El Festival de Mérida acoge a ‘Fuegos’, un espectáculo teatral mágico
Este espectáculo reúne una colección de prosas poéticas inspiradas en mitos griegos.
Si los milagros existen eso fue lo que ocurrió anoche en el Teatro Romano de Mérida. Es inexplicable que el director José María Pou y las actrices Carmen Machi, Nathalie Poza, Cayetana Guillén Cuervo y Ana Torrent consiguieran, en ese majestuoso espacio que ha acogido tantos macroespectáculos de temática grecolatina, a veces con casi un centenar de actores, que su espectáculo Fuegos y la sobrecogedora prosa poética de Margerite Yourcenar, encerraran, a los cerca de 2.000 espectadores, en una suerte de útero íntimo donde todo era cercano, accesible.
Si los milagros existen, esas cinco bestias escénicas, capitaneadas por Yourcenar, merecen ser canonizadas, porque hay cerca de dos millares de personas que fueron testigos de un hecho no explicable por las leyes naturales, que sólo podría ser atribuido a una intervención sobrenatural de origen divino. Si los milagros existen que Guillén Cuervo, Machi, Pou, Poza y Torrent sean miembros permanentes del paraíso de las gentes del teatro donde deben ser recibidos con fanfarrias y ruidos de verbena.
La cosa no era fácil. En todo momento Pou advirtió que Fuegos era más bien una“velada literaria, pequeña e íntima” que inundaría de poesía el Teatro Romano. Pero cómo conseguirlo cuando la boca del inmenso teatro romano tiene nada menos que 52 metros, y que el escenario suma los 7,50 metros de huella más los 10 de orchestra.
¿Cómo se sostiene ahí un espectáculo con cuatro aparentemente frágiles mujeres que apenas se mueven? Pues así fue y Pou, que debutaba en la dirección en el Festival de Mérida con Fuegos, demostró conocer este espacio como la palma de su mano. Debutó en él en 1971, con su maestro José Luis Alonso, del que asegura acordarse constantemente, como en esta ocasión que se ha preguntado en varias ocasiones ‘¿cómo lo hubiera hecho él?’. Y después ha acudido a esta muestra emeritense en muchas ocasiones. La última el año pasado. Y por primera vez Pou consiguió que no sonara ningún móvil, cosa que se sabe le irrita sobremanera, pero la insensibilidad de muchos espectadores, a la hora de ponerse a hacer fotos con flash, a pesar de estar prohibido, también irritó a los allí congregados que participaban en un ritual escénico de alta cultura.
Para Carmen Machi, era su primera función en el Teatro Romano, aunque no en el Festival de Mérida, ya que Juicio a una zorra, de Miguel del Arco, la representó en la Alcazaba. También era el debut de Ana Torrent en el festival y en el teatro. No así para Cayetana Guillén Cuervo, que precisamente la primera vez que se subió a un escenario fue en el Teatro Romano de Mérida con tan solo 6 años. Y también repetía Nathalie Poza que estuvo aquí con el shakespeariano Tito Andrónico de Andrés Lima.
Con un juego de luces de Miguel Ángel Camacho con el que creó ambientes recogidos, una escenografía de Sebastià Brosa minimalista que vista desde arriba era como un juego de tapices y pasarelas, y un vestuario diseñado por Lorenzo Caprile, las cuatro actrices transitaron por una serie de soliloquios, a veces dialogados, revisitados para darles una estructura dramatúrgica por Marc Rosich.
Carmen Machi más que interpretar a Yourcenar, la abduce y nadie dudó durante 100 minutos que era la autora de Memorias de Adriano. Pero Yourcenar, al igual que en sus escritos también habló a través de la voz de María Magdalena (Cayetana Guillén Cuervo), Clitemnestra (Nathalie Poza) y la poetisa y trapecista Safo (Ana Torrent).
“No consigo digerir mi vida esta noche”. Fue lo primero que se oyó para adentrar al público a “esta noche borracha de dolor” en la que Yourcenar dejó claro a través de sus cuatro criaturas que “no se puede construir una felicidad sino sobre los cimientos de la desesperación”, que estaba dispuesta a seducir a dios “para quitarle toda su parte de eternidad” y que había “aceptado la pureza como la peor de las perversiones”. Y a lo largo de esos 100 minutos se oyó varias veces, en distintos tonos, con distintas voces, una letanía que lo impregnaba todo: “¡Qué aburrido hubiera sido ser feliz!”. Porque Yourcenar, que mostraba su desgarro tras ser abandonada por el editor André Fraigneau, con quien estuvo diez años no paraba de repetir y repetirse que “la felicidad está muy sobrevalorada; es difícil no creerse superior cuando se sufre”
Pero elespectáculo no sólo incluye algunos de los 12 monólogos intimistas y desgarradores que la escritora vertiera en Fuegos, para autosometerse a una exorcización del dolor. También Rosich ha tomado fragmentos de sus poemas de Las caridades de Alcipo (Les charités d’Alcippe) y algunas citas de material documental.
De toda la obra completa de Yourcenar, es en Fuegos, una colección de prosas poéticas inspiradas en mitos griegos, donde su voz íntima se revela de manera más clara y sin pudor. Aquí la autora deja de lado por unas páginas su figura públicamente tímida y reservada, para mostrar sin ninguna vergüenza, la herida abierta de su decepcionante historia de amor.
“A modo de purga, como si quisiera sanar de esa melancólica enfermedad, la autora vierte todo el dolor de su corazón en la escritura”, señalan Pou y Rosich, acerca de estos monólogos proferidos por figuras inspiradas en el mundo clásico que tienen, como elemento unificador, una serie de interludios en primera persona, extraídos de su diario personal, donde ofrece aforismos, pesimistas y clarividentes, alrededor del sufrimiento amoroso.Tras permanecer hasta el día 14 en el Festival de Mérida, Fuegos viajará al Festival Grec de Barcelona, y se espera que a otros espacios cerrados.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.