Gran tarde de toros de Morante, Castella y Manzanares en Valladolid
El Juli se fue de vacío en la feria de Albacete ante cuatro reses deslucidas de Garcigrande
Morante de la Puebla, José María Manzanares y Sebastián Castella cortaron un total de siete orejas y salieron a hombros en la tercera corrida de la feria de Valladolid.
Con tres cuartos de entrada, se lidiaron seis toros de Zalduendo, que destacaron por su bravura, movilidad y nobleza. Excepto el primero, inválido, y el sexto, fueron muy ovacionados en el arrastre.
Morante de la Puebla, saludos y dos orejas; Sebastián Castella, dos orejas y oreja tras un aviso, y José María Manzanares, oreja y oreja.
Los subalternos Curro Javier, Rafael Rosa y Luis Blázquez fueron obligados a saludar tras clavar banderillas.
El primer toro era un inválido muy protestado por el público. Con él, Morante empleó la muleta para acariciar su embestida, y consiguió algunos muletazos que levantaron el entusiasmo de un público que olvidó que el diestro estaba ante un animal moribundo. En su segundo, la faena alcanzó una inusitada altura. Con naturalidad, temple y despaciosidad, Morante embrujó al público por el duende de su toreo de ensueño. Un milagro del arte.
No se cansó de embestir el primer toro de Castella, lo que aprovechó el diestro para realizar una faena de gran emoción. Surgieron tandas con ambas manos muy ligadas, en las que el diestro imprimía intensidad y dormía la muleta. Toreo expresivo y bello el de Castella. Otra vistosa faena realizó al segundo, sobre todo por el lado derecho.
Plasticidad y elegancia fueron las virtudes al servicio del toreo que Manzanares prodigó en su primer toro a través de su majestuosa muleta y, después de un pinchazo, la estocada fue inapelable. En el último toro, el diestro volvió a deleitar con el pulso de su muleta y, después, con la contundencia de su espada, puso fin a una corrida en la que toros y toreros ofrecieron al público una tarde memorable.
El Juli se estrelló en Albacete
Julián López El Juli se estrelló en Albacete con una corrida muy deslucida, y en la que el torero manejó con desacierto la espada durante toda la tarde. El único trofeo que se paseó fue para el rejoneador Diego Ventura.
Con casi lleno en los tendidos, se lidiaron dos toros para rejoneo de San Pelayo, bueno el primero y deslucido el otro; y cuatro en lidia ordinaria de Garcigrande y Domingo Hernández, bien presentados y de poco juego. Blandos y sin raza segundo y tercero, y complicados quinto y sexto.
El rejoneador Diego Ventura: rejón (oreja); y pinchazo y rejón (ovación); y El Juli: pinchazo, estocada trasera y caída y descabello (silencio); estocada trasera y caída, y descabello (ovación); estocada tendida y ligeramente trasera (silencio); y media y descabello (silencio).
La baja de última de hora de Alejandro Talavante a causa de una lesión en una mano hizo que El Juli aceptara el desafío de estoquear los cuatro toros reseñados para la lidia de a pie, aunque al final no le saliera bien la apuesta a causa de los toros y por su mala espada.
Su primero estaba en el límite de las fuerzas. Faltó rotundidad en la obra, del torero con tan blando antagonista. El tercero de corrida, segundo de su lote, del hierro de Domingo Hernández, careció de raza y su escasa movilidad no trascendió a los tendidos, que, no obstante, vibraron con la entrega de El Juli.
El quinto también fue un toro de lo más deslucido por las complicaciones que desarrolló en el último tercio, violento y al acecho del torero. Ante el sexto tampoco pudo hacer nada.
Ventura realizó una primera labor de alto voltaje ante un buen toro de El Capea, al que cuajó montando a Nazarí, con el que hizo las delicias del respetable con los galopes a dos pistas, y con Remate, en un final muy vibrante con banderillas cortas y un par de rosas. Mató perfecto y logró una oreja.
El cuarto, por su parte, fue un toro manso y reservón, que esperaba mucho y no dio ninguna facilidad a Ventura, que volvió a rayar a gran nivel, esta vez con Milagro, con el que puso banderillas al quiebro de notable mérito y, nuevamente, con Remate. No estuvo tan acertado esta vez con el rejón final, y todo quedó en una calurosa ovación.
Babelia
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