Los vinilos, el único formato que sobrevive a la música digital
La industria busca diversificar sus catálogos lo máximo posible
De formato estrella a desaparecer poco a poco de las tiendas. Hace 10 años se vendían en España 40 millones de CD; hoy esa cifra apenas alcanza los 11,6 millones. Una bajada del 75% que tiene un culpable: el streaming. Con 75 millones de usuarios en 32 países, plataformas como Spotify o YouTube, han impuesto un cambio de paradigma: ya no es necesario comprar físicamente la música. Una excepción escapa a la tendencia: los vinilos. Este soporte minoritario y casi extinguido, lejos de solo mantener sus ventas, las ha multiplicado, según los datos de ventas de Promusicae, la asociación que agrupa al 90% de los productores y distribuidores españoles. En el último año se vendieron en España 260.000 discos frente a los 15.000 de 2005; un impresionante incremento del 1.633%.
Las pequeñas tiendas especializadas, que resistieron su práctica desaparición con la venta de pósters o entradas para conciertos, son las grandes beneficiadas. Pero no las únicas. Las grandes superficies y las tiendas online también han incrementado los espacios dedicados al formato. El portal Amazon, líder en el comercio electrónico mundial, oferta en su catálogo 1,3 millones de discos. Un incremento de ventas del 80% en los últimos tres años refrenda su buena salud.
Entre paredes grises y naranjas, Alberto Real, dueño de Escridiscos, una de las tiendas más emblemáticas de Madrid, sonríe ante la pregunta. Suena en el tocadiscos de la entrada, como una inesperada metáfora, la canción Run better run de Cheapskates. “El vinilo ha pasado de ser un objeto de coleccionista para una minoría a estar de moda. Todo el mundo quiere comprar discos”, dice.
Las tiendas de discos vuelven a cobrar vida
El aumento de ventas no solo ha hecho viable las tiendas especializadas en vinilos, sino también otros negocios, como las librerías, que se han apuntado a la moda: más de una decena ofrecen discos antiguos entre las últimas novedades literarias. El negocio no para de crecer: durante el primer semestre del año se han vendido en España un 61% más de vinilos, según los datos de Promusicae.
Los alrededores de la plaza de Callao, en Madrid, concentran media docena de estos pequeños establecimientos por donde ha pasado la historia viva de la música. Antonio Real, dueño de Bangladesh, cuenta como anécdota mientras teclea en su viejo ordenador cómo Bruce Springsteen visitó su tienda, buscando viejos discos de soul antes de su primer concierto en la capital, en 1988.
En 2005, se vendieron apenas 15.000 ejemplares (un 1.633% menos que en 2014). Estos locales resistían esos días, vendiendo todo tipo de merchandising musical. Eran los años en los que vender discos no resultaba rentable.
Cuidar a los aficionados
“A la industria le interesa que vuelva el formato: su producción es barata y su beneficio grande”. Real, como Rob Fleming, el protagonista del libro Alta Fidelidad, vende en su tienda la música que le gusta a él.
Muchas son las razones que explican este resurgir, desde la moda vintage, que ha revalorizado estos objetos como bienes de culto, hasta una decisión premeditada de la industria, en busca de mayor diversificación. “Hemos dado respuesta a una demanda creciente. Solo eso”, asegura Antonio Guisasola, presidente y portavoz de Promusicae. Lo que no admite discusión es que el sector lleva apostando tiempo por el formato con el lanzamiento de reediciones remasterizadas. Neil Young, Pink Floyd o Radiohead acaparan la lista de los más vendidos. Pero también los grupos actuales valorizan sus nuevos trabajos con ediciones limitadas y cuidadas hasta el detalle. “Es una forma de cuidar a los fans más incondicionales”, aseguran.
La tendencia se reproduce en el mundo. La asociación americana de productores (RIAA) daba a conocer hace unos días que las ganancias por la venta de vinilos superaba al streaming gratuito: 222 millones de dólares en lo que va de 2015. En este sentido, el informe de la IFPI, la asociación que agrupa a los distribuidores internacionales, refleja un aumento de las ventas del 55%; un 800% en los últimos cinco años.
En la puerta de Discos Babel, Raúl Barral, con una colección de más de 2.000 elepés, recuerda el viejo tocadiscos de su padre y el primer vinilo que le regalo cuando no tenía más de “11 ó 12 años”: Abbey Road, de los Beatles.
La calidad del sonido
“Me gusta el simple acto de buscar a ver qué encuentro. Normalmente, no compro nada”, dice. Sin embargo, hoy se lleva bajo el brazo una reedición de Story of My Life, de Unrelated Segments, editado por primera vez en 1967.
Los discos “suenan con más calidad”, se afanan en argumentar los amantes del soporte. La lectura de los imperceptibles surcos y relieves que componen su música, 36 veces más pequeños que un pelo humano, tiene algo de romántico para la mayoría. En la mítica La Gramola se escucha la canción Fear Loves This Places. La voz rasgada de Julian Cope y el punteo de la guitarra que recorre todas las esquinas de este alambicado local se van poco a poco apagando mientras un cliente se aleja con su nuevo vinilo bajo el brazo y los auriculares conectados a su teléfono. Una metáfora de los nuevos tiempos.
Los coleccionistas, esa rara especie que se afana en ordenar sus vinilos atendiendo a los más dispares criterios, aumentan cada día. Como diría Fleming: “Habrá gente a quien le parezca una forma bastante aburrida de pasar una velada, pero yo no estoy entre ellos”.
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