La bomba de la indignación
Dani de la Torre presenta en Venecia su primer largo, ‘El desconocido’ La película se centra en un estafado por los bancos que decide vengarse
La tentación es irresistible. Dani de la Torre responde al teléfono mientras está conduciendo. Es decir, exactamente la misma premisa que da comienzo a su película, El desconocido. Así que resulta fácil seguir con el juego de fundir cine y realidad.
-Tiene una bomba debajo de su asiento. Si no me ingresa hoy mismo 600.000 euros, le haré volar por los aires.
Sin embargo, la respuesta del director tiene poco de cinematográfico y mucho de autenticidad. “Si quieres tanto dinero mal vamos, no lo tengo ni de lejos”, se ríe. Y aquí terminan los parecidos: en El desconocido, que inaugura hoy la sección Venice Days del festival de Venecia, no hay bromas, sino drama y tensión. Porque la bomba es real y el director de una sucursal bancaria chantajeado (Luis Tosar) lleva a bordo a sus dos hijos, que pueden explotar con él si no consigue transferir la cantidad que le exigen al otro lado del teléfono.
“La idea surge de la indignación popular de los últimos años, del boom de estafados. Me atrae y me parece muy fuerte el engaño de la persona, el hecho de que alguien como un empleado del banco con quien tienes trato, al que igual aprecias, te pueda arruinar la vida”, asegura De la Torre (Monforte de Lemos, Lugo, 1975). Su ocurrencia se vio reforzada por el estribillo que escuchaba en reuniones con amigos y familiares: “Ojalá los banqueros revienten o se arruinen”. En el mundo real, la rabia de los ciudadanos se ha limitado a las protestas callejeras o a iniciativas legales pero prácticamente nadie, por suerte, ha decidido tomarse una venganza violenta. Sin embargo, el cine permite imaginar qué pasaría si el vaso de la ira se desbordara. Y, además, a lo grande.
Porque el novel De la Torre ha contado con un respaldo digno de un peso pesado y de una superproducción: Tosar como protagonista –“le hice llegar el proyecto a través de un amigo en común y le encantó. Es maravilloso”- de un reparto con Javier Gutiérrez, Goya Toledo y Elvira Mínguez; una distribuidora como Warner y una cadena como Antena 3 detrás; y una disponibilidad de 2,5 millones que autorizaba a soñar. “Quizás los directores noveles que venimos de presupuestos humildes tendemos a autocensurarnos. Pero Emma [Lustres, la productora] me dijo: ‘Hazlo lo más grande que imagines. Ya veré yo cómo lo pagamos”, cuenta el director. De ahí que en El desconocido haya helicópteros, persecuciones por la carretera y explosiones. “Mi reto era contar una historia de 95 minutos dentro de un coche y mantener al espectador enganchado. El equipo técnico me decía que probaron incluso cosas nuevas que no habían hecho nunca”, asegura De la Torre.
Es ese, al fin y al cabo, el cine que el creador busca. Y que repetirá en otro thriller con tintes sociales que ya prepara. Por un lado, consume todo tipo de películas, de Christopher Nolan a Denis Villenueve, de Spielberg al cine asiático. Pero cuando se pone él detrás de la cámara, el objetivo está claro: “Quiero hacer un cine trepidante, de acción, de aventura, thrillers, incluso una película histórica”. No cuesta comprender por qué ya ha recibido varias propuestas de estudios de Hollywood, con los que se reunirá estos días en Venecia, aunque De la Torre reivindica que en España también se pueden realizar ese tipo de películas, citando a directores como Bayona, Amenábar o Monzón.
Aparte de los prodigios técnicos, para desarrollar su filme el cineasta se reunió con todas las contrapartes reales de sus actores: estafados por las preferentes, banqueros y policías. En esos coloquios, descubrió tragedias chocantes y también que El desconocido no se aleja tanto de la realidad. “Una Tedax [Técnico Especialista en Desactivación de Artefactos Explosivos] me decía que hoy en día una bomba la puede hacer cualquiera, que ha desactivado explosivos con colacao”, relata De la Torre. El cineasta también navegó por las decenas de tutoriales disponibles en Internet para fabricar una bomba casera.
Eso sí, De la Torre se apresura a aclarar que su trama no es, ni mucho menos, una invitación a la emulación: “Hemos demostrado ser una sociedad ejemplar y tolerante. Tenemos derecho a protestar, a pedir explicaciones y a que el poder no nos responda: ‘Lo hacemos y punto, y no protestes, que te meto en la cárcel’. Pero el límite está en no incurrir en métodos violentos”. El cineasta asegura alegrarse de la llegada al poder de listas cívicas como las que gobiernan A Coruña, Madrid o Barcelona y considera sana una regeneración.
Otro cambio es el que protagoniza el final de la película, que deja dudas y un mensaje que muchos podrían considerar ambiguo. El propio director reconoce: “Es una controversia que tuvimos en la elaboración del guion. Barajamos varios finales que cambiamos. Pero yo creo que no hay ni buenos ni malos en la película, sino una realidad: que tenemos que cambiar nosotros para que las cosas cambien, y que el poder sigue siendo poder pase lo que pase”. A prueba de revoluciones. Y de bombas.
Babelia
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