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crítica | teatro musical
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Como una ola de fuerza y luz

El teatro de La Zarzuela ha presentado un espectáculo antológico: la versión original de 'Curro Vargas', monumental drama lírico de Ruperto Chapí

Escena del montaje de 'Curro Vargas' en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.
Escena del montaje de 'Curro Vargas' en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.fernando marcos

Sin grandes ostentaciones, con un ejemplar sentido de la humildad y la profesionalidad en el trabajo, sin presumir de nueva producción (siéndolo, y con uno de los directores de escena más inteligentes del panorama actual) como hacen otros teatros a la enésima reposición, el teatro de la Zarzuela ha presentado un espectáculo antológico para la historia lírica de esta ciudad, la versión original -cuatro horas, con todos los diálogos- de Curro Vargas, monumental drama lírico de Ruperto Chapí, un poco a la sombra de las programaciones habituales por su complejidad, una inevitable consecuencia de su ambición artística.

CURRO VARGAS

De Ruperto Chapí. Director musical: Guillermo García Calvo. Director de esecena: Graham Vick. Con Andeka Gorrotxategi, Milagros Martín, Luis Alvarez, Saioa Hernández, Joan Martin-Royo, Aurora Frías, Gerardo Bullón, Ruth González y Airam de Acosta, entre otros. Teatro de La Zarzuela, 14 de febrero.

Decía el recordado Luis G. Iberni en uno de sus volúmenes dedicados a Chapí, editados por el ICCMU: “Que nuestra música del siglo XIX ha sido poco valorada es una realidad. Que ello se ha debido más al desconocimiento que a una mala intención, también”. Pues bien, aquí está 30 años después de sus últimas representaciones en este teatro en versión reducida, esta obra en la que se dan cita los reflejos de la pérdida colonial española, la influencia del verismo italiano o de un poswagnerismo a lo mediterráneo, y sobre todo, los ecos sociológicos de un país a través de la convivencia, las murmuraciones, la religión, la venganza y el amor. El libreto de Joaquín Dicenta y Manuel Paso ofrece muchas pautas para la reflexión. La música de Chapí – variada, contradictoria, de una fuerza arrolladora- ayuda a comprender mejor nuestro país, y no sólo musicalmente.

Ha plasmado excelentemente el mosaico de interrelaciones sonoras el director Guillermo García Calvo, que ha hipnotizado a la orquesta y, con la colaboración de Antonio Fauró, al coro, un coro que está además en escena como nunca desde el punto de vista del movimiento y la teatralidad. Resucitan dos colosos de la zarzuela de toda la vida -Milagros Martín y Luis Alvarez- en dos intervenciones magistrales, rebosantes de sabor y autenticidad, de los personajes de Doña Angustias y el Padre Antonio, y se revela con un papel de entidad el tenor vasco Andeka Gorrotxategi, en un rol erizado de dificultades, que resuelve con solvencia, y que hace comprender por qué tiene contratos firmados desde Brasil a China, o, sin salirnos de Europa, en lugares tan emblemáticos como Dresde o Salzburgo.

Y está sublime como cotilla oficial Aurora Frías, en un personaje que en su día asumió en este teatro Pepa Rosado, fallecida unas horas antes de la función y a la que el público dedicó in memoriam una ovación de gala. Por otra parte, mantienen firme el pulso Martín Royo, Saioa Hernández, Ruth González o Airam de Acosta. Y los demás. Todos españoles, traídos de la mano de un italiano, Paolo Pinamonti, que también ha convencido a Graham Vick, probablemente el heredero conceptual en escena de Herbert Wernicke, para que debute en un género no por español menos estimable. No todo van a ser Anillos del Nibelungo (el que planteó Graham Vick en el patio de butacas del teatro Sao Carlos de Lisboa fue, sencillamente, inolvidable).

Escena de 'Curro Vargas'.
Escena de 'Curro Vargas'.fernando marcos

El director artístico de la Birmingham Opera Company ha profundizado en la realidad española y sus circunstancias, no limitándose a las apariencias, y poniendo toda su sabiduría teatral al servicio de este intenso drama de amor y muerte, sentido ético y valores morales en descomposición. Gran dirección de actores, excelente concepción del movimiento escénico, acertado tratamiento del espacio y sentido escenográfico sugerente con una utilización muy intencionada de símbolos, escaleras, flores o imágenes religiosas. Nada fue irrespetuoso, aunque sí crítico. La escena más conflictiva, la de la procesión, fue resuelta con imaginación, con atrevimiento pero sin banalidad. Demostró Vick conocer el juego de las apariencias, o la dialéctica entre fervor y fiesta, de una manera nada elemental. Resultado de todo ello es un espectáculo fascinante hecho de buena música y buen teatro que incita a pensar en muchas direcciones. Hay riesgo también, qué duda cabe, pero se aborda sin prejuicios, con sinceridad.

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