Infalible Vetusta Morla
Nada más antagónico que el nombre de su último disco para definir el camino que recorre el grupo madrileño, cabeza de cartel del sábado del Sonorama
Ya era domingo cuando se escuchó en el foso: "¡Te quiero pucho!". Vetusta Morla volvía al Sonorama después de tres años sin pisar Aranda y los sonoritos, como Pucho, el cantante, llama al público del festival burgalés, parecían haberlos echado de menos. Desde que Zahara empezara a congregar público frente al escenario Ribera de Duero cuando aún era de día, y Xoel López lo llenara poco después, hubo quien no se movió del sitio. Sentados en corro, tumbados sobre un asfalto húmedo de alcohol o impertérritos de pie, se esperaba a Vetusta. Mereció la pena. Un directo infatigable, enérgico, una puesta en escena mimada y un puzle de luces que se acompasaba con cada nota dieron, de nuevo, el éxito atronador a un grupo que no hace tantos años tocó una mañana en la plaza del Trigo.
Unas cuantas horas antes, después de las pruebas de sonido, Guillermo Galván, el guitarrista, subía al autobús del grupo enfundado en una sudadera. Recuerda aquel día de 2008: "No solo ese día, guardamos con mucho cariño ese Sonorama. Era de las primeras veces que íbamos a un festival, nos pasamos por el campin porque teníamos amigos allí, y escuchamos a la gente cantando nuestras canciones. Nos dimos cuenta por esas fechas de que Vetusta había dado un paso adelante, tanto a nivel de exposición mediática como de público". Dice tras el sorbo a una lata de cerveza que se queda con eso, con la reacción del público: "Por suerte es algo que parece que se repite, parece que la plaza del Trigo es el draft de la NBA con la música aquí en España".
Ellos, que ya saltaron desde ese trampolín, siguen luchando público cada vez que suben a un escenario en un festival. "No vas a tiro hecho, como en un concierto. Hay gente a la que no le gustamos, o que nos tienen algún prejuicio, y nosotros subimos pensando que hay que ganarse también a esa gente, darles razones para engancharlos".
Más o menos aplaudidos, y no por ello, han ido mutando con los años. "Seas o no conocido, la perspectiva cambia siempre a medida que creces y evolucionas". Apunta que, aunque el público recuerde sobre todo el cambio desde 2008, también lo hubo desde el 2000 hasta el 2005, y desde entonces hasta el 2008. "Sí es cierto que ahora estamos más expuestos, pero no hay presión por el qué dirán, aunque sí artística porque te tienes que aproximar a lo que tienes en la cabeza, y no siempre se consigue. Cuanto más te acerques, más en paz estás contigo mismo, y entonces críticas y halagos te patinan un poco más".
Los 95 minutos de la madrugada del sábado dieron pocas críticas, muchos coros, un foso a reventar produciendo calor con cada salto en una noche fresca y un show infalible con un Pucho que parece infatigable. Seguirán mutando, seguro, para bien o para mal dependerá del público. Pero ahora, nada más antagónico para definir el camino que pisa Vetusta Morla que el nombre de su último disco, La deriva. El siguiente parece sobrevolar por ahí, dice Guillermo Galván que a partir de septiembre habrá sorpresas. "Y hasta aquí puedo leer". Iba a dormir una siesta antes del concierto.
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