Muere Juan Moneo, El Torta, cantaor de eco enduendado
Una afección cardiaca se llevó a una de las voces flamencas más capaces de evocar las enigmáticas razones del duende
El cantaor Juan Moneo Lara El Torta falleció en la madrugada del último día del año en su casa de Sanlúcar de Barrameda, donde residía. Una repentina indisposición, que al parecer remitió a un fallo cardíaco, se llevó a una de las voces flamencas más capaces de evocar las enigmáticas razones del duende. Nacido en Jerez de la Frontera (Cádiz) en 1953, El Torta pertenecía a una familia jerezana, la de los Moneo del Barrio de La Plazuela, donde el arte es tradición. Herederos todos de la dinastía de Los Pacote, sus hermanos, Manuel y Luis, son cantaores, y entre sus sobrinos hay también cante y muy buen toque.
Juan destacó desde joven entre los cantaores de su generación por sus especiales cualidades: una garganta poderosa, un eco muy gitano y una inigualable capacidad para transmitir. Su carrera, sin embargo, estuvo llena de altibajos debido a su carácter bohemio y a la vida que eligió. Ello nunca le hizo perder su carisma y su aura de cantaor legendario, por más que la tirase por la borda una y otra vez. Siempre parecía saber resurgir de sus cenizas y volver a cantar para disfrute de una legión de seguidores incondicionales. Su genialidad siempre se imponía a las huellas que la vida iba dejando en su cuerpo y en su garganta, en ocasiones rota. Ese genio se revelaba de manera especial en la singular musicalidad de sus composiciones, a las que llenaba con unos inconfundibles versos de autoría propia.
No muy dado a disciplinas, la carrera discográfica de Juan Moneo es lógicamente irregular, pero encierra no pocos momentos de magia ya sea en discos propios o ajenos. Si sus dos primeras grabaciones - Al compás del nuevo alba (Izquierdo, 1984) y Luna Mora (Dro East West, 1989 - no hicieron justicia a su arte, en Colores Morenos (Audivis, 1994) sí que se pueden encontrar destellos de su genialidad y carácter. Momentos (Juglar Recordings, 2007) pertenece a una de sus etapas de recuperación y contiene la emoción del reencuentro y la recuperación de un cantaor que parecía perdido, pero que, como en ese caso, siempre volvíamos a encontrar. Cantes de El Torta también se encuentran en el primero de los discos del guitarrista Manuel Moreno Junquera Moraíto Chico, Morao y Oro, de 1992 (Auvidis); y en la grabación La Plazuela de los Moneo, dedicado a su familia en 1999 (Mercurio). Sus últimos registros se pueden hallar en el disco V.O.R.S. Jerez al cante (2012), editado por BBK, donde dejó unas bulerías plenas de fuerza, musicalidad y jerezano compás.
Aunque su eco era intemporal, se podría decir que El Torta era un cantaor de momentos y, si hay que elegir uno en especial, ese sería el de la Fiesta de la Bulería de su Jerez natal de la que era un verdadero rey. El ruedo jerezano y el bullicio que es costumbre en la celebración parecía constituir el medio donde el artista se sentía a gusto y donde ha dejado imborrables momentos en la memoria. Sin él, La Bulería, ya en llamativa crisis, posiblemente nunca va a ser igual.
El Torta atravesaba en este último tiempo un etapa de especial fecundidad y actividad y, aunque la vida que había llevado había dejado sus estragos, decía encontrarse en su mejor momento en recientes declaraciones en la emisora de Radio Jerez de la Cadena SER. Se prodigaba por cuantos eventos y festivales era llamado. En el mes de septiembre actúo en el Teatro Central de Sevilla junto a la formación de flamenco eléctrico Mixto Lobo, en noviembre estuvo en el Festival Catalunya Arte Flamenco, y en el de diciembre en fiestas flamencas de navidad (zambombas) tanto de Jerez, donde actúo el pasado domingo, como de otras ciudades de Andalucía.
Su cuerpo fue velado en el Tanatorio de Jerez, donde se reprodujeron las lógicas escenas de dolor ante el fallecimiento del cantaor, que fue enterrado ayer por la tarde en el cementerio de Jerez, en presencia de familiares y amigos.
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