No se bajan en la próxima, ¿y usted?
Dos de los nombres imprescindibles de la escena española del último medio siglo conversan sobre su trabajo y su vida con motivo de los Premios Ceres de Mérida
Lo de que se les llame vacas sagradas les provoca algo de risa. Pero es que si se hace un repaso por el mundo del cine, el teatro y la televisión de las últimas seis décadas no se encuentran dos actores tan presentes, tan completos, tan poliédricos, tan multipremiados y también tan buenos, como Concha Velasco (Valladolid, 1939) y José Sacristán (Chinchón, 1937). Y tan amigos: él siempre ha estado en los momentos importantes de la vida de ella y lo mismo Concha en la vida de él.
Sus vidas profesionales se han cruzado en muchas y variadas ocasiones. La más sonada, cuando estuvieron años interpretando en cine y teatro la obra de Adolfo Marsillach Yo me bajo en la próxima, ¿y usted? La más reciente anoche; cuando la Velasco (como se bautiza a las grandes) le entregó a su “Pepito”, como siempre le llama, el Premio Emérita Augusta concedido por su trayectoria profesional en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.
Un rato antes mantuvieron una conversación sentados en un sofá. No esperaron ni un minuto para lanzarse piropos. “Anoche me fui a ver la de Mr. Holmes y no paré de acordarme de ti: cómo te pareces a Ian McKellen, tenéis el mismo aire trabajando”.
Esto de ser vacas sagradas lo da la edad. Por otra parte, creo mantener una buena relación con el ejercicio de la profesión en este país, pero lo importante es que todo tiene una dimensión que es perfectamente manejable si no se es idiota, claro", dice Sacristán
“Esto de ser vacas sagradas lo da la edad. Por otra parte, creo mantener una buena relación con el ejercicio de la profesión en este país, pero lo importante es que todo tiene una dimensión que es perfectamente manejable si no se es idiota, claro”, le dice Sacristán a su compañera, que rápidamente le increpa: “No, idiotas no somos; pero mi carrera no tiene el desarrollo que la tuya, que es más importante”. “¡Pero qué dices Concha, qué tontería!”. Ella no cede y le aclara que como mujer ya no interesa en el cine: “Mi aspecto personal le influye a la gente joven, me ven con este lunar, la boca roja, toda pintadita…. No les intereso. Mi carrera terminó con París-Tombuctú, porque ya no tengo a quien perseguir. Yo antes perseguía a los directores que me interesaban, siempre lo he hecho y si hace falta me pongo de rodillas, me desnudo, lo que sea…. Pero lo cierto es que a una mujer no se la permite envejecer con dignidad, y a un hombre sí. Sin embargo, tengo el teatro lleno, que sí que me llaman, y algún trabajo estupendo en alguna serie... Y estoy encantada”.
Sacristán le confiesa que tener el reconocimiento por lo que ha hecho es muy importante en su caso, pero que aún le importa más, y cree que es mejor, el compartir trabajo y proyectos con la gente joven: “Se han convertido para mí en aventuras de trabajo y de vida”.
Ninguno tiene intención de bajarse del oficio. “Es que nos divierte y nos lo pasamos bien”, dicen. “Concha, ¿te has dado cuenta de que tanto tú como yo en lo que se refiere a nuestro trabajo tenemos el sentido de la medida, la capacidad de encajar, de evolucionar…. Y menos mal, porque pobre de aquel que considere que esto tiene una cosa poética. Nosotros somos gente de andar por casa”. “Pepito, además tenemos claro que estamos de paso y de dónde procedemos, nosotros estamos agradecidísimos a directores como Lazaga, Sáenz de Heredia, Forqué….. Nos han dado de comer, sin que hayan sido trabajos alimenticios porque lo hacíamos muy a gusto y cogíamos todo, pero nos han formado para bien y estamos agradecidos”. Sacristán vuelve a tomar la palabra: “Ahora ha llegado un momento que con nuestra edad podemos rechazar cosas, Concha. Y ahora el centro moral de nuestro trabajo es lo que tiene de juego”.
Entregados al teatro
El actor va a empezar a ensayar con el director Juan Carlos Rubio Muñecas de porcelana, última obra de David Mamet, que va a estrenar Al Pacino en Estados Unidos. Velasco, por su parte, aún hace gira con Olivia y Eugenio y en marzo estrena Juana la Loca, de Ernesto Caballero, con dirección de Gerardo Vera.
Yo estoy muy dolida con lo que pasa, porque tengo mi alrededor mucha gente joven que no puede trabajar en lo que le gusta. Gente valiosísima, preparadísima y sin ninguna salida", dice Velasco
Están entregados en cuerpo y alma al teatro, aunque los dos reconocen la influencia en sus carreras de cineastas como Pedro Olea, por el que se sienten marcados tras haber hecho con él películas como Flor de Otoño, que fue un revulsivo para Sacristán, y para ella Tormento y Pim, pam, pum, fuego.
“Pero antes de eso, cuando yo empiezo a asomar la nariz con papelitos, tú, Concha, ya hacías protagonistas. Es que para mí el estar a tu lado tiene un doble significado, porque el de Chinchón llega después y va haciéndose hueco”. “Sí, Pepito, pero lo has hecho sin pisar cráneos, al margen de que exista la suerte y en tu caso el saber estar”.
“Menos mal que el teatro es tan importante para nosotros, Concha, porque con la que está cayendo… En el teatro no hay que esperar a que te llamen y no voy a ser catastrofista, pero por ser suave diría que estamos viviendo un periodo de cierta perplejidad”. “Yo estoy muy dolida con lo que pasa, porque tengo mi alrededor mucha gente joven que no puede trabajar en lo que le gusta. Gente valiosísima, preparadísima y sin ninguna salida”. Sacristán echa la vista atrás: “Concha, ¿te acuerdas que en tiempo de Franco abrías un grifo y no salía agua? Luego tuvimos agua corriente, y caliente y de todo, y ahora los chavales que han tenido de todo ven que del grifo vuelve a no salir agua”.
Se miran con ternura y admiración, y Sacristán concluye: “El balance que hay que hacer a la edad que tenemos no es otro que mirar hacia atrás y hacer una valoración de lo recorrido y encontrarnos en un territorio en el que nos reconocemos”.
Lluís Pasqual triunfa en los Premios Ceres con ‘Rei Lear’
La profesión escénica ya empieza a aceptar la Noche de los Ceres —que cierran oficiosamente el Festival de Mérida— como uno de los actos más importantes que vive el mundo del teatro a lo largo del año. Y el aficionado cada vez la identifica más con una cita privilegiada en la que se puede asistir a un momento único en el que se escuchan las palabras improvisadas de grandes del teatro.
Ayer, junto a las voces de Luz Casal y José Mercé, todos los premiados hablaron, emocionados y nerviosos. A la gala asistieron nombres como Ana Fernández, María Esteve, Tristán Ulloa, María Pujalte, Nancho Novo, Álex García, Laura Pamplona, Natalia Millán, Concha Velasco (le entregó el premio a su amigo José Sacristán) o Fran Perea.
Todo ello con un presentador avezado, más cercano al mundo actoral que al periodístico, como es el popular Carlos Sobera, y guionistas en la sombra transportando al público con humor y chascarrillos a un utópico paraíso del año 4014,
El jurado presidido por Antonio Resines decidió que los premios Ceres 2015 eran los siguientes:
Espectáculo: Rei Lear, de Lluís Pasqual.
Director: Carles Alfaro, por Atchúusss!!!
Actriz: Aitana Sánchez-Gijón, por Medea.
Actor: Pedro Casablanc, por Hacia la alegría y Los cuentos de la peste.
Escenografía: Juan Sanz / Miguel Ángel Coso, por Enrique VIII y la cisma de Inglaterra.
Vestuario: Pedro Moreno, por Enrique VIII y la cisma de Inglaterra y Medea.
Caracterización: la compañía Morboria (El burgués gentilhombre).
Autor: Alberto Conejero, por La piedra oscura.
Composición musical: Mariano Marín, por Atchúusss!!!
Trayectoria empresarial: Kamikaze Producciones.
Iluminación: Pedro Yagüe, por Don Juan Tenorio, Edipo rey y La pechuga de la sardina.
Premio de la juventud: el actor José Francisco Ramos, por El cerco de Numancia.
Premio del público: El cerco de Numancia.
Premio Emérita Augusta: José Sacristán.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.