Ignacio Aldecoa, ávido de vida
El rastro que dejó el autor de 'Los pájaros de Baden Baden', lleno de fuerza poética y social.
1. Talento. Murió al mediodía, "en mitad del talento" (Manuel Vicent), "ávido de vida" (Caballero Bonald), un 15 de noviembre de 1969, sábado como éste. Tenía 44 años. Estaba en casa de un Dominguín, iban a salir a una tienta, no descartaba escribir de toreros, ese seguir de pobres, como los marineros de altura, gitanos, guardias civiles, segadores, boxeadores, y otros oficios así: en novelas, cuatro; en relatos, unos ochenta. Sintió un dolor en el pecho. "Esto es un aviso", dijo, y le fulminó un ataque al corazón. Había escrito aquella colección de cuentos, El corazón y otros frutos amargos (Aldecoa titulaba muy bien).
2. Porvenir. Lo dejó dicho y escrito (Esperando el porvenir, Siruela, 1994) Carmen Martín Gaite: entonces se era mucho de esperar el porvenir. Se lo encontró de estudiante en Salamanca: fue el primer joven moderno que conoció. En Madrid se juntó con los del postismo, transgresión que se le coló por la gatera al franquismo. Pronto se pasó al cuento (Ignacio Aldecoa, maestro del cuento; Edaf, 2011). Los postistas se refugiaban en la Pensión Garde, y se desparramaban por las tabernas cercanas: mostrador de zinc y vino, peleón. Alguien los vio "trasnochadores de mucho futuro y morosos en el pago". Ellos, otros, los del medio siglo, facción madrileña. Ellos, y dos chicas, CMG, y Josefina, con la que se casó. Aquel don de la ebriedad (y de la escritura). A vueltas con el porvenir.
3. Cine. El documental de un joven canario, Miguel G. Morales, Aldecoa, la huida al paraíso, sigue su huella por las cenizas volcánicas, y en la Península le recuerdan los amigos, Medardo Fraile, Vicent, Caballero Bonald… Y los del cine, José Luis García Sánchez, que dice: "Hubiera sido imprescindible para el cine". Pero en el Gijón se sentaban en mesas separadas escritores y cineastas. Rafael Azcona iba de una a otra mesa. Y Mario Camus, que dirigió tres películas basadas en textos suyos, Con el viento solano, Young Sánchez (lo mejor sobre el boxeo en España) y Los pájaros de Baden Baden.
4. Seguir de Aldecoa. José María Merino, maestro en teorizar y en practicar el cuento, escribió: "Estos cuentos son ejemplo de una literatura llena de fuerza poética y social, que se mantiene vigente y que alcanza peculiares resonancias simbólicas". En Cuento español actual (1992-2012) (Cátedra), la profesora Encinar reúne a 38 escritores y les pide una poética, una tradición: Aldecoa es recordado tan solo por unos pocos. Sorprende (o no) Elvira Navarro: Los pájaros de Baden Baden fue un libro fundamental para su vocación de escritora, y recuerda ahora ‘Balada del Manzanares’: "El clímax", dice, "es la introducción, y lo que sigue parece una coda. Este hacer lo que le da la gana y que salga redondo define a un gran escritor". El vasco Iban Zaldua confesó, en la edición de Edaf, "por qué me gusta Aldecoa", y ahora insiste: "Por la precisión de su lenguaje; por su empatía hacia los personajes, una empatía por cierto sin sentimentalismo ni maniqueísmo".
5. Años de crisálida. Cuando se le paró el corazón estaba escribiendo Años de crisálida, sobre el cambio personal e histórico de su generación. "Hemos vivido inmersos en unos años de crisálida", decía. Es inútil pensar hacia dónde hubiera ido. Su última novela, Parte de una historia, ya proporciona alguna pista de su evolución formal, también ‘Ave del Paraíso’, ese excelente relato de poco antes. Pero para qué rastrear pistas, las borró su muerte. Esa faena del corazón. Un sábado como hoy.
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