Raquel Lanseros: “Un tuit es como una tapa, pero al final hay que comer”
La poeta acaba de traducir 'Poemas' de Lewis Carroll, y 'Los ojos de Elsa', de Louis Aragon
—“Huya yo del resabio, del cinismo, de la imparcialidad de hombros encogidos”, dice el poema que tiene de bandera en Twitter. ¿Vivimos tiempos así de tristes?
—Yo creo que los tiempos sí son así, pero no las personas. Veo a mi alrededor mucho egoísmo, mucha indiferencia disfrazada de cinismo. Mucho sálvese quien pueda, sin mirar a los demás.
—¿Es la poesía un remedio contra eso?
—Sí, porque la poesía, como todo arte, nace de la imaginación, e imaginar otras realidades es el primer paso para cambiar las cosas. Además, la poesía es el arte más concentrado, el que da más con menos, el que más refina la belleza. Todo arte, todo lo que pone al hombre en el centro, es resistencia civil y personal. Yo creo en la poesía, en su capacidad transformadora.
—¿Un libro para alguien que no lee poesía?
—Es difícil para un poeta pensar como alguien que no lee poesía (ríe). Pero se me ocurre que, por ejemplo, el Neruda de 20 poemas de amor…, un Neruda de 20 años, claro pero lleno de energía, es una buena introducción. Ahora estoy traduciendo poemas de Lewis Carroll, que en el mundo anglosajón te acompañan desde la infancia, pero aquí no les hemos hecho mucho caso. Me parece también una buena elección.
—¿Qué lee en este momento?
—Ahora estoy leyendo el primer libro de Aldous Huxley, Chrome Yellow, que retrata el interior de un artista, sus temores e inseguridades. Es pasmosamente actual, aunque fue escrita hace 100 años.
—Es hija de Mary Shelley (colectivo artístico del que forma parte). ¿Un poeta está hecho de retazos, como Frankenstein?
—Sí, pero no solo el poeta. Toda persona está hecha de retazos, tener solo una identidad es desaconsejable. Todos somos monstruos de Frankenstein, y nuestro Víctor Frankenstein es el tiempo. El año que viene se cumplen 200 años de la reunión en el lago Le Man (en Suiza, entre Mary Shelley, Lord Byron y otros amigos, de la que surgió Frankenstein), y desde el colectivo estamos preparando muchos actos para celebrarlo.
—Usted que imparte talleres, ¿se puede enseñar a escribir?
—Hay una parte que se adquiere leyendo. La literatura es osmótica, nadie que no haya leído se atreve a escribir. Pero al final es algo intransferible, ha de haber un amor innato por las palabras.
—¿Dónde está la poesía hoy?
—El canal está cambiando, pero eso no es algo traumático. Pasó del papiro al papel, luego a la imprenta y ahora se mueve en el mundo digital. En España hay una eclosión de poesía en las redes, y eso es maravilloso. Pero para mí un tuit es como tomar una tapa, está bien, pero al final hay que comer. Y si el Twitter es la puerta de entrada para acabar leyendo a, no sé, Celan, bienvenido sea. Al final el canal da igual, porque en el papel o en las redes, la poesía está donde está la vida.
Poemas, de Lewis Carroll, publicado en septiembre por Valparaiso Edicciones.
Los ojos de Elsa, de Louis Aragon, será publicado en octubre por Visor.
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