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Crítico de gatillo fácil

Fernando Castro Flórez ofrece un duro diagnóstico sobre los males que aquejan al arte contemporáneo

Puede que el hastío haya hecho presa en Fernando Castro Flórez, o tal vez padece un episodio severo de agitación que manifiesta en forma de mamporros y payasadas. Sea lo que sea, afortunadamente la pasión crítica se impone en este libro sobre los signos que puntean el lado sombrío de la comedia del arte contemporáneo. Entre estos, el filósofo y crítico incluye la obsolescencia programada, la amnesia colectiva, la especulación financiera y la epidemia de la tontería.

Desde el multimillonario publicista Charles Saatchi, promotor de los Young British Artists, hasta Liu Wei, autor de una de las piezas estrella de su colección, una caca de dos metros y medio, pasando por Coco Fusco y Guillermo Gómez-Peña encarnando a dos indígenas posmodernos en una jaula, muchas son las figuras de este pimpampum. No falta entre ellas otro niño bonito de la pasarela mundial, Maurizio Cattelan, de visita con coleccionistas glamurosos hasta un vertedero donde colocó la palabra Hollywood. Y es que, escribe el autor, “lo real que escapa a toda simbolización está aplastado por el reality show”.

Que nadie se equivoque. Por mucho que admire a Jean Baudrillard, lo que este crítico de gatillo fácil denuncia no es un complot del arte. Mucho menos se ha alistado al banderín liberal en lo político, y conservador en lo artístico de Vargas Llosa. La de Castro Flórez no es una impugnación a la totalidad, sino un diagnóstico de los males que aquejan al arte contemporáneo. ¿Su remedio? Cuidar de que el ruido no nos impida concentrarnos en el arte que va más allá de sí mismo.

Mierda y catástrofe. Síndromes culturales del arte contemporáneo. Fernando Castro Flórez. Fórcola. Madrid, 2014. 304 páginas. 19,50 euros

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