Hora de jugar
Todo el mundo quiere volar, reír y ser feliz. A veces se consigue. Por ejemplo, en los libros
La primavera y el verano están hechos para jugar. El sol estira el día como si fuese de goma, y los padres abren las puertas de las casas para que salgan los niños y corran y brinquen y se persigan y vuelen y rían hasta que caigan rendidos en la cama cuando llegue la noche y sueñen con el día brillante, soleado, interminable, como lo son todos los veranos de la infancia.
La felicidad es contagiosa. Los cuentos de Aitor Saraiba son muy breves para que el lector los haga tan largos como desee. Uno de mis favoritos es este: “Hubo un lugar donde dos niños fueron felices para siempre”. La felicidad de la historia es contagiosa, pero esa frase también podría ser el inicio de otro cuento o podría ser el final, depende de la imaginación, de la hora, de las ganas locas de brincar… En Cuentos y ejercicios para niñas y niños inquietos, Saraiba inventa además ejercicios que son juegos. Uno de mis favoritos es este: “Pide permiso y luego coge unos rotuladores y dibújate tatuajes en los brazos”. Yo me he tatuado una rodaja de limón.
La risa está por encima de las reglas. Hay libros de cocina, de informática, de colorear…¿Sales a jugar? es un libro de juegos porque a veces sucede que no recordamos muy bien por qué es mucho más divertido ser ladrón que policía o por qué nadie quiere ser burro. Cada explicación es un cuento donde es posible paralizar a todos con la mirada, como en el escondite inglés, o donde el rival se sitúa frente a ti, igual que un pistolero a punto de desenfundar, y un segundo decide la gloria o el fracaso, como en el pañuelo. Hay normas, trucos y, sobre todo, hay una máxima: la risa está siempre por encima de las reglas.
El infinito y más allá. ¿Quién no ha jugado alguna vez a volar? Cruzar el cielo como un pájaro, lanzarse en picado como Superman… Mover los brazos y elevarse como hizo el joven Ícaro, que quiso acercarse al Sol batiendo sus alas. El calor derritió la cera que mantenía unidas las plumas e Ícaro se precipitó al mar. Descender hacia el centro de la Tierra o viajar por el fondo del mar no nos atrae igual que volar. Desde Ícaro hemos cruzado los océanos, hemos paseado por la Luna y hemos conseguido acercarnos al Sol. Cada vez más alto, cada vez más lejos, cada vez más rápido. Altos vuelos es un hermoso libro-acordeón que despliega ante los ojos del lector nuestra fascinación por elevarnos, dejar atrás la Tierra y llegar hasta el infinito y más allá.
Cuentos y ejercicios para niñas y niños inquietos. Aitor Saraiba. NubeOcho, 2015. 56 página. 12,90 euros.
¿Sales a jugar? María Pascual. Narval, 2015. 42 páginas. 14 euros.
Altos vuelos. Golden Cosmos. Barbara Fiore Editora, 2015. Desplegable de 136 centímetros. 10 euros.
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