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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Qué ilu

A veces las tertulias televisivas funcionan al revés que la dinamo de una bicicleta. Cuantas más pedaladas dan, menos luz arrojan

David Trueba

A veces las tertulias televisivas funcionan al revés que la dinamo de una bicicleta. Cuantas más pedaladas dan, menos luz arrojan. Pero al margen del decorativo rifirrafe hay esperanza. Comienza a ser una exigencia la presencia de técnicos o especialistas que en una pizarra o con gráficos son capaces de alumbrar datos comprobables. No es rara la tentación de apagar ahí la tele y renunciar a la interpretación desgañitada que de esos datos hacen los tenores fijos. En El objetivo de Ana Pastor si una sección tuvo eco, fue la que se destinaba a contrastar las afirmaciones de los políticos con esa cosa tan rara llamada verdad. Las coincidencias eran tan escasas que daban ganas de regalar un peluche de feria a quienes no erraban el tiro.

La noche del sábado, en el debate de La Sexta, fue apreciable que el periodista Fernando Garea tradujera la reducción de impuestos anunciada por la Comunidad de Madrid a la economía familiar. En muchos casos la cifra del ahorro no superaba los tres euros mensuales. Regalo contable que se compensa sin esfuerzo con la privatización de la sanidad y el alza de tasas educativas. En esa pantomima, siempre roban los titulares las maniobras de despiste y así la bajada de impuestos no es más que la bajada de un velo para que nadie vea lo que hay que ver ni nadie cuente lo que hay que contar. Fue entonces cuando un contertulio afirmó que no se debía despreciar el efecto que la medida tiene sobre el estado de ánimo de los ciudadanos y definió el artificio, entre contable y propagandístico, como una ilusión fiscal.

Entre los primeros ilusionistas de la historia, de los que dejan constancia algunos jeroglíficos egipcios, y los maestros del escapismo, ya hijos todos de Houdini, nos falta añadir a los ilusionistas fiscales. En uno de los trucos más celebrados este año, las pensiones han subido, aunque baja el dinero real del que gozan los jubilados. ¡Qué ilu!, habrán exclamado muchos abuelos, copiando la expresión de entusiasmo de sus nietos. Así los madrileños, qué ilu, les restriegan por la cara sus tres eurazos mensuales a los rivales de otras autonomías. Rivales, sí, porque la idea de país común y solidario anda huérfana de ilusionistas.

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