16 escritores argentinos a tener en cuenta
Breve paseo por el panorama literario actual: desde el poeta Antonio Calveria, de 85 años, hasta el autor que se atrevió a engordar 'El Aleph' y ha sido denunciado por María Kodama
Lo que viene a continuación es un espejo de la literatura actual argentina, un reflejo de lo que se escribe en el país. Faltan y faltarán siempre escritores notables. Muchos de ellos, como Ana María Shua, Mempo Giardinelli, Liliana Heker, Alan Pauls, Eduardo Sacheri, Guillermo Martínez, Martín Kohan, Leopoldo Brizuela… O los poetas Jorge Fondebride, Diana Bellesi y Tamara Kamenszain, forman parte del grupo de 60 escritores invitados por el ministerio de Cultura argentino a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2014.
Otros no asistirán. En ese grupo se encuentran también escritores destacados como Sylvia Iparraguirre, Gabriela Cabezón Cámara, Federico Falco, Rodrigo Fresán, Jorge Asís, Pablo Ramos, Matilde Sánchez, Jorge Consiglio, Iosi Havilio, Juan Forn, Daniel Guebel, Pedro Mairal, Washington Cucurto, Sergio Schejfec, Patricio Pron; periodistas y escritores como Leila Guerriero, Martín Caparrós y Jorge Fernández-Díaz; poetas como Luis Benítez (“Anoche alguien derribó un árbol/ Que cumplía 3.000 años / Erguido sobre el campo”) y dramaturgos como Rafael Spregelburd.
1. Arnaldo Calveyra (Provincia de Entre Ríos, 1929)
¿Imaginan a un poeta de 85 años sacando una libretilla diminuta para anotar alguna frase mientras charla con un periodista? Ése es Calveyra, uno de los poetas contemporáneos más relevante en lengua española, dueño de una obra donde se funden la poesía y la narración.
En su primer libro, Cartas para que la alegría, publicado en 1959, con 30 años, escribe unos versos memorables:
"En el ferry fue tan lindo mirar el agua. / ¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara."
Y el último texto de su Poesía reunida (Adriana Hidalgo Editora, 2012) dice:
"Deseos de escribir la palabra ruiseñor, de quedarme con ella toda la siesta y ver si cuando merme el sol se puede divisar un ruiseñor o a un lindo boyerito."
Después de publicar su primer libro de poemas, Calveyra se marchó a Francia con una beca y allí se quedó hasta el día de hoy. Casi todos sus libros fueron publicados en francés. Sólo comenzó a editarse en español hace unos 20 años.
2.- Abelardo Castillo (nacido en San Pedro, provincia de Buenos Aires, en 1935)
Ha sido un personaje clave en la actividad cultural del último medio siglo en Argentina, como escritor y como director de varias revistas literarias. Es dramaturgo, novelista y este año la editorial Alfaguara acaba de publicar sus Diarios (1954-1991). Su mayor prestigio lo ha obtenido como escritor de cuentos. La escritora Sylvia Iparraguirre, su pareja desde hace 44 años, fue la encargada de hacer una antología sobre el cuento argentino con motivo de la feria del libro de Francfurt y ha sido también la encargada de ampliar la antología de cara a la feria de Guadalajara. En aquella ocasión, el cuento escogido para representar a Castillo fue El cruce del aqueronte. Y ahora, en Guadalajara, el relato suyo seleccionado es Carpe diem, que comienza así: “-A ella le gustaba el mar, andar descalza por la calle, tener hijos, hablaba con los gatos atorrantes, quería conocer el nombre de las constelaciones; pero no sé si es del todo así, no sé si de veras se la estoy describiendo –dijo el hombre que tenía cara de cansancio”.
Entre sus novelas más destacadas se encuentra El que tiene sed, obra de carácter biográfico sobre su adicción al alcohol. Su taller literario en uno de los de más solera en Argentina. A pesar de que suele recibir a sus alumnos diciéndoles que los talleres no sirven para nada, se han formado escritores que hoy gozan de plena vigencia como Liliana Heker (quien a su vez dirige un taller desde 1978), Samanta Schweblin, Juan Forn o Pablo Ramos. El pasado 12 de noviembre Abelardo Castillo obtuvo junto a Ricardo Piglia el premio Konex de Brillante a las letras argentinas de la última década, otorgado por la fundación Konex. Se trata de la mayor distinción de la literatura argentina. En 1984 el galardón lo recibió Borges, a quien siguieron Adolfo Bioy Casares (1994) y Héctor Tizón (2004). Abelardo Castillo excusó su presencia en la entrega de premios a causa de una “contractura arcaica”. Pero recibió a una periodista de Página 12 en su casa a la que confesó: “Me pone muy contento que el Konex de Brillante lo hayan ganado antes escritores como Borges, Bioy Casares y Tizón. Este tipo de premios le importa ganar a un escritor porque no se postula. Vale decir que no es que mandé una obra de teatro, un libro de cuentos o una novela, sino que me eligió un grupo de pares –escritores, periodistas y críticos literarios– y es muy gratificante”.
3. Hebe Uhart
Nació en Moreno, provincia de Buenos Aires, en 1936. Sobre sus cuentos dijo Fogwill que están entre los mejores de la literatura argentina. Uno de sus mejores relatos es Guiando la hiedra. Y comienza así:
"Aquí estoy acomodando las plantas, para que no se estorben unas a otras, ni tengan partes muertas, ni hormigas. Me produce placer observar cómo crecen con tan poco; son sensatas y se acomodan a sus recipientes; si estos son chicos, se achican, si tienen espacio, crecen más. Son diferentes de las personas: algunas personas, con una base mezquina, adquieren unas frondosidades que impiden percibir su real tamaño; otras, de gran corazón y capacidad, quedan aplastadas y confundidas por el peso de la vida. En eso pienso cuando riego y trasplanto y en las distintas formas de ser de las plantas: tengo una que es resistente al sol, dura, como del desierto, que tomó para sí sólo el verde necesario para sobrevivir; después una hiedra grande, bonita, intrascendente, que no tiene la menor pretensión de originalidad porque se parece a cualquier hiedra que se puede comprar en todos lados, con su verde tornasolado. Pero tengo otra hiedra, de color verde uniforme, que se volvió chica; ella parece decir; ‘Los tornasoles no son para mí’; ella responde creciendo muy lentamente, umbría y segura en su cautela. Es la planta que más quiero; de vez en cuando la guío, yo comprendo para dónde quiere ir y ella entiende para dónde yo la quiero guiar."
En una entrevista comentó:
"Sigo el consejo de Chejov, en el que creo absolutamente: dejar de lado el contenido de lo que dice el personaje para atender a cómo lo dice; mirar del personaje cómo se mueve , cómo camina, cómo se calla, etcétera. Lo que alguien dice, en materia de juicios valorativos, ideológicos, entra en el circuito de su clase social, grupos de pertenencia. Todos escuchamos más o menos las mismas radios, leemos los mismos diarios, por lo tanto la mayoría de las veces nuestros comentarios que pretenden ser muy personales, no lo son. A mí me interesa la especificidad de las personas."
Alfaguara Argentina publicó sus Relatos reunidos en 2010.
4. Juana Bignozzi (Buenos Aires, 1937)
En el país de Alfonsina Storni (1892-1938) y Alejandra Pizarnik (1936-1972) sigue habiendo excelentes mujeres poetas. Ahí están, por ejemplo, Diana Bellessi, de 68 años, Tamara Kamenszain, de 67, y Juana Bignozzi, de 77. Vivió en España entre 1974 y 2004 traduciendo libros de italiano y francés.
En una entrevista con la revista digital Tónica declaró el pasado julio:
"El pobrismo no sirvió nunca para nada. No creo en la caridad. La detesto. Bueno, no soy católica, nunca lo fui (…). Subvencionar a los pobres es quitarles la dignidad. En un momento sí, pero es una medida pasajera, no es una política de Estado subvencionar un país. (…) No soy peronista desde el fondo del alma (…). No soy gorila y no soy antiperonista, pero no soy peronista. Es una estructura como ajena a mí. Además estos diez años [de Gobiernos kirchneristas] fueron pésimos."
He aquí su poema La vida plena, de su primer libro, Mujer de cierto orden, escrito a los veintisiete años:
"A algunos les han quitado las ganas de hablar,/ pasan mudos por el amor, aman perros vagabundos / y tienen una piel tan sensible / que nuestros pequeños saludos cotidianos / pueden producirles heridas casi de muerte. / Nosotros, seres amables e inofensivos, / miramos los gatos enfermos, las mujeres con collares / que pasan por la calle /y sentimos un desamor agradable, / casi suficiente."
5.- Ricardo Piglia (Adrogué, provincia de Buenos Aires, 1940)
Su novela Respiración Artificial, publicada en 1980, en plena dictadura, marcó un antes y un después en la literatura del país. Plata Quemada y Blanco Nocturno también fueron aclamadas en el mundo hispano. Además de novelista y cuentista, Piglia es un excelente ensayista literario. En Youtube hay cuatro clases impagables de Piglia sobre Borges, grabadas por la Televisión Pública argentina. Autores como Sergio Olguín (Buenos Aires, 1967) no tienen empacho en confesar que Piglia les enseñó a leer con nuevos ojos la literatura argentina.
El pasado 12 de noviembre Piglia fue galardonado junto a Abelardo Castillo con el premio Konex de Brillante a las letras argentinas de la última década, máxima distinción literaria en el país. Los anteriores galardonados fueron Borges (1984), Bioy Casares (1994) y Héctor Tizón (2004). Piglia no pudo asistir a la entrega del premio a causa de una enfermedad. A través de su editor argentino, encargado de recoger el premio en su nombre, se disculpó por su salud: “Estoy un poco embromado, nada grave”.
6.- Alberto Laiseca (Rosario, 1941)
Se considera fundador de lo que él llama “realismo delirante”. Su obra está marcada por el terror, la fantasía y el humor. Tiene dos novelas descomunales: Los Sorias (1998) y El jardín de las máquinas parlantes (1993). Los Sorias, con 1.344 páginas, es la novela más larga de la literatura argentina. Sobre ella, Ricardo Piglia escribió: “Es la mejor novela que se ha escrito en la Argentina desde Los siete locos [de Roberto Arlt]”.
Goza de gran predicamento entre un sector de los jóvenes escritores, pero no ha sido traducido a ningún idioma. “Lo menos que podrían hacer es publicar mis libros al inglés”, se queja para añadir: “Igual, hay algo mucho peor que no ser traducido y es que no les gustes a los jóvenes”.
Laiseca se confiesa un gran admirador de Edgar Allan Poe y de Stephen King y cuando se le pide recomendar algún escritor argentino actual solo acierta a dar nombres de antiguos alumnos de su taller, entre los cuales se encuentra Selva Almada. Sus alumnos destacan que él genera discípulos muy distintos, “no clones de un taller literario”.
7.- Guillermo Saccomano (1948, Buenos Aires)
Trabajó como publicista y como guionista de cómics para dibujantes famosos antes de dedicarse de lleno a la escritura. Ganó el Premio Nacional de Literatura 1999-2000 con El buen dolor. Su libro Cámara Gesell (2012) fue saludado por el escritor argentino Jorge Fernández Díaz como una “topografía de la maldad”, que “hace volar por el aire la hipocresía de una sociedad donde nadie se siente culpable”
En una entrevista en La Nación, Saccomano comentaba:
"Mi padre era sastre, pero de noche estudiaba periodismo. (…) Mi padre era socialista y mi madre, sin ser peronista, una admiradora de Eva Perón, a la que, decía, todas las mujeres argentinas le debían algo. Esto hacía que en mi casa se viviera cierta tensión política, que no pasaba a mayores, pero allí estaba."
En otra entrevista publicada en Página 12, donde suele colaborar, declaró:
"Yo lamento tener gustos de clase, pero en este país o te alineás con [Roberto] Arlt o te alineás con Bioy [Casares]. En mi caso hay una persistencia. Yo tengo la sensación física de cuando leí El juguete rabioso [de Arlt] por primera vez. La abuela estaba agonizando ese verano. Yo andaba al borde de la depresión y me acababa de dar un saque con Crimen y castigo. El juguete... lo leí en un galpón en el fondo de casa, una tarde de verano de calor terrible, entre las tres y las siete de la tarde. Si a los 16 años te pega Arlt, te va a seguir pegando toda la vida."
Una de las obras que suele recomendar en sus talleres es Ser escritor (Seix Barral), de Abelardo Castillo.
8.-César Aira (Pringles, Buenos Aires, 1949)
Es uno de los grandes referentes vivos de la literatura argentina. El escritor y editor argentino Luis Chitarroni escribió:
"A veces, quien lee a Aira, debe tener paciencia: esperar el hecho que va a cambiar al libro totalmente. En sus libros hay siempre un click."
Su obra, tan caudalosa como desinhibida, sigue la senda marcada por Osvaldo Lamborghini (1940-1985), escritor que se mantuvo al margen de la cultura oficial y convulsionó los cánones literarios. El propio Aira ha perdido la cuenta de las novelas publicadas. En mayo decía que deben haber sido unas sesenta o setenta. En 2012 la revista Perfil invitó a 23 escritores para que eligieran su obra preferida de Aira y no hubo apenas repetición de títulos. No obstante, si hubiera que destacar algunas de las “novelitas", como el mismo define a sus novelas cortas, que le han deparado mayor prestigio, habría que mencionar Los fantasmas, Ema, la cautiva, La liebre, o El mago.
En una entrevista publicada en 2009 en La Nación le preguntaron:
"¿Qué opinión le merecen los escritores serios, los intelectuales?"
Y Aira contestó:
"No saben lo que se pierden. No saben cuánta libertad están perdiendo. Yo pienso, y lo he dicho varias veces, que es cada vez más difícil escribir literatura seria hoy."
Aira considera todos sus libros un experimento. “Son pensados como tales”, reconoció en 2004 a Clarín, “pero no se trata de experimentos hechos con la seriedad metódica de un científico sino con la seriedad ametódica de un sabio loco o de un niño que juega al químico y mezcla dos sustancias para ver qué pasa”. Para muchos jóvenes, esa desinhibición es el gran faro a seguir.
9.- Marcelo Cohen (Buenos Aires, 1951)
Es el dueño de eso tan difícil de alcanzar que podría llamarse un mundo propio, una obra coherente y rica. Sobre Cohen dijo Ricardo Piglia: “De su camada, que es muy buena, [Alberto] Laiseca es el número dos. El mejor es Marcelo Cohen, un maestro. Está escribiendo una obra monumental, inventando un mundo paralelo, un lenguaje nuevo”. Para algunos libreros y editores, Cohen es el más recomendable de los escritores argentinos. Todos sus lectores destacan la ambición sostenida de su obra. A pesar de que vivió en los ochenta en España no es muy conocido fuera de su país. Entre sus libros podríamos destacar los Relatos Reunidos, publicados en Alfaguara. Cohen piensa que la que la literatura está para cosas más complejas que sólo contar historias.
El año pasado declaró en la revista Ñ:
"La literatura está para ampliar las vivencias, que el pensamiento se expanda y la imaginación pueda ser mayor y podamos sentir más. Y, además, para darnos maneras de decir que nos permitan liberarnos de un régimen del decir."
10.- Claudia Piñeiro (Buzarco, provincia de Buenos Aires, 1960)
Es una de las escritoras argentinas más leídas. Mientras trabajaba como contable de varias empresas acudía a varios talleres literarios. El que más le influyó fue el de Guillermo Saccomano. En 2005 ganó el VIII Premio Clarín de Novela con Las viudas de los jueves. Y desde entonces, cada obra suya es una garantía de éxito de ventas.
Rosa Montero, miembro de aquel jurado, dijo en su día:
"La novela habla de una serie de vecinos que viven en un country, en una de esas organizaciones residenciales de lujo, sumergidos en una de esas felicidades aparentemente perfectas y plásticas, como la felicidad de los anuncios de televisión que muestran esa imagen de la familia perfecta de padres rubios y sonrientes, de hijos rubios y sonrientes, de perros rubios y sonrientes, saltando por praderas verdes y jardines maravillosos. Pero en realidad debajo de esa aparente felicidad palpita, crepita y crece, poco a poco y de manera inexorable, la perdición, la humillación y la derrota."
A través de una trama policial Piñeiro dibujaba las hipocresías y los miedos de la clase media alta que se enriqueció bajo el menemismo, recluida en los countrys o barrios privados de las afueras de Buenos Aires. En 2011 Piñeiro regresó a la vida de la burguesía en los countrys con Betibú, que también fue número uno en ventas. En 2013 publicó Un comunista en calzoncillos (Alfaguara), una novela sobre la infancia ambientada en el inicio de la dictadura militar.
11. Fabián Casas (Buenos Aires, 1965)
Es poeta, narrador y columnista. “No tengo imaginación, así que escribo sobre lo que he vivido, sobre los relatos que escucho en diferentes lugares. (…) Me gusta escribir buscando la voz extraña, no la voz personal. Escribir sintiendo la piedra en el zapato, vergüenza ajena por el texto, incertidumbre y, claro, alegría”, comentaba a este diario en una entrevista. En 2007 recibió en Alemania el premio Anna Seghers, que reconoce a un autor latinoamericano cada año.
En uno de sus libros, Los Lemmings y otros (2005) se encuentra el relato El Bosque Pulenta, que comienza así:
"Se trata de dos chicos que salen a la vez por las puertas traseras del mismo taxi y que, por miles de motivos, no se vuelven a ver más. Uno de ellos soy yo, el que cuenta la historia. El Otro es Máximo Disfrute, mi primer amigo, maestro, instructor, como se le quiera llamar”.
Mi mamá y su mamá trabajaban en la misma fábrica de ropa interior femenina. Lo primero que recuerdo es que estamos debajo de algo."
12. Selva Almada
Es la escritora del momento. Si pregunta uno en muchas librerías de Buenos Aires por un escritor joven es muy probable que el librero muestre algún libro de Selva Almada. Hasta hace tres años su nombre era un secreto a voces en el mundillo literario. Se hablaba de una chica del interior, es decir de provincias, que había publicado un libro de poesía y otro de cuentos muy bueno titulado precisamente Una chica de provincia. Pero pasaban inadvertidos para el gran público. Hasta que en 2012 la pequeña editorial argentina Mardulce publicó El viento que arrasa. Beatriz Sarlo, una de las críticas literaria más influyente del país la ensalzó y ese mismo año, La revista Ñ, del grupo Clarín, hizo una encuesta entre cien referentes de la cultura argentina y salió elegido libro del año.
En El viento que arrasa se pueden leer pasajes como este:
"-Quiero hablar con vos.
Brauer la miró sin dejar de hacer lo que estaba haciendo. Ella tardó en empezar y él pensó que se trataría de una prostituta. Era bastante corriente que los camioneros de viajes largos llevaran mujeres así de un lado a otro y las aguantaran mientras ellas se hacían una changa. Tal vez después compartían el dinero.
Viendo que no arrancaba, el Gringo dijo:
-Vos dirás.
-No te acordás de mí.
Brauer la miró con más atención. No, no la recordaba.
-No importa -dijo ella-, nos conocimos hace mucho y por poco tiempo. Cuestión que aquel es hijo tuyo."
Selva Almada ha publicado este año la novela Ladrilleros (en Mardulce) y el libro Chicas muertas (Literatura Random House), sobre tres mujeres asesinadas en los 80.
Se formó en el taller de Alberto Laiseca y ahora dirige uno propio.
13.- Félix Bruzzone (Buenos Aires, 1976)
Es hijo de desaparecidos víctimas de la dictadura militar (1976-1983) y ha escrito varias obras de ficción en las que profundiza en esa cuestión. “Soy hijo de desaparecidos, es una condición real, no es inventada. Pero eso no me convirtió en escritor”, ha declarado en alguna entrevista. En 2008 publicó el libro de cuentos 76 (año en el que nació y en el que comienza la dictadura) y Los Topos, que comienza así: “Mi abuela Lela siempre dijo que mamá, durante el cautiverio en la ESMA había tenido otro hijo”. Bruzzone trabaja como limpiador de piscinas. Su novela Barrefondo versa sobre un limpiador de piletas que cree ser testigo de un crimen. En sus obras, según él, siempre hay una constante: los personajes quieren saber y no saben. Su última novela, Las Chanchas (2014, Random House), se inicia con la escena de un hombre que sale con la basura a la calle y se encuentra con dos chicas, que gritan: “Nos quieren secuestrar, por favor, señor, nos quieren secuestrar!”. En 2010 ganó en Berlín el premio Anna Seghers, que reconoce a un autor latinoamericano cada año.
14. Pablo Katchadjian (Buenos Aires, 1977)
Es el escritor preferido de César Aira entre las nuevas generaciones. Toda su obra ha sido publicada en pequeñas editoriales. Es conocido, sobre todo, por sus novelas Qué hacer (Bajo la luna, 2010), Gracias (Blatt & Ríos, 2011) y La libertad total (Bajo la luna, 2013). Publicó sus primeros poemas y cuentos en su pequeñísima editorial la Imprenta Argentina de Poesía (IAP). Ahí dio a conocer El Martín Fierro ordenado alfabéticamente (2007), en el que ordena el clásico argentino según el alfabeto. Ejemplo:
"a andar con los avestruces:
a andar declamando sueldos.
a ayudarles a los piones
A bailar un pericón
a bramar como una loba
a buscar almas más tiernas."
En su Imprenta Argentina de Poesía publicó en 2009 El Aleph engordado. A las 4.000 palabras del cuento de Borges añadió 5600 de su propia cosecha. Fue un libro del que distribuyó apenas 200 ejemplares. A causa de esa obra, la viuda de Borges, María Kodama, lo denunció en 2011 por plagio. Katchadjian fue absuelto en primera instancia pero los abogados de Kodama recurrieron y la Cámara de Casación estimó que con el “engorde” Katchadjian ha violado los derechos de autor. La defensa de Katchadjian pretende incorporar en el juicio como testimonios de expertos al escritor César Aira y a la ensayista y crítica literaria Beatriz Sarlo. Continuará.
15. Ariana Harwicz (Buenos Aires, 1977)
Publicó su primera novela en España (Lengua de Trapo) y en Argentina (Paradiso) al mismo tiempo el año pasado. Se titula Mátate, amor y cuenta la historia en capítulos breves de “una mujer salvaje atrapada en una selva y en una familia”, según la autora, una mujer que se plantea matar al marido y al bebé. Sobre su segunda novela, La débil mental (editorial Mardulce), el crítico Maximiliano Tomas destacó en La Nación:
"Pocas veces la relación entre madre e hija se ha visto tratada de la manera en que lo hace La débil mental. Y que Harwicz logra, en apenas cien páginas de un poder narrativo hipnótico, exponer al amor y a la pasión sexual sin máscaras: el enamorado como un peligroso monomaníaco, atrapado en toda su irresistible y salvaje estupidez."
Estudió en Buenos Aires filosofía, guión cinematográfico y dramaturgia. Hace unos años se marchó a estudiar Literatura Comparada en La Sorbona y ahora vive en un pueblo de solo 13 habitantes situado a 180 kilómetros del sur de París.
16. Samanta Schwebling (Buenos Aires, 1978)
Publicó en 2002 su primer libro de cuentos, El núcleo del disturbio, y en 2009 el segundo, Pájaros en la boca, con el que obtuvo el premio Casa de Américas. Ella era la escritora del momento hace diez años, la Selva Almada de entonces. En 2010, la revista Granta la seleccionó como uno de los “mejores jóvenes narradores en español”. Entre los 22 elegidos de aquel número también estaban los argentinos Patricio Pron (1975) y Pola Oloixarac (1977). En 2012 Schwebling ganó el Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo, que se entrega en diciembre en París desde hace 30 años, por su relato Un hombre sin suerte. Este año acaba de publicar su primera novela, Distancia de rescate (Random House).
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