_
_
_
_
FERIA DE VALDEMORILLO

Una corridita birriosa

Los toros de La Dehesilla, novillos mansos y descastados, y los toreros protagonizaron un festejo insulso y aburrido.

Antonio Lorca

Se anunció como corrida de toros, pero fue novillada; ni por trapío, ni hechuras, ni cara, ni comportamiento, aquellos animales tenían pinta de gente madura. Tendrían los cuatro años, pero estaban en la edad del pavo. Y ni siquiera como novillos dejaron alto el pabellón de su casa. De estructura débil y escasos músculos, solo el quinto peleó en varas con cierta gallardía. Claro que también se debe tener en cuenta que el caballo lo montaba Tito Sandoval, uno de los mejores picadores que luce hoy el castoreño. Los demás novillotes huyeron de la pica, no se emplearon en las embestidas y cantaron a las claras que la casta no era lo suyo. En fin, una birria de corridita, mal presentada, escasísima de fuerzas y de bravura. Hubo un mirlo blanco, el segundo, que no es que demostrara mayor fortaleza, sino que sacó carácter de sus entrañas y acudió al cite con largura, empeño y nobleza, cualidades que no acabó de entender el torero Eduardo Gallo.

Por cierto, que hicieron el paseíllo tres toreros, pero torearon poco. Casi nada, ciertamente. Solo el veterano Curro Díaz sacó a relucir sus buenas maneras en la tanda inicial con la muleta a su primero, templados los muletazos, suaves, con un gusto exquisito, pero, una vez ligados los pases con el de pecho, se acabó la presente historia. Se esfumó el artista como por arte de magia y se hizo hombre un señor que citaba fuera cacho, siempre al hilo del pitón, muy despegado, con el engaño enganchado y un empeño en emborronar la faena que había comenzado de tan feliz manera. Y como Curro es un artista y no sabe estar mal, se le notó demasiado que no había química entre el torete y el torero. El cuarto dio una vuelta de campana a la salida del primer muletazo, se dejó los riñones y media vida en la arena y se acabó la presente historia. El animal dijo que, después del porrazo, no tenía cuerpo para perseguir un trapo de colores.

El mejor de la tarde le tocó a Eduardo Gallo y no le cortó las orejas. Mala cosa. El segundo novillo tenía calidad en la embestida para hacer el toreo verdadero, ese que exige valor, técnica, sensibilidad, empaque, naturalidad, aroma, hondura, gracia… Y Gallo se limitó a dar muchos pases, pero no toreó casi nada. Desconfió de sí mismo, no se lo creyó y todo lo que hizo supo a anodina superficialidad. Apostó por un arrimón final a modo de justificación inútil, y el toro se fue con las orejas colgando. Quiso sacarse la espina en el quinto, pero el animal carecía de la calidad necesaria.

Por último, llegó el mexicano Saldívar, muy toreado en su país, animoso, valiente, seguro, pero no dijo nada. Es otro torero moderno que da pases y más pases como si jugara en el patio de su casa, sobrado de facultades, pero ayuno de hondura.

La Dehesilla/Díaz, Gallo, Saldívar

Toros de La Dehesilla, muy mal presentados, mansos, blandos, descastados y nobles; destacó el segundo. Deslucidos los tres últimos.

Curro Díaz: pinchazo y estocada (ovación); estocada (palmas).

Eduardo Gallo: estocada caída (vuelta); estocada baja (silencio).

Arturo Saldívar: estocada (ovación); casi entera trasera y caída (silencio).

Plaza de Valdemorillo. 7 de febrero. Primera corrida de feria. Casi tres cuartos de entrada.

En fin, que ni toros, que eran novillos e inválidos, ni toreros, pues no torearon. Una corrididta birriosa. Pues bien empezamos…

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_