“No comulgo con el ‘todo vale”
El bailarín-bailaor cordobés Joaquín Cortés estrena mañana en el Teatro Tívoli de Barcelona una nueva versión de 'Gitano'
En forma. Incombustible. Sin cortapisas en sus respuestas. El más famoso e internacional de los bailarines españoles de nuestro tiempo, Joaquín Cortés (Córdoba, 1969), regresa a los escenarios españoles después de una etapa de silencio y de rumores, de malas noticias y de asuntos ajenos a su arte de los que ha salido indemne y con fuerzas para armar su compañía una vez más. Con una plantilla renovada de músicos y bailarinas, planteándose la nueva obra con tono antológico y de resumen, el también más mediático artista de danza española desgrana sus inquietudes y su desesperanza ante el panorama de su especialidad, desde la falta de apoyos a la indiferencia de las instituciones. Cortés ha escogido de nuevo en Teatro Tívoli de Barcelona (del 2 al 4) para el comienzo de una gira que lo traerá a los Veranos de La Villa de Madrid del 1 al 3 de julio; antes se dejará la piel y los botos en Pamplona (16 y 17 de mayo), Valladolid (6 y 7 de junio) y de nuevo Barcelona (29 de mayo al 1 de junio).
Información útil
Compañía Joaquín Cortés: "Gitano". Barcelona: 2, 3 y 4 de mayo (Teatro Tívoli); Pamplona: 16 y 17 de mayo (Baluarte. Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra); Barcelona: 29, 30, 31 de mayo y 1 de junio (T. Tívoli); Valladolid: 6 y 7 de junio (Teatro Calderón); Madrid: 1, 2 y 3 de julio (Veranos de la Villa).
PREGUNTA. Ya este título apareció antes en su catálogo. ¿No es un espectáculo nuevo?
RESPUESTA. Sí y no. El título es muy importante para mí, por mis orígenes, por mis reivindicaciones, por lo que en una sola palabra puede encerrarse. No se necesitan más palabras para que el público sepa lo que va a recibir de mí. Este “Gitano” es la mezcla de dos historias, una personal digamos en cuanto a estética que más ortodoxa y profunda y otra más arriesgada de mezcla de lo contemporáneo con el clásico. Son dos horas de espectáculo a un ritmo muy alto donde salimos a darlo todo.
P. Y en este proceso ha hecho cambios sobre la marcha.
R. Han sido inevitables, pero siempre con las miras en un listón de presentación que me resisto a bajar. Esta vez estoy produciendo la obra absolutamente solo y los números no salen. Llevar 27 personas a la escena más en la compañía todos los técnicos, somos casi 40 y con el 21 % de IVA… Llevar un cuarteto de cuerdas, varios músicos cubanos en los metales y la percusión, todo eso es muy caro si quieres hacerlo con excelencia. En total son 17 músicos, ocho bailarinas y dos bailaoras. Estará la trompeta, el trombón, el saxofón, las guitarras.
P. ¿Y cómo se resume esa estética?
R. Es una fusión del flamenco y lo latino pero sin crear confusiones, de modo que el espectador pueda calibrar de dónde viene cada influencia, cada ritmo, luego me toca mi parte, convertir todo eso en un único estilo. Presento en “Gitano” bailaoras y bailarinas; las primeras hacen su baile de tradición arropadas, guiadas hacia lo coreográfico y teatral, pero siempre en la alerta de que no pierdan su esencia y su sabor. Puede decirse que son diamantes en bruto que se van puliendo, de envolver la tradición con elementos actuales, y estructurar todo ese baile con músicas originales. Las bailaoras son de Granada y de Jerez de la Frontera, tienen personalidades muy fuertes.
P. Y otra vez apuesta usted por la tecnología de vanguardia, esa que alguna vez le ha dado más de un dolor de cabeza.
Un bailarín se tiene que dar a respetar, escoger el sitio donde actúa, escuchar a sus mayores
R. No puede ser de otro modo. Somos artistas de nuestro tiempo. Llevo pantallas lets y no telones pintados. Es lo que pide el siglo XXI.
P. Solamente lleva mujeres, bailarinas y bailaoras, en su conjunto. ¿No hay lugar para otro bailarín a su lado?
R. No se trata de eso. Es lo que pide esta obra y esta idea. En “De amor y odio” [2004] había de todo. Algún día podré montar algo con tres o cuatro bailaores o bailarines, pero honestamente: deme nombres que estén a la altura. Tendría que ponerme a buscar entre los jóvenes, que sean muy distintos entre sí, cada uno con su personalidad. Otra cosa es si hay una obra específica con un artista que me dé el contrapunto en el estilo o con otro estilo que contraste. Estoy abierto a ello y tengo planes.
P. ¿Y qué tiene que decirle a los bailarines jóvenes de última generación?
R. Que un bailarín se tiene que dar a respetar, escoger el sitio donde actúa, meditar y exigir el nivel de lo que va a presentar, que escuchen a sus mayores. No comulgo con el “todo vale”. A veces me vienen a la cabeza frases que alguna vez me dijeron personas como María de Ávila o Mariemma, y se me han quedado, son una enseñanza para toda la vida.
P. ¿Se ve enseñando una vez deje de bailar?
No puedo engañar al público ni pasarme por el escenario, sino bailar de verdad y a fondo.
R. Mi pensamiento está en eso. Tengo propuestas para, con mi nombre, abrir escuelas en alguna ciudad europea, en América del Norte y en Asia. Pero yo quiero, de corazón, hacerlo aquí. Nací en Córdoba, pero soy madrileño de adopción, pues aquí me desarrollé, hice mi carrera inicial y sueño con eso, una gran escuela en Madrid. Si buscas la lista de los 10 bailarines más significativos de nuestra época, están Nureyev, Barishnikov, y el único español soy yo. Eso para lo que tiene que servir al final es para trabajar para el futuro, para los artistas del mañana.
P. Usted ha parado un tiempo.
R. En realidad yo paro cuando quiero. Tengo mi ritmo y la disciplina forma parte de mi ser y sigo con las mismas exigencias. No puedo engañar al público ni pasarme por el escenario, sino bailar de verdad y a fondo.
P. ¿Y cómo ve el panorama de la danza en España?
R. Lo primero que tengo que decir es que el público no tiene la culpa de nada, ni de que baje la taquilla ni de que bajen el número de espectáculos; sería injusto achacarlo así. En esta gira que empezamos, no gano dinero y no me importa. Lo he sentido como una necesidad vital de trabajar para la danza española y soy consciente de que en escena me quedan tres o cuatro años de exhibirme. Tengo mucho trabajo por hacer, pero el escenario es hoy tan duro como el primer día y siempre me plantea el mismo reto.
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