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El demonio habita entre nosotros

'La bruja', ganadora del premio a la mejor dirección en Sundance, inaugura el certamen

Gregorio Belinchón
Fotograma de 'La bruja'.
Fotograma de 'La bruja'.

Que una película de terror puro gane el premio a la mejor dirección en Sundance no es algo habitual. Robert Eggers lo logró en la última edición con La bruja, película que inaugura el festival de Sitges –un lugar, el de apertura, reservado habitualmente para filmes catalanes-, y parece un galardón merecido. En el siglo XVII, una familia calvinista extremista emigra desde Inglaterra al otro lado del Atlántico, a Nueva Inglaterra, a la búsqueda de una vida mejor, y se establecen en una granja en un claro de un bosque. Allí empiezan a ocurrir cosas extrañas, hechos y desapariciones que resquebrajan la unidad familiar, que destrozan a esos padres y sus cuatro hijos. Y el culpable es el demonio, o más bien una bruja a su servicio… O la hija mayor, o los pequeños hijos gemelos, o el macho cabrío negro que vive en el corral. O todos. Eggers no se anda con sutilezas ni ambigüedades. “Me gusta la ambigüedad, es muy importante en la vida”, asegura el estadounidense de 33 años. “Pero mi película no lo es”.

El siglo XVII es una época de grandes exploraciones terrestres, de conquistas de zonas salvajes. También de enormes enigmas. Son las décadas en las que se asientan las tramas de los cuentos de hadas. “En aquellos años, la gente, exceptuando las clases superiores, creían en las leyendas. Leí hasta la historia de una mujer que envenenó a niños con manzanas. Se hicieron miles de juicios por brujería y se acusó a muchísimas mujeres falsamente”. Para escribir el guion, Eggers investigó con profusión en decenas de archivos.

“Todo lo que se cuenta en La bruja está basado en hechos reales, o al menos de los que hay constancia en esas actas judiciales. De ahí el ambiente tan religioso de la familia, porque fueron puritanos radicales quienes colonizaron Nueva Inglaterra, quienes crearon ese ambiente de opresión en el que estalla el drama familiar. Además, es que la familia es el mejor caldo de cultivo para el drama. Mira si no Hamlet o El rey Lear. A mí me parecen de lo mejor de Shakespeare”.

Con un presupuesto exiguo, Eggers entendió que tenía que luchar por muchos ensayos previos (“en mi cabeza creé una casa de muñecas para plantear los movimientos de los personajes en la granja, y cuando llegué a la localización lo tenía muy claro”) y por toda la naturalidad posible. Rodó en Canadá, donde carpinteros locales levantaron una granja igual a las de 1630. También midió cautelosamente los momentos de desvarío fantástico. “Fui muy cauteloso porque son las explosiones de terror puro y no podían alterar el rumbo. Y además porque pedimos a la actriz, una mujer mayor, que se desnudara y se quitara sus dientes postizos. Estaba en una situación muy vulnerable en la que tuvimos mucho cuidado”.

A Eggers le espera un futuro espléndido. En su Facebook, un boceto de Nosferatu [del que ya ha dirigido una versión teatral] apunta hacia uno de sus futuros trabajos. “No será la próxima película”, responde tras mucho pensárselo. “Aunque está en el futuro. Se aleja de la versión de Herzog, pero que Dios le bendiga. En realidad ahora preparo algo muy alejado, protagonizado por un caballero medieval, que recuerda a La bruja en que se desarrolla en una época en que la gente asumía de forma natural las creencias fantásticas. Eso sí, tiene más épica”. No son proyectos habituales para un realizador de su generación. “Ya, es que yo estoy más influido por grandes pintores europeos como Goya y por la edad dorada de los cuentos de hadas continentales”. Cierto, el aroma a Saturno devorando a sus hijos –cuadro que se apunta en un plano del filme- o a las pinturas negras como El aquelarre acentúa la sensación de que en Eggers hay director para rato.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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