Un toro ‘esprinter’ lidera un limpio encierro de Valdefresno
Fue una carrera veloz y peligrosa, protagonizada por un toro negro que se ha adelantado al resto y ha arrollado a varios mozos a lo largo del recorrido.
Dicen que los mozos han echado de menos a los toros de Cebada Gago. Es lógico. Les unen veintisiete años de hermandad, de modo que las reses gaditanas son como de la familia sanferminera. Pero eso no es todo; es que la estampa, la mirada, las astifinas defensas y el fuerte carácter que desprenden no son fáciles de olvidar. De hecho, su palmarés es escalofriante: 46 cornadas les aúpan al primer puesto de peligrosidad entre todos los toros que recorren Pamplona por San Fermín.
Pero, por decisión de la autoridad, los mozos, amantes del miedo y el riesgo, han debido cambiar a sus respetables amigos por unos neófitos salmantinos a los que se les ha notado que son novatos (normal, por otra parte, porque el encierro debe ser conversación habitual entre los toros de Cebada -¿iré yo, irás tú?-, mientras que a los de Valdefresno les ha cogido de sorpresa).
En fin, que cuando sonó el cohete a las ocho en punto de la mañana, los toros dieron un respingo, y al abrirse las puertas de los corrales del Gas ninguno quería salir, temerosos, sin duda, ante lo desconocido. Así que tuvo que ser un cabestro el que diera un paso al frente e iniciara la carrera. Todos corrieron detrás de él y enfilaron la cuesta de Santo Domingo con cara de susto.
Un valdefresno, herido, quizá, en su orgullo, se envalentonó, adelantó a la manada que marchaba parapetada entre los cabestros, y decidió seguir al manso que corría en solitario camino de la plaza del Ayuntamiento. Mientras tanto, se sucedían barridas por las aceras, espectaculares caídas y algún que otro atropello de que quienes aún no son conscientes de que los toros no suelen pedir paso.
El toro esprinter enfiló la recta de Estafeta con verdadero entusiasmo, sorteando corredores, oliendo camisetas desde el fino olfato de sus pitones, atropellando a algún imprudente, pero a galope tendido hasta que alcanzó al cabestro primero, se pegó a su lomo y se relajó. ¡Uf, menos mal, creí que no llegaba…!
Así, en pareja, como amigos de toda la vida, alcanzaron a toda marcha el vallado de Telefónica y entraron en la plaza entre la algarabía de miles de mozos que, como cada mañana, abarrotaban los tendidos.
Poco después, el grueso de la manada, entre carreras y caídas de última hora; y hasta un atropello final digno del mejor especialista cinematográfico: un mozo de color, vestido de blanco, con pañuelo rojo al cuello y otro en la frente y ataviado con gafas de sol, recibió un golpe de un toro y en su huida fue atropellado de lleno por un cabestro. Mañana, los dolores de sus carnes morenas le impedirán volver a colocarse donde nunca debió hacerlo.
Y acabó el encierro al cabo de dos minutos y 29 segundos; y finalizó el estreno de los toros salmantinos de Valdefresno, que han hecho su primer paseíllo de la mejor manera: con rapidez y sin heridos por asta de toro. Solo dos contusionados, según los primeros partes médicos: uno, por traumatismo abdominal, y otro por traumatismo dorsal, sin pronóstico definitivo en ninguno de los dos casos.
Por la tarde, dos toreros madrileños y un albaceteño, Alberto Aguilar, David Mora y Rubén Pinar, se verán las caras con estos seis toros negros, de enorme presencia y bien dotados de pitones, que ojalá ofrezcan el mejor juego para que el triunfo sea el mejor broche a un exitosos estreno de esta ganadería salmantina.
Babelia
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