Portazo a los tiburones
Cojan un calendario, señalen una semana del año y seguro que encontrarán alguna ciudad del planeta donde se celebre una feria de arte. El ruido es intenso alrededor del dinero y la creación artística. Cualquier país del mundo que vive un periodo de bonanza, ya sea corta o larga, asocia esa prosperidad a la creación de un espacio de este tipo. Arte de Bogotá (ArtBo) no resulta ajena a esta dinámica. Su posición tampoco es sencilla. Porque tiene que hallar su lugar en el mundo entre ArteBA, la propuesta de arte contemporáneo de Buenos Aires, y Zona Maco (México), tal vez la que mejor funciona en términos comerciales en América Latina.
En este paisaje competitivo, ArtBo ha aprendido una lección clara. La calidad de una feria la proporciona las galerías que acuden y ha tratado de atraer a marchantes de nivel alto. Por ejemplo, Peter Kilchmann (Zúrich), Barbara Thumm (Berlín), Gregor Podnar (Berlín), Mor Charpentier (París) o P 420 (Bolonia).
Además, la feria ha planteado algo inteligente. Ha cerrado la puerta a las galerías tiburón, esas que venden grandes nombres pegados a las modas y al mercado y que contribuyen a generar unos agujeros negros que lo devoran todo: las subastas. Como sostiene el responsable de un museo español, que pide no ser citado, “lo mejor de la feria es que no se ha dejado colonizar”. Además ha entendido que más allá de un espacio de venta, la feria ArtBo puede servir para ayudar a reconstruir el proceso de identidad cultural de un país. De una forma similar a como lo hizo Arco en sus primeras ediciones en España. Al mismo tiempo genera una labor pedagógica que contribuye a crear un sustrato de coleccionistas, sobre todo jóvenes, en una tierra rica. Algo esencial. Pues si algún sentido tiene el arte es el de generar pensamiento crítico.
Sobre esas señas de identidad, y aprovechando el excelente recuerdo que dejó la presencia de Colombia en el último Arco, las galerías españolas han acudido en gran número. Espaivisor, Bacelos, Moisés Pérez de Albéniz, Maisterravalbuena, Formato Cómodo… La mayoría tienen coleccionistas en el país latinoamericano y para ellos es una forma de defenderlos a la vez que abren mercado. Todo sin la desigual competencia de los escualos del arte, que tendrán que cazar en otras aguas.
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