Alice Babs, la cantante sueca que hechizó a Duke Ellington
El Duque compuso para esta intérprete de extraordinaria versatilidad su ‘Tercer concierto sacro’
Para Duke Ellington, Alice Babs era una ganga; como tener tres cantantes en una. Con un registro superior a tres octavas, Babs era capaz de cantar lo que se le pusiera por delante, con el consiguiente ahorro de personal y económico que tanto agradecieron las maltrechas finanzas del Duque en tiempos de crisis: “es la artista más singular que he conocido”, declaró este, reconocido, después de dedicarle buena parte del tercero de sus conciertos sacros. Afectada por la enfermedad de Alzheimer, Alice Babs falleció en su localidad natal de Kalmar, Suecia, el pasado 11 de febrero, nueve días después de cumplir 90 años.
Hildur Alice Nilsson, más tarde conocida como Alice Babs, nació en el seno de una familia de actores aficionados. Con 13 años su padre la llevó a Estocolmo con la intención de colocarla como cantante en un night club, empresa que terminó en el mayor de los fiascos. En el tren que las devolvía a casa tras la debacle padre e hija conocieron a un profesor de canto que se comprometió a darle lecciones. Pronto la niña estaría abriéndose paso como cantante y actriz de cine y televisión.
Si como cantante su estilo basculaba entre la canción folclórica y la opereta, en el cine Hildur era la chica buena, educada y de gran corazón, el ejemplo a seguir para la juventud sueca. Todo lo cual contribuyó para que, en 1958, fuera elegida como primera representante de su país en la historia del Festival de Eurovisión con la canción Lilla stjärna (Pequeña estrella). La joven e inocente Hildur hizo su aparición en escena luciendo el traje típico de la región de Leksand, una imagen empalagosamente cándida con la que obtuvo la cuarta plaza en la clasificación. Sin embargo, susus días como cantante folk estaban contados.
Hildur Alice Nilsson renacería como Alice Babs para constituirse en la voz de los célebres Swe-Danes, en los que estuvo acompañada por el guitarrista Ulrik Neumann y el poco menos que legendario Svend Asmussen, al violín. De ahí, pasó Babs a tener como acompañante al mismísimo Duke Ellington. Babs terminaría dando voz a dos de los tres conciertos sagrados de Ellington, el tercero de los cuales fue escrito en parte especialmente para ella.
La relación entre el Duque y la cantante la llevó a Barcelona en dos ocasiones, la primera en noviembre de 1969, para actuar en la iglesia de Santa Maria del Mar junto a su orquesta y la coral Sant Jordi. Una actuación, enmarcada dentro del Festival de Jazz barcelonés, que aún hoy es recordada con fervor por el aficionado.
Cuatro años más tarde, cantante y orquesta volverían a encontrarse en la londinense abadía de Westminster con ocasión del accidentado estreno del Tercer concierto sacro del compositor norteamericano.
En 1992 Babs, asidua visitante de la Costa del Sol malagueña durante sus últimos años, se asoció con el antiguo músico de jazz y presentador radiofónico inglés Brian Parker para fundar la Jazz Appreciation Society of Andalucia en el bar restaurante Magna Café de Nueva Andalucía.
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