El Vaticano se niega a pagar por una carta de Miguel Ángel
Un exempleado pide 100.000 euros para devolver la misiva
Los asuntos del Vaticano, aun los más terrenales, siempre requieren de ciertas dosis de fe. El último misterio es buena prueba de ello. Hace unos días o tal vez unas semanas —con exactitud no se sabe cuándo—, un antiguo empleado de la Santa Sede, aunque no ha trascendido quién, llamó a la puerta del cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la basílica de San Pedro, y le informó de que hace muchos años —20 o quién sabe si 50— fue robada de los archivos vaticanos una carta escrita por el mismísimo Miguel Ángel.
El antiguo empleado pidió a monseñor Comastri unos 100.000 euros a cambio de decirle dónde y en poder de quién se encuentra el documento, que a pesar de su valor y su rareza —el autor del David, La Piedad o El Juicio Final de la Capilla Sixtina no tenía la costumbre de escribir cartas— nadie hasta ahora había echado en falta. O sí, pero no había dicho ni pío.
El caso es que la historia con sus amplios márgenes de duda fue publicada por el diario romano Il Messaggero y confirmada después por el padre Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede. Lombardi añadió que en un principio el cardenal Comastri —quien además es el responsable de la Fábrica de San Pedro, el organismo encargado de la conservación de la basílica y sus tesoros— se mostró partidario de recuperar la carta, pero que luego “naturalmente se negó” a negociar el rescate “ya que se trata de documentos robados”.
Según la reconstrucción apresurada y aproximada de los hechos realizadas por el Vaticano, la misiva pudo desaparecer en 1997, porque fue entonces cuando una monja archivera se percató de que faltaba la carta —o las cartas— y se lo dijo al cardenal Virgilio Noè, responsable entonces de los archivos de la Fábrica de San Pedro, pero no se sabe por qué no trascendió el asunto niº se interpuso una denuncia por robo. Lo que, según Lombardi, sí se ha hecho ahora. La información del diario Il Messaggero tampoco aporta más datos concretos, si bien da a entender que la desaparición tiene que ver con las luchas de poder en el interior del Vaticano.
No en vano, señala la información, los archivos de los que fue extraída la carta o las cartas no están abiertos al público y ni siquiera a los investigadores, y solo puede acceder a ellos un reducido círculo de personas relacionadas con la Fábrica de San Pedro. Es este un organismo creado en 1523 por el papa Clemente VII, que nombró una comisión de 60 especialistas, bajo dependencia directa de la Santa Sede, para que supervisara todo lo relativo a la construcción y administración de la Basílica. En la actualidad, de la Fábrica de San Pedro depende una oficina administrativa y una técnica, de la que dependen los operarios que cuidan del funcionamiento de la basílica.
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