La generación posnarco renueva el discurso del arte colombiano
Veinte jóvenes mostrarán en Arco una creación nueva y diversa. El sexo, la identidad, el feminismo, lo social y lo personal centran su obra más allá de la violencia
La galería de la Oficina está situada junto al parque de San Antonio, en la planta baja de un edificio de escasa altura en el centro de Medellín. Inaugurada en 1972 por Alberto Sierra (Medellín, 1943), no hay artista colombiano que no haga una referencia a la importancia de este hombre, arquitecto de formación, que ha vivido en primera persona la evolución del arte de su país en las últimas décadas. Promotor del Museo de Arte Moderno, participó en las tres bienales que en los setenta hicieron que su país participara de la escena artística internacional. Luego vinieron los años de plomo, que en las décadas de los ochenta y noventa desangraron Colombia y la convirtieron en la capital mundial del narcotráfico y del crimen. El cartel, el Ejército o el Frente fueron arrasando con todo mientras algunos, como Sierra, intentaban con muchas penas seguir con su trabajo.
Por la Oficina han pasado todos los grandes artistas colombianos de los últimos tiempos y muchos creadores internacionales. Pero Sierra siempre ha tenido un espacio reservado para los más jóvenes, para quienes tenían otras cosas que decir y otra manera de contar. Durante un reciente viaje de periodistas internacionales organizado para conocer el arte colombiano que se expondrá durante la feria de Arco, Sierra explicaba con mucho sentido del humor que él siempre ha tratado de ignorar el peso que ejercieron los narcotraficantes en una ciudad en la que las huestes de Pablo Escobar imponían sus gustos y presencia en todos los ámbitos. “Yo creo que me dejaron en paz porque lo que aquí encontraban no les interesaba. La narcoestética grandilocuente y hortera, que a ellos tanto les gustaba, no la trabajábamos. Preferían sus vírgenes, joyas y autos carísimos”. Sí reconoce que el negocio cayó casi en picado y que muchas veces estuvo seriamente enculebrado (cargado de deudas). Durante la visita, en las blancas paredes de la galería se podía ver una exposición de uno de sus creadores más representativos: Jesús Abad Colorado, el artista que más ha documentado y retratado el infierno de la guerra y un referente para los más jóvenes.
A Madrid ha decidido traer a dos nuevos artistas poco conocidos fuera de Colombia, pero coherentes con una línea que se aleja de los estereotipos conocidos. Son Iván Hurtado (Medellín, 1970) y Pablo Gómez (Medellín, 1975). Este último, arquitecto y artista visual, con residencia y estudio abierto en Nueva York, expondrá en Madrid varias de las obras que forman parte de un proyecto en el que lleva años trabajando: Gordon Demolition, un archivo en el que denuncia cómo se han ido destruyendo los lugares más importantes de su ciudad de origen.
Hurtado, también arquitecto de formación, traerá una serie de paisajes en los que lo figurativo se mezcla con la geometría más pura, en un festival deslumbrante de colores primarios. El tema de fondo tiene que ver con la memoria, porque este artista es de los que creen que hurgar en los recuerdos no tiene por qué ser algo dañino: no hay nada más paralizante que el olvido, piensa. Cada una de sus pinturas está inspirada en el registro fotográfico de Jesús Abad Colorado. “Los cuadros se pueden ver como una gran explosión. Los planos se van como desintegrando en el aire (…) Los grandes cuadros que hablan de una geometría están volando, son prácticamente como si cogieras una lupa”, explica el artista en el texto de presentación de su obra.
Gómez y Hurtado son dos de los 20 artistas elegidos para dar a conocer a los nuevos creadores en Arco, representados por 10 prestigiosas galerías. La selección ha sido realizada por Juan Andrés Gaitán, un prototipo de los muchos gestores culturales que han surgido en Colombia en los últimos años. Nacido en Toronto en 1973, actualmente reside en México DF, donde dirige el Museo Tamayo, y comisarió la última Bienal de Berlín. Confiesa estar obsesionado por renovar las expectativas que se tiene de los artistas colombianos en todo el mundo.
Durante meses Gaitán ha realizado un concienzudo trabajo de campo por toda Colombia buscando artistas entre los 20 y los 40 años que tuvieran un discurso personal. En algunos casos ya estaban trabajando para galerías, en otros, él ha servido de puente para darles a conocer. No olvidemos que Arco es una feria de galerías a la que los artistas no se pueden presentar de manera individual. Cuenta que cuando recibió el encargo de elegir a los creadores que viajarían a Madrid, le dio muchas vueltas: “Tuve varias ideas en un principio, pero vi que todas tematizaban demasiado, así que me decidí por exponer un grupo de artistas jóvenes que represente la diversidad de prácticas que hay en Colombia ahora. Son en su mayoría muy jóvenes y por esto poco conocidos fuera. Tienen prácticas que en su conjunto resisten la estereotipación del arte colombiano. Todos ellos son representativos en la medida en que no hay ya una línea discursiva que se pueda decir dominante. Hay un rango de aproximaciones que se apoyan de igual medida en lo social, lo individual o lo personal”.
Pese a esto, la violencia como tema no es todavía un asunto del pasado en el discurso de los jóvenes. Otra cosa es que ya no se afronte de una manera tan explícita como puede verse, por ejemplo, en la obra de la premio Velázquez Doris Salcedo (Bogotá, 1958), una artista por la que los jóvenes sienten auténtico fervor. “Yo pienso”, advierte el comisario, “que en esta generación hay mucho desgaste en cuanto a la imposición de temas sobre violencia y política. Veo que han optado por un camino más personal”.
En sus obras, los artistas elegidos reflexionan sobre la representación, la identidad, la falsificación, la sexualidad, el feminismo, la reinterpretación, la autoría y la transculturalidad. En Arco se presentarán instalaciones, pinturas, escultura, fotografía y mucho trabajo manual, como reivindicación de las prácticas más ancestrales y artesanales.
Uno de los mejores ejemplos de estos jóvenes puede ser el de María Alejandra Garzón (Bogotá, 1989), a la que veremos en la galería Doce Cero-Cero, de Bogotá. Rebautizada artísticamente como Suntuosa Vulgaridad, es una artista textil por tradición familiar, formada en los oficios del tejido y del bordado. Con aguja, hilo y dedal reproduce escenas de sexo explícito entre mujeres o primerísimos planos de los órganos sexuales femeninos adornados según la ocasión. Son imágenes rompedoras ejecutadas con un impecable dominio de un oficio tan convencional como la costura.
De ese mundo en el que se mezclan artesanía y academia viene también Jorge Magyaroff (Bogotá, 1979), de la galería El Museo, de Bogotá. La pintura y sus utensilios forman parte desus piezas. En cada obra centra su atención de manera obsesiva sobre las masas de pintura como fluido y color: pero también sobre los tarros, brochas o pinceles que acaban insertados en su obra.
Juan Andrés Gaitán no alberga dudas sobre el interés que los artistas colombianos suscitarán: “Son individualidades con mucho que contar en un mundo cada vez más diverso”.
Arco Madrid. Feria Internacional del Arte Contemporáneo. Visita profesional: días 25 y 26 de febrero. Abierto al público del 27 de febrero al 1 de marzo. Horario: de 12.00 a 20.00. Pabellones 7 y 9 de la Feria de Madrid.
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