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Los sueños rotos de Diego Ventura

Propuso lidiar seis toros en solitario Madrid y un duelo con Hermoso de Mendoza, su gran rival

Antonio Lorca

La palabra ‘sueño’ es de las preferidas del rejoneador Diego Ventura. Así se llama el caballo estrella de su cuadra, de cinco años de edad, para el que no encuentra adjetivos que expliquen su grandeza; dice que ha conseguido el ‘sueño’ de ser figura, y se lamenta de no poder cumplir esta temporada su ‘sueño’ de encerrarse en la plaza de Las Ventas con seis toros o medirse, mano a mano, con su gran rival, Pablo Hermoso de Mendoza.

De todo ello ha hablado en un acto celebrado en el coso madrileño para celebrar el décimo aniversario de su primera puerta grande en esta plaza, el 16 de octubre de 2005.

En estos diez años, Ventura ha conseguido abrir once veces ese portón de los grandes sueños, y dice que su ilusión era celebrar la efeméride con algo diferente; por ese motivo, planteó a la empresa de Madrid encerrarse con seis toros en solitario (gesta que ya ha realizado en Ronda, Huelva y Sevilla) o, en su defecto, anunciar un mano a mano con Hermoso de Mendoza. Pero ninguna de las dos propuestas fue aceptada por Taurodelta, aunque la explicación que le ofrecieron es que ‘la Comunidad de Madrid no lo veía bien’.

‘Otra vez será’, se consuela el caballero, pero reconoce que ‘la moral se me ha venido un poco abajo’, porque su objetivo es ‘ir más allá e intentar cosas nuevas por el bien de la fiesta’.

Repasó Ventura toda su trayectoria, contó las dificultades vividas para llegar a la cima, habló de sus caballos y piropeó en varias ocasiones al gran caballero Manuel Vidrié, presente en el acto.

Se detuvo especialmente en los pormenores de aquella primera puerta grande que, según sus palabras, casi le cuesta su futuro.

‘Si no es por ese triunfo, me hubiera retirado’, afirma. ‘Mi familia es humilde, mi padre estaba hipotecado hasta las cejas por mi carrera, y mi decisión era vender los caballos y pagar las deudas; por eso arriesgué aquella tarde’, añade.

Cuenta que la propuesta de la empresa -el 16 de octubre, fuera de las ferias y una corrida de Fidel San Román- no le agradó, pero que fue su padre quien insistió para que aceptara el reto.

‘Después de pinchar al primer toro, lo pasé muy mal porque ya veía el fin de mi carrera. Recuerdo que en aquel momento no me importaba morir. Por eso, mi fui a porta gayola en el segundo, puse mi alma y la faena resultó rotunda, como espectacular fue la muerte del toro tras un rejonazo; ahí comenzó mi nueva vida’, asegura.

Dice que con el paso del tiempo ha ganado madureza y templanza: ‘Antes salía al ruedo muy presionado, porque me hacía falta el triunfo; ahora, disfruto, toreo como me gusta y sale el Ventura artista’. ‘Pero mi toreo ha estado y estará siempre basado en la verdad y el riesgo’, concluye.

Le preguntaron por su caballos más determinantes de su carrera, y citó a Café, Manzanares, Distinto, Guaraná, Pegaso (‘todos me han enseñado algo’), y se detuvo en Sueño, la estrella de su cuadra actual. ‘En estos momentos, no hay otro como él en el rejoneo’, asegura; ‘tiene personalidad, pellizco, es artista y se gusta a la salida de la suerte’.

¿Y para cuándo la duodécima puerta grande?

‘Esa meta es muy difícil y hace falta mucha suerte; me encantaría que el próximo sábado pudiera cuajar un toro, aunque no hubiera salida a hombros’.

‘Tengo tiempo; si Dios quiere, hay Ventura para rato’, terminó.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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