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Asalto a la ‘performance’ o cómo sudar el discurso

El museo madrileño CA2M propone una mirada a esta disciplina escénica hasta el 13 de abril

Guillem Mont and Jorge Dutor. 'Los micrófonos', 2013.
Guillem Mont and Jorge Dutor. 'Los micrófonos', 2013.

Paz Rojo, Norberto Llopis, Guillem Mont de Pallol, Jorge Dutor, Black Tullip y Aimar Pérez Gali, lo más granado del arte performativo patrio venido desde las escénicas confluyen desde mañana y hasta el 13 de abril en el CA2M de Madrid. Pero no solo. Además, el ciclo incluye a Mette Edvardsen, la bailarina de la compañía belga más burra y transgresora, Les Ballets C. de la B., reconvertida en performer abstracta; la vuelta a Madrid de la comentada pieza del 2003 Death is certain, de la artista alemana Eva Meyer-Keller; el inclasificable Mårten Spångberg, la argentina Tamara Kuselman… Durante un mes el Centro de Arte Dos de Mayo recibe y propone una revisión de la performance en relación con la danza, el teatro y, en general, con la práctica escénica. En el punto de mira: la modernidad, el cuerpo político, el yo frente al anonimato y las disciplinas y su espacio natural de exhibición: Caja negra, cubo blanco.

Hace mucho que no se recuerda una programación de un museo con tal aglomeración y tanto nivel dedicado a la performance o el arte de acción. Dentro del programa central del museo, el CA2M alberga hoy entre sus puertas la exposición transformada en acciones insospechadas (no tienen nada más que llamar al teléfono del centro), de esos dos gamberros existenciales llamados Los Torreznos. Acoge también a una de las creadoras más relevantes a nivel mundial del arte accional y político como es la mexicana Teresa Margolles y su pieza El testigo. Y, desde el 10 de marzo y hasta finales de septiembre, tiene en cartel la “exposición” Per-form. Cómo hacer cosas con (sin) palabras, un proyecto que acoge más de 50 trabajos entre instalaciones, performances, vídeos y talleres. Nombres como Carey Young, Mathieu Abonnenc, Jennifer Allora & Guillermo Calzadilla o La Ribot están presentes en esta importante exposición comisariada por Chantal Pontbriand. Ahí es nada.

Y es dentro de este marco donde hay que encuadrar Caja negra. Cubo blanco, la importante iniciativa que ha tomado el departamento de actividades del museo y que comienza hoy mismo. Siguiendo la línea temática de programación del museo, Pablo Martínez ha comisariado este ciclo que en programas dobles, dos veces a la semana, ofrecerá de manera gratuita un acercamiento a ciertas prácticas escénicas y performativas que son puente de la escena con las plásticas, el pensamiento y la política. Un puente fructífero de ida y vuelta que los museos están comenzando a valorar y trabajar dentro de sus programaciones.

Aimar Pérez Galí, en 'Sudando el discurso'.
Aimar Pérez Galí, en 'Sudando el discurso'.

El ciclo comienza hoy con dos piezas de la artista vasca Itziar Okariz y de la belga Mette Edvardsen. Un inicio potente que comienza centrado en una de las líneas de programación de este ciclo, los actos del lenguaje, que también se ocupa de otros dos aspectos relevantes de la práctica performática actual: el cuerpo político y la performatividad de las cosas. “Casi todo el programa está atravesado por una cuestión política con una clara voluntad de revisión del concepto de modernidad. Todo el proyecto está hablando de la ruptura entre las divisiones y las distancias de parámetros tales como: teatro, performance, arte, danza, objeto, sujeto... Por ejemplo, los artistas hablan de cosas y no de objetos, no hay trabajo con lo objetual, sino que se trata de ir más allá de la división clásica entre el objeto y el sujeto. Hay un cambio de matiz que es fundamental en esta generación, muy presente en los trabajos de Rubén Grilo y Spiros Hadjidjano, por ejemplo, o el de la propia Tere Recarens que centra su trabajo en investigar “la vida de las cosas”, comenta Pablo Martínez. “Lo mismo pasa con el tratamiento del cuerpo, donde se le concibe como cuerpo político, como un cuerpo que quiere desaparecer, diluirse en el anonimato, como ha pasado en las plazas de medio mundo, donde se busca maneras de abstraerse de ese yo-marca. Ahí está el trabajo que lleva años haciendo Paz Rojo, que presentará una propuesta específica para este ciclo, Dancismo, o el último trabajo de Aimar Pérez Gali, Sudando el discurso, en el que habla del cuerpo del bailarín en la tradición de la danza, un cuerpo anónimo, y lo pone en tensión con el bailarín creador”, explica Martínez sobre el trabajo de este creador de Barcelona que en un momento de su pieza dice “este cuerpo que veis es el cuerpo del texto, soy algo más que un cuerpo que suda, soy un sujeto que genera discurso en su práctica, pero a diferencia de otros a mí me suda el discurso”.

Mette Edvarsen. 'Negro', 2011.
Mette Edvarsen. 'Negro', 2011.

“Lo que enhebra todo el ciclo es el propio cuerpo como ente político. Y no es fortuito, solo hay que mirar lo que está pasando políticamente. Es el cuerpo el que ponemos cuando vamos a una plaza o a una calle a protestar y manifestares. Es el cuerpo el que está apareciendo, el que está expuesto y es frágil… Está siempre presente, y está siendo esencial en el espacio público”, afirma Martínez que desde el departamento de actividades llevan años programando un ciclo similar aunque más canalla y al aire libre llamado Picnic Sessions: “Las actividades se parecen, son programas dobles gratuitos, te puedes tomar una cerveza entre medias, se intenta juntar públicos de distintas procedencias y buscar espacios de encuentro. Hay artistas que están aquí que podrían estar allí. Caja negra. Cubo blanco es quizá un poco más serio, hay un mayor comisariado con una voluntad de reflexión mayor, las Picnic son al aire libre, son más lúdicas”, explica Martínez que para el ciclo que comienza hoy mismo también ha trabajado la exhibición de los trabajos a nivel espacial con los propios artistas. Así, unas piezas se podrán ver en el espacio expositivo y otras buscarán un perfil más “site-specific” en las calderas del museo o en la propia azotea donde están alojadas las placas solares.

El ciclo, de gran potencia para ser una primera edición, ha podido ver la luz gracias a una ayuda europea de fondos de compensación ganada por el propio museo. Ayuda que además incluye que el 50% de los artistas programados en Madrid (Paz Rojo, Aimar Pérez Gali, Norberto Llopis, Itziar Okariz, Mette Edvardsen y Eva Meyer-Keller) puedan actuar en la ciudad de Lichtenstein dentro de unos meses. “Tenemos que intentar encontrar una continuidad a este proyecto y que no se quede en solo un año de actividad, no sé si podremos mantener un programa con doce performances de este nivel, pero sí sé que es una iniciativa con la que nos sentimos muy cómodos y que nos gustaría continuar. Estamos buscando maneras de viabilidad: aglutinar distintas sedes, buscar otras ayudas… asimilarlo dentro de las Picnic Sessions, veremos… Es un primer año, hemos puesto mucha carne en el asador y al mismo tiempo estamos probando muchas cosas. Tenemos que ver cómo funciona con nuestro público y nuestro espacio y aprender para hilar más fino. Probablemente no podamos hacer algo de este calibre porque la ayuda es grande, pero no sabemos, veremos…”, comenta Martínez, que para este primer año cuenta con un socio, el Teatro Pradillo, que acogerá un espacio de trabajo, encuentro y reflexión para artistas e interesados el sábado 5 de abril: Open space.

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