Gente que no cree
Un proyecto valiente, eficaz, contado con ritmo y evidente claridad informativa y narrativa, incluso para los neófitos en política mexicana
El 23 de marzo de 1994, Luis Donaldo Colosio, candidato del PRI a las elecciones presidenciales de México, fue asesinado tras un mitin, unos meses antes de los comicios. Muerto por dos balazos, uno en la cabeza y a bocajarro, presuntamente salidos de una misma pistola y ejecutados por, según la tesis oficial, un lobo solitario, Colosio, y la investigación sobre su asesinato, encuentran paralelismos tan sorprendentes con el magnicidio de John Fitzgerald Kennedy que la visión de la película que trata el complot devuelve la mirada a aquella JFK de 1991. Se ve que Carlos Bolado, director y coguionista de Colosio, el asesinato,ha estudiado a fondo la película de Oliver Stone, lo que en principio no es malo (es una obra extraordinaria), pero tampoco bueno, pues no solo lleva a la película mexicana a marcar las irremediables concomitancias entre las muertes de Colosio y Kennedy, sino también al, eso sí, innecesario calco de las semillas estructurales, dramáticas y de montaje de la película estadounidense.
COLOSIO, EL ASESINATO
Dirección: Carlos Bolado.
Intérpretes: José María Yazpik, Daniel Giménez Cacho, Odiseo Bichir, Gustavo Sánchez Parra.
Género: político. México, 2012.
Duración: 102 minutos.
Dicho esto, poco más se puede objetar a un proyecto valiente, eficaz, contado con ritmo y evidente claridad informativa y narrativa, incluso para los neófitos en política mexicana. Si acaso, alguna conjunción de música y montaje poco elegante, como el de la relación con las armas del asesino oficial, o la superflua melodramática familiar del investigador alrededor de la fecundación. Como buen cine político, Colosio, el asesinato acierta en la base, en el retrato de un México devastado por las cloacas del poder, y en el hecho tantas veces contrastado de que un aspirante al Olimpo que pretende gobernar según reglas propias, transgresoras y, en cierto modo, revolucionarias, siempre es también un aspirante a la muerte, con demasiada gente alrededor encantada con la noticia: aquí, de los carteles al propio PRI, que poco antes lo había encumbrado. Bolado y sus ayudantes no arriesgan con el presidente saliente, Salinas de Gortari, del que se habla mucho pero al que solo se visualiza de soslayo en un instante, aunque en otros casos sí que demuestran arrojo al dibujar, con nombre y apellidos, a cargos aún vivos.
Eso sí, se han cubierto las espaldas con el personaje más inquietante y negativo, al que simplemente llaman El Doctor, mano derecha del presidente e inspirado, incluso en el físico, en el polémico José Córdoba Montoya. Y es en su boca donde ponen la frase que mejor puede resumir el caso (y muchos otros como este): “La gente creerá lo que tenga que creerse”.
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