“El doblaje no ayuda ni al cine como industria ni al espectador”
El actor cree que el cine en España no está valorado y que le gustaría interpretar a Gandhi
A Alejo Sauras (Palma de Mallorca, 1979) le hicieron popular las series de adolescentes. La que le catapultó fue Al salir de clase, en la que representaba a un joven homosexual. Desde entonces ha realizado numerosas series y películas, como Y decirte alguna estupidez, por ejemplo te quiero y Mentiras y gordas, ambas de Alfonso Albacete; o Bienvenido a casa, de David Trueba. En lo que va de 2015 se ha sumergido en tres proyectos diferentes. Desde enero protagoniza la obra de teatro El eunuco, en el teatro madrileño La Latina. También comenzó la serie de Antena 3 Algo que celebrar, aunque la audiencia solo permitió que se emitieran cinco capítulos. Su último proyecto es para la gran pantalla. Solo Química acaba de estrenarse en julio. Es la tercera película que el actor realiza para Alfonso Albacete y la protagoniza junto a Ana Fernández y Rodrigo Guirao.
PREGUNTA. ¿A qué sabe su infancia?
RESPUESTA. A barrio, a familia y a amigos. Fue muy dulce.
P. ¿Qué quería ser de pequeño?
R. Astronauta, como todos.
P. ¿Confesaría aquí y ahora algo inconfesable?
R. ¡No podría! Y menos con una grabadora delante.
P. Un lugar para perderse.
R. Cualquier montaña asturiana es perfecta.
P. Una película, una canción, una serie y un libro.
Me gustaría hacer de Ghandi. Intentar comprenderlo debe de ser maravilloso
R. La película Martín Hache me gusta porque habla del ser humano y del entendimiento de una forma que me fascina. Una serie, Los Hijos de la anarquía. Un libro, Apocalipsis Zeta, que es de ciencia ficción de un escritor gallego que descubrí hace un par de años y me encantó. La canción, El Miedo, de Dani Martín, porque me la dedicó en los primeros días de mis funciones en el teatro.
P. ¿Qué es un oxímoron? Y no me diga que un medicamento.
R. Si no lo es, no tengo la menor idea.
P. ¿A qué le suena catáfora?
R. ¿Un recurso literario?
P. ¿Cómo es el viaje al centro de su alma?
R. Aún estoy de camino y no he llegado. Supongo que aún me falta conocimiento.
P. Tres cosas que lleve siempre consigo.
R. Dinero y gafas de sol si hace buen día, pero no hay objeto imprescindible en mi vida, y al móvil cada vez le presto menos atención.
P. ¿A qué le tiene miedo?
R. A que me falte la gente que quiero. A la salud, al fin y al cabo.
P. ¿Qué es lo que menos le gusta del cine?
R. Siento que en este país el cine no está tan valorado culturalmente, como sí ocurre en otros países.
P. Si pudiera representar a un personaje de la historia, ¿a quién sería?
R. A Gandhi.
P. ¿Por qué a él?
R. Intentar comprenderlo debe de ser maravilloso.
P. La última película con la que lloró.
R. Con Solo Química. Se me saltaron un par de lágrimas por el trabajo realizado.
P. ¿Qué le parece el doblaje en España?
R. Quizás sea la causa por la que los españoles no hablamos idiomas. Creo que las películas dobladas pierden mucho. A veces el doblaje ayuda a una mala película, pero creo que no hay que mejorarlas ni empeorarlas. Pienso que no ayuda al cine como industria ni al espectador. Particularmente no soporto nada las voces que les ponen a los negros. Me pone nervioso.
P. ¿Tiene alguna manía?
R. No soporto viajar en el asiento de en medio, no sé si eso vale.
P. ¿Cómo lleva desnudarse en el teatro?
R. Al principio impone, aunque después no he sentido pudor en el escenario. Cuando llegó el momento ni lo pensé.
P. ¿Y antes de salir al escenario?
R. En El eunuco tengo que darle un abrazo a mi compañero de escena, Eduardo Mayo. Doy la vuelta al teatro entero si hace falta antes de actuar.
P. ¿Qué libro tiene en su mesita de noche?
R. Sexualmente, de Nuria Roca, lo he leído varias veces. También me hace reír mucho Luis Piedrahita, también tengo algún libro de él.
P. ¿Qué le gusta hacer antes de irse a dormir?
R. Pues fumo un poco. Hago balance, digámoslo así. Aunque lo mejor es el sexo, ja, ja.
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