliados de la Guerra de España, y los desaparecidos: "Somos líderes en desaparecidos, después de Camboya", recuerda Jorge Yamam Serrano. Y se desgranan datos relevantes, y cifras oportunas: "Uno de cada cuatro niños catalanes es pobre", recuerda el actor catalán. "En Ciudad de México, un millón y medio de niños duerme en la calle", le replica el intérprete mexicano, durante un crescendo en el que cómicos de las dos orillas se arrojan a la cabeza con virulencia las pruebas del abuso de quienes todo lo quieren sobre quienes poco pueden. "Aquí, pagar una vivienda es una esclavitud". –Allí es imposible. "Cállate, que tú puedes venir y yo no puedo viajar a México".

Imagen de 'Cuando todos pensaban que habíamos desaparecido'.
Imagen de 'Cuando todos pensaban que habíamos desaparecido'.

A la palabra siguiente, unos y otros llegan a las manos, prueba de cuán fácilmente comienza una guerra fratricida. En medio de los golpes, Diego Paqué rasga su guitarra con furia y se arranca con un canto hondo que separa a los contendientes como la mano de Yavhé las aguas. Apaciguados los ánimos, vuelven el fuego a los peroles y Flores a evocar a una tía suya que cocinaba enjoyada, sin delantal y sin macular su ropa de calle.

¡Qué grandes narradores de cosas ciertas! A estas alturas, el público ha reído, ha llorado y no sabe ya si la lágrima que lleva puesta brotó con la pena o con la carcajada. Discretamente, dentro de un ciclo de teatro americano en lengua española, llegó anoche a la nave Max Aub de Matadero esta muestra preciosa de teatro bajo la arena, que toma el pulso a la vida, abre las puertas del escenario para que entre el aire de la calle y vuelve a abrirlas al final, para que salgamos con los actores a compartir platos y pareceres bajo las estrellas de este otoño templado. Gran trabajo, conmovedor y removedor, también de Cristina Gámiz (voz y fogones) y de Damián Cervantes, batuta de la compañía Vaca 35.

CUANDO TODOS PENSABAN QUE HABÍAMOS DESAPARECIDO

Creación colectiva de la compañía Vaca 35.

Dirección: Damián Cervantes.

Madrid. Matadero/Las Naves del Español, del 12 al 15 de noviembre.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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