Ilusiones expropiadas
El dato de que tras la privatización de las limpiezas hospitalarias en Madrid, las concesionarias rebajaron el sueldo de los empleados al 50% arroja luz sobre una desvalorización de lo público, perpetrada entre intereses cruzados
Tenemos un hábito lírico que consiste en rememorar las ilusiones perdidas. Todas aquellas expectativas a cuyo naufragio asistimos impertérritos. Pero estamos menos acostumbrados a reconocer las realidades rehabilitadas. Ese tiempo pasado que creímos despreciable o mediocre y que desde el estado actual revisamos con renovada admiración. Los domingos por la noche, La historia en 24 horas recupera programas como La transición, Camino a la libertad y La democracia de año en año, y con ellos el recuerdo de aquella dirección resuelta camino de Europa y el progreso. Vivido entonces era una decepción perpetua, pero desde el valle de inacción en el que estamos sepultados hoy día, parece una excitante feria de atracciones. El programa está coproducido por Planeta, cuyos tentáculos mediáticos merecen un estudio cuidadoso y detallado, y recupera narraciones y declaraciones de entonces perdidas muchas entre la segunda línea de una historia escrita a fuerza de verdades nunca cuestionadas.
En esa revalorización de los tiempos pasados, el programa de Ana Pastor en La Sexta realizó una comparativa de salarios tras el vapuleo de la crisis y confirmamos que hubiera sido mejor cantar a voz en grito, hace unos años, aquello de virgencita que me quede como estoy. El objetivo ha mejorado su dinámica y ahonda más en los temas, y aunque algunas entrevistas siguen tan trabadas como un partido contra Mourinho, es un espacio siempre estimulante que nos confirma la crisis de liderazgo nacional y el acopio de cargos institucionales en manos de mediocres elegidos entre un banquillo partidista sin brillo ni preparación.
El dato de que tras la privatización de las limpiezas hospitalarias en Madrid, las concesionarias rebajaron el sueldo de los empleados al 50% arroja luz sobre una desvalorización de lo público, perpetrada entre intereses cruzados, que tocan una misma partitura que algunos aún escuchan como si fuera música celestial y es solo negocio, precariedad y ruptura del ideal de igualdad. La brecha salarial es un acantilado y es tanta la afrenta con décadas pasadas que no será extraño que pronto algunos reclamen que les devuelvan sus ilusiones perdidas, porque las prefieren perdidas que pisoteadas, desvirtuadas y expropiadas por quien todo se lo apropia.
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