Críticos criticados
A menudo, la crítica es incapaz de entender la crítica, como los defensas no soportan que un día un delantero les propine una patada
Una escena de la película Birdman ha creado cierta controversia en el mundo de la crítica. A menudo, la crítica es incapaz de entender la crítica, como los defensas no soportan que un día un delantero les propine una patada. Y sin embargo la autorreflexión rebajaría la exaltación del gusto propio. Birdman es una película compuesta por escenas brillantes, bien rodadas y aún mejor interpretadas, pero que avanza por acumulación de momentos, perdido tras media hora el horizonte hacia el que camina. Carente de claridad puesto que ignora su idea, recurre a la explosión de talento, como solos de alta precisión musical que no se incorporaran finalmente a la melodía. Y así llega una de las escenas finales, donde el protagonista, que ya para entonces ha abandonado su interés por todo lo que parecía ser de vital interés para él, se cruza en un bar con una mujer que ejerce de crítico en el periódico más leído de la ciudad.
Como bien se aplicaba Marcos Ordóñez, la escena servía para recordarse como crítico todo lo que uno no quisiera ser. El personaje de Birdman asegura que ya ha escrito su crítica antes de ver la función y que va a machacarla. Reivindica que ella es el filtro por el que todo artista tiene que pasar si quiere llegar a ser algo. Y es en esa imagen tópica y prepotente del crítico la que permite al protagonista denunciar su carencia de riesgo, su recurso a las etiquetas, su falta de observación del trabajo ajeno. Es un descargo y no una polémica honda, lo que requeriría eliminar los clichés y los fuegos de artificio.
La batalla será eterna. Como lo sería si hubiera comentaristas en los paritorios, y recién salido el bebé comunicaran a los padres lo que piensan de su aspecto y su futuro vital. Me quedo con esta reflexión de Auden: “El crítico tiene siempre que defender la tradición contra el amateur que la desconoce y el que la desprecia porque piensa que el arte comienza a partir de su propia obra; pero también ha de sancionar las auténticas novedades del presente y demostrar, frente al académico que imagina que continuar la tradición significa simplemente imitarla, qué logros modernos pueden considerarse análogos a los del pasado”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.