Gloriosa tarde de toreo a caballo
La actuación de Diego Ventura fue completísima, una auténtica lección magistral del mejor toreo a caballo
Primero: ‘Sueño’ es el nombre de un caballo que utiliza Diego Ventura para el tercio de banderillas, que está llamado a ser un revolucionario en el mundo del rejoneo. Tiene cinco años, es lusitano, pero parece nacido a la sombra de la mismísima Giralda, porque es torero de la frente a la cola, tiene pellizco, hondura, empaque y se gusta en las suertes. Posee una personalidad arrolladora e impregna el ambiente de toda ella en cuanto sale por la puerta de cuadrillas.
Segundo: si se exceptúa el pésimo manejo del rejón de muerte por parte de los tres rejoneadores, la tarde fue espectacular, emocionantísima, extraordinaria, divertidísima, en la que primó el toreo clásico por encima de los juegos circenses tan habituales en el rejoneo moderno.
El Capea/Galán, Ventura, Hernández
Toros despuntados para rejoneo de El Capea, -el cuarto, como sobrero-correctamente presentados, mansurrones y manejables.
Sergio Galán: rejón muy trasero (oreja); rejón trasero y caído (oreja).
Diego Ventura: bajonazo (ovación); rejón en lo alto a toro parado (dos orejas).
Leonardo Hernández: rejón caído (oreja); rejón caído (oreja). Los tres salieron a hombros por la puerta grande.
Plaza de las Ventas. 16 de mayo. Novena corrida de la Feria de San Isidro. Lleno. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Joselito El Gallo.
Tercero: la actuación de Diego Ventura fue completísima, una auténtica lección magistral del mejor toreo a caballo. No puede evitar algunos gestos para la galería, pero es un caballero en plena madurez, que domina todas las suertes y posee una cuadra difícilmente mejorable.
Sueño es la estrella, pero nada tienen que envidiarle Maletilla, Nazarí, Remate, Suspiro, etc. Con todos ellos, protagonizó una de las actuaciones más sobresalientes de su trayectoria torera y con su colaboración salió por duodécima vez por la puerta grande de esta plaza.
Recibió a su primero con la suerte de la garrocha, y, a renglón seguido, Sueño. Vaya manera de templar, con los pitones imantados en la piel del caballo! Vaya cómo torea ese caballo y se deja ver en el tercio de las banderillas! Y, cuando la afición está presa de una pasión incontrolable, Sueño se coloca en línea recta con su oponente, clava su mirada en la testuz del toro, lo cita el caballero, se arranca el de negro, Sueño recula con pasos tan enérgicos como elegantes, y el encuentro es una explosión de júbilo difícil de entender si no se vive y se siente. Solo por ver a este caballo torero mereció la pena el espectáculo.
Pero se nota la competencia entre los equinos. En el otro toro salieron Maletilla y Nazarí, y ambos dejaron muy, muy alto el pabellón de Ventura, especialmente el segundo, dueño del temple en banderillas. Entonces, sí mató Ventura de manera fulminante y las dos orejas le abrieron el pasillo de la gloria.
Cuarto Sergio Galán firmó otra actuación de altísimo nivel. Practica un rejoneo clásico, austero en las formas, serio y con pocas ventajas para el público, pero de mucha calidad. Se lució en todos los tercios, sobre todo en banderillas, ambientado por esas animosas palmas que suenan en los mítines de atletismo y que tan escaso favor hacen al toreo a caballo.
Y quinto: menos espectacular, pero eficaz Leonardo Hernández, que no desentonó del alto nivel de sus compañeros de cartel.
Babelia
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