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Irán se retira de la Feria de Fráncfort por la presencia de Rushdie

El escritor da la conferencia inaugural de la cita editorial más importante del mundo

Salman Rushdie, hoy martes, en la apertura de la Feria de Fráncfort.
Salman Rushdie, hoy martes, en la apertura de la Feria de Fráncfort.RALPH ORLOWSKI (REUTERS)

La religión, la política y la libertad de expresión ya han salpicado la 67ª Feria del Libro de Fráncfort que empieza mañana miércoles, 14 de octubre. Irán ha cancelado su participación como protesta por la presencia de Salman Rushdie, autor de Los versos satánicos, que sigue siendo considerada una blasfemia por el régimen iraní. El escritor angloindio, durante la conferencia de prensa inaugural de la feria, ha llamado a defender la libertad de expresión en todo el mundo, que ve amenazada por la intolerancia religiosa: "Sin libertad de expresión los otros derechos no existen".

La semana pasada, el Gobierno de Teherán intentó boicotear la presencia del autor, encargado del acto inaugural del evento editorial más importante del mundo. Teherán pidió a la organización de la feria que cancelara la participación de Rushdie pero esta no lo aceptó. A su paso por Madrid, el 6 de octubre, el escritor dijo a EL PAÍS: "No tengo nada que decir al respecto. Si no quieren venir que no vengan, pero yo voy".

Jürgen Boos, director de la feria, lamentó el anunció del Ministerio de Cultura iraní. Aseguró, sin embargo que, pese a dicha protesta, habrá editoriales independientes iraníes en el evento. "La Feria de Fráncfort es un lugar de diálogo. Esperamos que la cancelación de la presencia iraní solo sea una interrupción temporal de los contactos que hemos tenido. Pero la libertad de expresión es innegociable", afirmó. El director recordó que Rushdie (Bombay, 1947) "todavía está amenazado de muerte a causa de su obra". Rushdie es también autor de obras como Hijos de la medianoche, Harún y el Mar de las historias, El suelo bajo sus pies y La encantadora de Florencia.

Los versos satánicos fueron publicados en 1988. Entonces, el ayatolá Jomeini, dictó una fetua en la que hacía un llamamiento a los musulmanes de todo el mundo para asesinar a Rushdie, y a todos aquellos que hubieran participado en la publicación y difusión de la novela. El traductor del libro al japonés, Hitoshi Igarashi, fue asesinado en 1991. El traductor al italiano, Ettore Caprioli, y el editor noruego, William Nygaard, sobrevivieron a sendos atentados.

El 23 de septiembre de 1998, el entonces presidente iraní, Mohamed Jatamí, pidió no aplicar la fetua contra Rushdie. Sin embargo, poco después, un grupo de fundamentalistas islámicos, 15. Kohrdad Foudation, volvió a amenazar al escritor invocando la condena a muerte de Jomeini. Rushdie estuvo 11 años escondido huyendo de la muerte. Esa experiencia la contó en Joseph Anton. Memorias, publicada hace dos años. En este siglo, ha hecho una vida más pública, pero su reciente novela, Dos años, ocho meses y veintiocho noches (Seix Barral), ha despertado algunos comentarios negativos por parte de Irán, que considera que hace un tratamiento irrespetuoso de los dioses.

Dos años, ocho meses y veintiocho noches, es una obra de ciencia ficción que condensa su vida literaria, tradición india y mitología, con una temática inspirada en el presente más controvertido del mundo, en el porvenir de la humanidad cercada de amenazas del fanatismo, con el aliento de Las mil y una noches y el aura del realismo mágico. La novela está narrada mil años después del presente, en un tiempo llamado la Era de la Extrañeza, con criaturas mágicas conocidas como Yinn. Esta nueva novela, explicó Rushdie en Madrid, "no es una lucha del bien y del mal. Es una especie de batalla entre la razón y la sinrazón. Es una discusión muy humana, y que sucede también dentro de nosotros mismos".

Al referirse a los ataques de grupos fundamentalistas sobre las obras de arte y monumentos históricos, Rushdie dijo que era una práctica propia de ellos: "Una de sus características es su no gusto por la cultura y las artes. Siempre ha sido así en todas las épocas". No dudó en afirmar que "la libertad de expresión es lo que hace posible el arte". Por esa razón hizo un llamamiento: "La libertad de expresión está siendo atacada y necesita ser defendida. La mejor manera de hacerlo es ejerciéndola. Escribir lo que hay que escribir; dibujar lo que hay que dibujar".

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