_
_
_
_

Recuerdos de París

La temporada de exposiciones neoyorquina recupera imágenes de la capital francesa de Charles Marville, su fotógrafo oficial

'Rue de Constantine' de Charles Marville de 1865.
'Rue de Constantine' de Charles Marville de 1865. The Horace W. Goldsmith Foundation

Cada rincón de París ha servido de inspiración artística para muchos de los grandes fotógrafos de la historia del género. Escritores, pintores o arquitectos no han podido dejar de sucumbir a su embrujo. El aura de sus farolas, el misterio de sus buhardillas, la fascinación de sus bellísimos puentes o el ambiente bohemio de sus tabernas y restaurantes, han convertido a la capital francesa en un apasionante escenario sobre el que todas las historias son posibles. Nadar, Eugène Atget o Henri Cartier-Bresson son algunos de los muchos que contribuyeron a hacer que cada rincón de París fuera contemplado como una obra de arte. Pero, ¿cómo era París antes de convertirse en la ciudad de la Luz, en un ejemplo de trazado de grandes avenidas, en la ciudad burguesa por excelencia? ¿Cómo era y qué queda de aquella ciudad oscura y retorcida que se podía ver hasta mediados del XIX? El secreto estaba en los archivos de Charles Marville (París, 1813-1879), documentalista oficial de París contratado por el ayuntamiento para constatar la transformación de la desordenada urbe a la gran metrópoli poblada de elegantes avenidas y amplios espacios públicos; la famosa transformación impulsada por Napoleón III y ejecutada por el senador Georges-Eugène Barón Haussmann. El Metropolitan de Nueva York ofrece hasta el 4 de mayo una doble exposición en la que se puede ver el antes y el después del París de la torre Eiffel. La gran novedad son las más de un centenar de fotografías realizadas por Marville, muchas de las cuales habían permanecido hasta hace poco en archivos de dependencias oficiales, ajenas al ojo del público.

Lo que Marville retrató fueron viejos edificios y pequeñas plazas que serpenteaban el centro de la ciudad. Los barrizales y escaso alumbrado dejaban ver unos habitantes que a duras penas podían moverse entre el lodo y la oscuridad. Las imágenes de las afueras de París, eran aún más desoladoras. En algunos retratos se ve como el agua se adentra por los pisos inferiores amenazando la seguridad y salud de sus habitantes. La parte más bella, y abundante, está dedicada a la serie de los tejados y buhardillas del viejo París, donde el humo de las chimeneas se funde con las nubes blancas formando impactantes imágenes.

Hijo de un sastre y de una lavandera, apellidado en realidad Bossus (jorobado), Marville puso el acento en todo aquello que necesitaba radicalmente ser transformado, como justificación al gran plan urbanístico que se iba a desarrollar sobre París, un plan que la convertiría en la capital del mundo de la modernidad. El cronista oficial puso especial mimo en el mobiliario urbano que iba a desaparecer en manos de una drástica modernización. Consciente de su labor documental, retrata con mimo las farolas, los quioscos públicos y las columnas publicitarias de entonces. El propio Sena aparece profusamente retratado a su paso arrollador por la ciudad sin grandes muros de contención que aplaquen su caudal.

Los perros caminando a su aire por las calles o los caballos atados a carros ante las fachadas de las casas de sus dueños, transportan al visitante a un París que poco parecía tener que ver con la imagen de modernidad que después aportaría la torre Eiffel, la gran obra construida para la exposición universal de 1889, una década después de la muerte del fotógrafo.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_