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Una mujer deportiva

Los desfiles de Rochas, Vionnet y Balenciaga en París rondaron entre la elegancia y el atuendo gimnástico

Modelo de Rochas de la colección Primavera / Verano 2015, en París.
Modelo de Rochas de la colección Primavera / Verano 2015, en París.Antonio de Moraes Barros (Filho/WireImage)

Atlético es el modo en que arrancó la semana de los desfiles en París. Desde Rochas hasta Vionnet y Balenciaga, cuyas presentaciones transcurrieron el día de ayer, se remitieron a una mujer sorpresivamente deportiva. Una mujer que asocia de forma renovada la característica elegancia del prêt-à-porter parisiense y un esprit sportif hoy globalizado.

En su segunda temporada para Rochas, el italiano Alessandro dell'Acqua decidió consolidar el enfoque romanticista de la casa por vía del contraste con recursos del mundo del deporte. Un nuevo logo en base a una gran R bordada en negro evocó el estilo universitario de pomponeras y jugadoras de hockey. Los zapatos de cristales multicolor contrapuestos a calcetines sin talón más propios del fútbol americano que de una pasarela. Los polos de tul, breves y ceñidos, transmitieron ecos del golf. Y los cinturones obi ubicados a la altura del pecho sobre deliciosos vestidos de guipur hablaron más de jugadores de sumo que de geishas.

Desfile de Vionnet.
Desfile de Vionnet.Antonio de Moraes Barros Filho (WireImage)

Lo más notable de Rochas, sin embargo, fue la clara continuidad que mantiene dell´Acqua con la estética de su predecesor, el también italiano Marco Zanini (ahora al mando de la renacida casa Schiaparelli). Más allá de las referencias deportivas, destacó la apuesta inaugurada por Zanini por una mujer poupée. Dell'Acqua habló también de una fórmula superlativamente femenina por obra y gracia de delicados bordados sobre chifón transparente. Delicada en los estampados de ruiseñor sobre gasa de seda y las flores propias de Manet sobre tafetán. Las libres asociaciones textiles en vestidos que mezclaron guipur, macramé y encaje Chantilly confirmaron el mensaje afrancesado de Rochas: en términos de feminidad, más es más. Más allá de la propuesta de estilismo (enrevesada e innecesariamente gótica, por mano del celebrado estilista Panos Yiapanis) se revelaron vestidos tan aptos para un fin de semana en el campo como para una noche en la ópera. ¿Romántico y démodé? Tal vez. Pero he aquí la relevancia de las colecciones parisienses: las hay aptas para todos los públicos.

Dos puntos trazan una recta y dos desfiles, una tendencia. El look atlético de ayer se repitió en Vionnet. Al mando de Goga Ashkenazi, la maison presentó su colección en la Ciudad de las Humanidades, donde las modelos desfilaron a lo largo de un eterno pasillo en el que sus sombras se mezclaban con siluetas de bailarinas que bien podrían haber inaugurado los juegos olímpicos en la Grecia antigua. La colección se trató esencialmente de una seguidilla de vestidos de gladiadora -drapeados a la manera de Madeleine Vionnet- en colores neutros: marfil, blanco, gris hielo. Si bien estos vestidos tendrán éxito en la vida real como el vida de la alfombra roja, sorprendieron los torpes detalles de estilismo. Mochilas rectangulares, zapatillas deportivas y detalles de corsetería a la vista diluyeron un mensaje que podría haber sido claro, conciso y efectivo.

La colección de Alexander Wang para Balenciaga.
La colección de Alexander Wang para Balenciaga.Antonio de Moraes Barros Filho (WireImage)

Balenciaga, en su tercera temporada a cargo del norteamericano Alexander Wang, presentó anoche su colección con aires de renovación. Un horario nuevo (de noche en vez de la acostumbrada presentación matutina). Una nueva localización (la modernísima extensión del Palais de Tokyo). Y una escenografía inspirada en el atelier de Cristóbal Balenciaga que asombró a todos los invitados: el poderoso suelo de metacrilato transparente bajo el que se formaban remolinos de hielo seco. Fue inevitable recordar la memorable colección que Nicolas Ghesquière, predecesor de Wang, presentó en la primavera de 2009 inspirado en la película Tron: los microvestidos en los que los drapeados se montaban sobre paneles de neopreno, los tonos lavanda asociados al blanco y negro, las líneas arquitectónicas. Pero también fue sencillo ver cómo Wang toma su propio rumbo al mando de Balenciaga: los vestidos a los tobillos como los shorts muy micro, las camisetas y los chalecos desprovistos de detalles innecesarios hicieron honor a una impronta práctica y muy estadounidense. El mensaje de futurismo aséptico se acopló a la tendencia olímpica de forma inconfundible. Zapatos bajos con suelas similares a aquellas de botines de fútbol, tops que evocaron a los protectores de rugby y polos muy deportivos dejaron satisfechos a todo cazador de tendencias que se precie en el segundo día de las colecciones francesas.

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