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Muere a los 88 años Curro de Utrera, superviviente de la historia flamenca

Se le consideraba el cantaor de flamenco profesional con más años en activo

Captura de una de las actuaciones de Curro de Utrera.
Captura de una de las actuaciones de Curro de Utrera.

Con la desaparición del cantaor Curro de Utrera, nacido Francisco Díaz García (Utrera, 1927) se va uno de los grandes, de los históricos, el más longevo de los que de su categoría quedaban. Y, además, en activo, pues en caso parecido al de Encarnación Marín La Sayago, otra veterana que se nos fue no hace mucho, su retirada de los escenarios nunca fue definitiva y siempre se mostró dispuesto a ofrecer su arte allá donde era requerido.

Una de las últimas debió de ser la de la pasada Bienal de Flamenco de Sevilla, el pasado 1 de octubre de 2014, cuando la organización lo reunió en un acertado y más que celebrado cartel junto a Romerito de Jerez, Rancapino, La Cañeta de Málaga, El Carrete y El Peregrino. Toda una vida se llamó el espectáculo y recibió una calurosa y unánime acogida por parte de la crítica y de los aficionados.

Cuando las facultades no fallan y el conocimiento se mantiene intacto se pueden dar fenómenos como el de Curro de Utrera, que todavía era capaz de decir los cantes con solvencia transmitiendo fielmente las esencias propias de cada estilo. Y él era de los que conocía mucho. Un cantaor largo, casi enciclopédico, que adquirió sus saberes tanto por su incontestable afición como por su larguísima trayectoria artística, que le hizo traspasar las fronteras temporales de las etapas flamencas con una extraña cualidad de supervivencia. Vivió la llamada Edad de Oro del cante con largueza y fue figura de los festivales flamencos que imperaron en la segunda mitad del siglo pasado, un fenómeno que curiosamente habría de nacer en su localidad natal.

Utrera es tierra de grandes artistas, de cante muy gitano y de nombres tan celebrados como Fernanda, Bernarda o Gaspar, todos con el apellido artístico de su tierra o del inigualable Bambino. En ese contexto, la trayectoria de Curro estaba destinada a andar otro camino, lo que no le impediría ser reconocido como el gran cantaor no gitano de su pueblo, que lo habría de nombrar Hijo Predilecto en el año 2009, o recibir los más altos galardones de su tierra.

Pero su carrera artística se habría de labrar lejos de allí. Primero llegando hasta la capital, donde entraría en la compañía de Pepe Marchena, que lo adoptaría artísticamente y, después de recorrer anchamente la geografía patria con compañías de éxito (Juan Valderrama, Lola Flores…) terminar residiendo en tierras cordobesas, en cuyo prestigioso Concurso había triunfado ampliamente en su segunda edición (1958). De forma paradójica, el de Utrera se impregnaría de la mejor tradición de los cantes de esa tierra para convertirse en referente de sus estilos más significativos. Las alegrías y soleares de Córdoba, los fandangos de Lucena, adquirieron en su garganta una calidad canónica por la que fue unánimemente reconocido. Los cantaores que posteriormente hicieran esos estilos habrían de seguir su modelo, y todavía cuando escuchamos esa hermosa cantiña de “Pregúntale al platero…”, habremos de recordar su voz y su estilo, que seguirán vigentes por mucho tiempo.

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