La voz múltiple de Agustín García Calvo
Ester Bellver recupera 'Todas a la una', un mosaico de piezas del ensayista, poeta y dramaturgo
Sobre el escenario, un clavel que reposa sobre un montón de libros, un pandero que hace de luna y una mujer que encarna todas las voces que le permite el cuerpo. Y no son pocas: la palabra de Agustín García Calvo (Zamora (Zamora, 1926-2012) es expansiva. Todas a la una, de Ester Bellver a partir de los textos del escritor, trata de ser una pequeña muestra de una obra aparentemente inabarcable (una veintena de piezas teatrales y otros tantos libros de poesía y ensayo, sin contar traducciones y textos de gramática o verso) galardonada con el Premio Nacional de Literatura Dramática, Ensayo y Traducción. Ahora las palabras de García Calvo vuelven a escena en el teatro madrileño La Guindalera hasta el 13 de abril.
“Los alumnos de la Arte Dramático no saben quién es Agustín García Calvo. ¿Cómo puede ser que las obras de este autor no se estén representando?”, se preguntaba Ester Bellver durante sus clases de rítmica con García Calvo en el teatro de La Abadía, cuando asistía a sus tertulias políticas. “A mí Agustín me miraba con esa carita de burrito tierno que tenía y me decía: ‘Si pudieras hacer algo por mis obras…’. Él quería que alguien las sacara a bailar. Desde entonces ha sido una lucha”. El estreno en 2012 de Todas a la una permitió que el escritor tuviera una alegría. Él llegó a verla, aunque ya gravemente enfermo, 10 días antes de morir. “Fue muy emocionante, lo único que me da rabia es que me quedé en blanco [ríe]. Cuando falleció seguí haciendo las funciones, y vino mucha gente que le seguía. Fue bonito atacar la muerte como él hizo”.
Vídeo promocional de 'Todas a la una'.
No fue fácil. Este monólogo coral, que hila retales de la obra dramática y poética de García Calvo, no fue el primer intento de Bellver de subir a las tablas a su maestro. La actriz quiso levantar Ismena (1980) y Pasión (2006), sin éxito. “Era más joven y creía que las cosas se podían hacer por amor al arte. Pero no tuve el carisma suficiente como para entusiasmar a la gente en algo que ni siquiera tenía un escenario para representarse”, recuerda Bellver con pesadumbre. Todas a la una fue el tercer intento, impulsado por la promesa incumplida de García Calvo de hacer la dramaturgia: “Ya empezaba a verse con achaques y muchas cosas que dejar hechas”. Después de un año de montaje, la obra vio la luz. Y el clavel que la preside no era un recuerdo a la muerte, sino a la vida.
A las vidas. La de la niña cuya escritura en su diario guía el texto, preocupada por el odio que siente hacia su hermanita, esa sustituta. La de la enamorada que sigue queriendo a su amante (incluso su cuerpo) aun después de muerto. La del hombre que despide a su exmujer en el lecho de muerte. La de la actriz-cabaretera que canta, entre tropiezos, algunos de los versos más conocidos del autor: “Enorgullécete de tu fracaso,/ que sugiere lo limpio de la empresa…”.
Agustín García Calvo asiste a la representación de 'Todas a la una' en 2012.
Este es el segundo monólogo que Bellver monta para ahuyentar los rigores del paro. El primero, Protagonizo, nació de seis meses de escritura frenética, se llevó a escena por consejo de García Calvo y acabó en el Centro Dramático Nacional. Ahora ofrece las dos obras a los programadores, “un 2x1”, mientras espera la llamada de un director, cada vez menos frecuentes pese a su paso por Montenegro en el Centro Dramático (“Yo, que no he dejado nunca de trabajar… Será por la edad”). Prepara un nuevo espectáculo que todavía no sabe por qué derroteros caminará, pero por ahora ha preferido alejarse de la obra de García Calvo: “Lo suyo sería hacer una obra, pero mientras no haya los medios, es una batalla imposible. Y sé que no depende de mí … La obra de Agustín saldrá en su momento. Como la de todos los genios”.
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