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El álbum que salvó la vida a la familia Tweedy

El líder de Wilco presenta en España el disco que compuso con su hijo mayor

Spencer (izquierda) y Jeff Tweedy, en Barcelona.
Spencer (izquierda) y Jeff Tweedy, en Barcelona.GIANLUCA BATTISTA

Sábado por la noche en el hogar de los Tweedy. El padre del clan escruta la jukebox que tienen instalada en el comedor, aunque sabe muy bien qué canción debe sonar. El resto de la familia tararea segundos después I'll take you there, de The Staple Singers, grupo de soul de la ciudad donde viven: Chicago. Así que todos cantan juntos: “Conozco un lugar donde nadie llora, donde nadie está preocupado”.

Jeff Tweedy (Belleville, 1967) no ejerce aquí de cantante de Wilco, uno de los grupos estadounidenses más influyentes de la música de las últimas décadas. Es solo un padre intentando apretar filas con los suyos. Por eso, cuando ponen música en casa, abren cada sesión con este tema. “Es el favorito de mi mamá. Lo escuchamos sin parar desde que era un mocoso”, explica Spencer Tweedy, el hijo mayor. Su madre, Sue Miller, está batallando con un cáncer que le diagnosticaron hace unos meses. Y lo hizo mientras su esposo, una estrella del rock, y su primogénito grababan juntos el álbum que este lunes presentaron en Barcelona, en el marco del Festival del Mil.leni, y este martes, en la madrileña sala La Riviera.

Padre e hijo, cuya banda han bautizado como Tweedy y que ya habían trabajado juntos en canciones para (precisamente) la diva del soul Mavis Staples, promocionan ahora el disco que les sirvió de refugio durante los peores meses de sus vidas. Titulado Sukierae, el apodo cariñoso de la madre, es un doble álbum casi tan variado y ambicioso como cumbres de Wilco como Being There, de 1996. Una horquilla sónica que va del tormento casi experimental a la gema pop silbable. “Nadie tiene un solo sentimiento por época. Por eso no es un disco morboso, triste y deprimente. Hacer estas canciones con mi hijo ha sido una fuente de consuelo. Y también para mi esposa”.

Estas dos generaciones de Tweedy son una verdadera banda: calzan los mismos botines sin cordones y bromean cuando alguien parece reconocerlos por las calles de la capital catalana. “Hijo, no me miran porque sea famoso. Creo que piensan que han descongelado a algún troglodita”, le suelta Jeff, mesándose la barba, a Spencer. Este, un batería de genio precoz, muy talentoso para sus 19 años, no juega el rol de tímido. Cuando se les propone hacerse la fotografía delante de una persiana grafiteada, a imagen de la portada del disco, él no tiene abrigo, así que le comenta a su padre que debería quitarse su chaqueta de franela a cuadros para no desentonar. Está acostumbrado a salir de gira con él, aunque es la primera vez que subirá cada noche al escenario: “Mi papá es la bomba, así que no se me hace raro”. “La clave es tratarlos como personas y no como niños tontos… incluso cuando eran muy pequeños y algo tontos”, bromea su padre.

Su hermano menor se ha quedado en casa. “Con él tenemos una especie de grupo underground llamado The Racoonists. Grabamos nuestra primera maqueta en mi habitación cuando yo tenía seis años”, explica. “Es un compañero de banda difícil”, añade entre risas Tweedy Senior, “es como Sinatra. Graba una vez perfecto y dice: ‘Me está esperando el coche”. Ambos ríen y Spencer, acostumbrado a que suenen canciones de Wilco hasta en las pausas entre clases en los pasillos de su instituto, cuenta: “Ahora está algo celoso porque yo estaré unos meses sin ir al colegio”.

Spencer tiene ahora la misma edad que tenía su padre cuando fundó Uncle Tupelo, banda fundamental en la encrucijada de rock y country de finales de los ochenta. “Me recuerda a mí, pero mis hijos son mucho más sólidos y conscientes de dónde están. Han tenido una madre cariñosa y un padre que ha recibido tratamiento por sus adicciones. Yo no tuve un hogar como el nuestro”, confiesa.

Jeff Tweedy se refiere a una de sus épocas más oscuras, cuando sus fuertes migrañas y su adicción a los calmantes lo empujaron hacia una depresión severa. “La enfermedad de Sue me presentó la posibilidad de devolverle todo lo que ella me había dado cuando yo estaba mal”, admite, “no creo que ahora sea más fuerte, sino que sé que soy más fuerte de lo que pensaba”.

El primer álbum de Tweedy, que llega cuatro años después del último trabajo de Wilco (The Whole Love, 2011), documenta esa mala racha. En los versos de las canciones e incluso en las fotografías familiares de la carpeta del álbum: “No tengo nada que esconder sobre mi familia para potenciar un halo misterioso sobre mi arte. Estoy orgulloso de lo que somos”.

Las últimas pruebas médicas demuestran que su mujer enfila la recuperación plena. Como canta Jeff Tweedy, con su hijo mayor a los tambores, en Nobody dies anymore: “Adoro cómo acaban las canciones”.

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