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PLAN DESDE... OPORTO

De la antológica de Helena Almeida a la magia de Harry Potter

Una exposición dedicada a la obra de la veterana artista portuguesa sobresale en la agenda cultural de Oporto

Vista de Oporto.
Vista de Oporto.

Son casi un centenar de obras en más de medio siglo de vida de Helena Almeida (Lisboa, 1934) una creadora única y excepcional. El Museo de Arte Contemporáneo de Serralves (Oporto) exhibe desde el pasado 17 de octubre A minha obra é o meu corpo, o meu corpo e minha obra (Mi obra es mi cuerpo; mi cuerpo es mi obra) una exposición antológica que muestra los olvidados inicios abstractos, que demuestran la necesidad de esta veterana artista de salirse de los límites que impone el lienzo -su cuadro-persiana es un ejemplo-, hasta que Almeida llega a la conclusión de que la obra de arte es el propio artista, y empieza a cultivar el body art. Ella es su obra; su cuerpo es su obra -al principio, su cara-, obsesión en la que continúa trabajando, siempre con la colaboración indispensable, de su marido, que filma o dispara la cámara, y siempre en el mismo lugar, su taller, con una obsesión por el detalle que roza la paranoia.

Serralves también acoge hasta enero una selección de trabajos de la última Bienal de São Paulo. Es la primera vez en sus 60 años de historia, que la Bienal más grande del mundo sale de su ciudad. Hay una veintena de artistas, pero el chino Qiu Zhijie se come el protagonismo con su ambicioso y minucioso Maps, un compendio de la humanidad en tinta china.

Imagen de la librería Lello.
Imagen de la librería Lello.

Las calles de la ciudad se va llenando, aparte del creciente turismo, de arte a cielo abierto. Ya se inició en 2001 con ocasión de la capitalidad cultural europea y la excepcional Trece riéndose unos de otros, la última obra del español Manuel Muñoz; ahora se añaden Ascensión, de Julio le Parc o Dead Ends, de João Louro, entre otros. Si se prefiere arte bajo techado, hay que patearse la recoleta calle Bombarda, que concentra galerías, cafés y posadas para artistas.

Protegida bajo la magia de Harry Potter, esta ciudad tiene desde julio un récord mundial increíble: una librería que gana más dinero por dejar mirar que por vender libros. La librería Lello cobra por entrar, una decisión de supervivencia ante la avalancha diaria que iba camino de arruinarles. Cerca de 4.000 personas entraban cada día para ver la escalera que inspiró a la escritora J. K. Rowling en sus Harry Potter, hacerse un selfie y largarse sin decir ni obrigado. El remedio ha sido cobrar tres euros la entrada, que se devuelven en el caso (rarísimo) de que alguien compre un libro. Pero siguen las colas, para que digan que la cultura no da dinero.

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