La rabia negra de Lauryn Hill
El festival de 'reggae' Rototom se clausura con el primer concierto en España de la ex de Fugees
Fue algo más de media hora de retraso. Para alguien que lleva 16 años sin publicar un álbum con material inédito, que no había actuado en solitario jamás en España y que, cuando se introduce (en inglés) en Google la búsqueda “Lauryn Hill entrevista”, el buscador ofrece como primera opción de completar la frase la palabra “loca” —las siguientes opciones son racista e illuminati—, resulta hasta elegante. Llegaba la ex de Fugees, ganadora de ocho Grammys, madre de seis hijos y a punto de llegar a los 40, envuelta en una expectación que, a medida que se acercaba la fecha iba creciendo y, sobre todo, se iba convirtiendo en musical. La curiosidad de comprobar la inestabilidad de esta mujer, que el año pasado pasó tres meses entre rejas por defraudar al fisco estadounidenses más de dos millones de euros y que escribió una carta en la que calificaba de racista al ente que había pedido su encarcelamiento, poco a poco parecía abandonar el campo antropológico y psiquiátrico para centrarse en su valor musical, que es incalculable. Mucho de lo que hoy pasa en el hip hop, en el r'n'b o incluso en la posición de la mujer en la industria musical se lo debe a aquel The Miseducation of Lauryn Hill, un disco de debut en solitario del que se despacharon más de ocho millones de copias y que en 1999 le valió cinco premios Grammy a su autora, amén de unos ingresos de más de 25 millones de euros. Así, con los acordes de Soul rebel de Bob Marley y sin la diva aún en el escenario arrancaba el concierto de clausura de la 21º edición del Rototom Sunspalsh, festival de reggae que tiene lugar durante una semana en Benicàssim y que en 2014 ha registrado 240.000 entradas, 30.000 de media por noche, siendo la mas concurrida esta de clausura, con 35.000 asistentes. Se calcula que el público nacional es solo el 30%. Este año, el evento ha apostado por una ligera apertura en lo musical, con la estadounidense como principal baza. Ligera, porque es muy probable que durante los ocho días de festival siempre haya en algún momento y en algún escenario un músico interpretando un tema del autor de No woman no cry.
Con el pelo cortísimo y el gesto fruncido, la vocalista y actriz malgastó algunos clásicos de su disco de debut
Tras el clásico de Marley —Lauryn tiene cinco hijos de Rohan, hijo del mito rasta, ex jugador de fútbol americano y empresario— y un flirteo con Killing me softly, canción de Roberta Flack que versionaron en su día Fugees, para acompañar la ruidosa salida de la diva al escenario se hicieron presentes unos severos problemas técnicos que terminarían por convertir la primera media hora de espectáculo en una constante batalla de Hill contra los elementos, los técnicos de sonido y un monitor al que la mujer le cogió verdadera ojeriza. Pero no rompió nada. No se fue. No insultó a nadie. No le dio al frasco. Siguió adelante. Con el pelo cortísimo y el gesto fruncido, la vocalista y actriz malgastó algunos clásicos de su disco de debut, como Everything is everything o To Zion, enterrados bajo un sonido plano y una voz que parecía haberse dado por vencida ante las adversidades. Con Ex Factor, la cosa pareció remontar y ella se decidió a otorgarle un elemento más muscular a su presencia sobre el escenario. Pero no fue hasta el set acústico, cuando la de Nueva Jersey empezó a sentirse realmente cómoda sobre las tablas, dentro de su piel y por encima de su voz. Los rumores sobre su actitud en las horas anteriores al concierto apuntaban en direcciones dispares. Por un lado, había pedido a su conductora que se saltara todos los límites de velocidad para poder llegar antes al hotel y descansar. Por otro, se comentaba que estaba de tan buen humor que incluso había barajado la posibilidad de conceder alguna entrevista, algo que no sucede muy a menudo: Hill es de las pocas celebridades que ha dicho no a Oprah Winfrey y su último encuentro con la prensa data de 2012 y acabó con el redactor y su directora sentados en una acera llorando de la emoción tras compartir 10 minutos en coche con la ex Fugees.
Una vez terminado el set acústico, Hill atacó una serie de temas de su ex banda. Ready or not, Fu-gee-la y una versión completa y fiel a la recreación que la banda grabó en su momento de Killing me softly dieron paso a una recta final en la que sonaron clásicos como Doo woop (that thing) y más versiones de Bob Marley (Jamming). Con las luces encendidas se fue Hill. Y como siempre pasa con esta mujer. No se sabe a dónde o a qué. Ha montado un sello y es casi probable que edite un nuevo disco este año. Ayer, en Benicàssim, interpretó uno de sus temas más recientes, Black rage (Rabia negra), una canción que data de 2012 y que entra y sale de su repertorio en directo, pero que no se decidió a grabar hasta los recientes disturbios en Ferguson. Así funciona esta elusiva diva, quien a las 4.30 de la madrugada se sentaba en la terraza de su hotel en Castellón junto a sus músicos y su séquito. “Te has tropezado diez veces con ese vestido que llevas. Te lo advertí”, le decía una de sus coristas con respecto al atuendo blanco y de peculiar geometría que lució en la parte final del espectáculo. Hill sonreía y replicaba: “Yo no me tropiezo, yo solo me caigo”.
Una estrella del hip-hop
Lauryn Hill nació el 26 de mayo de 1975en East Orange, Nueva Jersey.
Junto a Wyclef Jean y Pras Michel funda The Fugees. El nombre del grupo viene de la palabra "refugee" (refugiado).
Su segundo álbum, The Score les lanza al estrellato en 1996. La versión de Killing Me Softly (With His Song), de Roberta Flack, que fue su mayor éxito.
Debuta en el cine en 1993, con pequeños papeles en Sister Act II: Back in the Habit y El rey de la colina.
Su primer álbum en solitario, The Miseducation of Lauryn Hill, fue número uno en Estados Unidos y vendió 8 millones de copias.
El disco arrasó en los Grammy de 1999 con cinco premios y 11 nominaciones.
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