José Ortiz, estajanovista del cómic
El creador de 'Hombre' y otros numerosísimos títulos míticos de la historieta era uno de los dibujantes españoles con mayor proyección internacional
Tras la guerra civil, la industria del cómic quedó prácticamente limitada a la actividad que nacía desde Valencia y Barcelona. Pese a las penurias, los tebeos se reinventaron como cuadernillos de aventuras exóticas e imaginativas que favorecieron la evasión en un momento durísimo y, también, un curioso episodio de emigración interior: los dibujantes dejaban sus pueblos para intentar un lugar en las editoriales que despuntaban. José Ortiz Moya (Cartagena, 1932), fallecido el día de Navidad a los 81 años, fue uno de ellos, un joven dibujante que pronto encontró sitio en la editorial valenciana Maga, la editorial creada por Manuel Gago. Su impresionante capacidad para el dibujo se reveló inmediatamente, encargándose de multitud de series, como El Espía, el Capitán Don Nadie o El Duque Negro. A finales de los cincuenta, Maga se queda pequeña para su talento y comienza a trabajar también para Toray y Bruguera, con series tan recordadas como Sigur el Vikingo o Hazañas del Oeste.
Ortiz tenía una habilidad inhumana para dibujar y en los sesenta comienza a trabajar también para la agencia Bardon Art, que lleva su trabajo a Inglaterra o Italia. Pese a la cantidad de series que creaba, la calidad de los dibujos de Ortiz apenas se resentía, dejando un reguero de obras que fueron una carta de presentación perfecta para la editorial americana Warren. A través de la agencia de Josep Toutain, Ortiz comenzó a publicar en revistas míticas como Creepy o Eerie, convirtiéndose en el abanderado de todo un grupo de autores españoles que llegó a la editorial en los setenta (la llamada “invasión española”). Pese a que seguía trabajando para Inglaterra, Ortiz consiguió ser, de lejos, el autor más prolífico de las publicaciones Warren y uno de los más admirados, lo que le llevó a ser galardonado con el Premio Warren al mejor artista en 1975.
En los ochenta, en pleno boom del cómic de autor en España, Ortiz inició lo que sería una larga y fructífera colaboración con el guionista Antonio Segura, creando algunas de las series más recordadas de aquellos años. Con él, su habitual fertilidad creativa se multiplicó y consiguió que sus obras aparecieran casi simultáneamente en diferentes cabeceras: Hombre en CIMOC, Burton y Cyb en Zona 84, Las mil caras de Jack el destripador en Creepy… Incluso se atrevió con la edición en un proyecto singular: Metropol, una sugerente revista creada en cooperativa con otros autores como su sobrino Leopoldo Sánchez, Manfred Sommer o el mismo Antonio Segura.
Durante esta época se asentó la fama de su increíble capacidad para el dibujo, con infinidad de anécdotas que la confirmaban: desde la revista 1984 se ejemplificaba diciendo que si todos los dibujantes del mundo compitieran en realizar una ilustración de un grupo de exploradores escapando en un jeep por una jungla llena de animales, mientras un nutrido grupo de indígenas les perseguía con un volcán en erupción al fondo, el primero en acabar sería, sin duda, José Ortiz.
La brusca desaparición de las revistas en los noventa provocó que Ortiz volviera a dirigirse al mercado exterior, esta vez atendiendo a la llamada del editor Sergio Bonelli, que confió en él y en Segura para realizar algunas de las mejores entregas de una serie mítica en Italia, el western Tex. Sin dejar de trabajar para el editor italiano pese a su avanzada edad, en 2012 recibió el merecidísimo reconocimiento del Gran Premio del Saló del Còmic de Barcelona.
Es casi imposible hacer un listado de su inmensa obra pero, para muchas generaciones, José Ortiz está ligado indisolublemente a algunos de los mejores recuerdos que tenemos como lectores de tebeos.
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