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FERIA DEL ARTE Y LA CULTURA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Con Leonardo llegó el temple

Lo mejor de la tarde fue un par de banderillas a dos manos que colocó con maestría el cordobés

Antonio Lorca
El rejoneador Martín Burgos, en el toro al que cortó una oreja.
El rejoneador Martín Burgos, en el toro al que cortó una oreja.Claudio Alvarez

Lo mejor de la fría tarde inaugural de la Feria del Arte y la Cultura fue un par de banderillas a dos manos que colocó con maestría el joven Leonardo Hernández. Fue visto y no visto, pero los palos quedaron en el sitio justo en un palmo de terreno. Antes, el rejoneador cordobés se había lucido templando a dos bandas al hilo de las tablas y cambiando por los adentros en la misma cara del toro.

Castillejo / Seis rejoneadores

Toros despuntados para rejoneo de Castillejo de Huebra, bien presentados y manejables.
Rui Fernandes: pinchazo y rejón caído (ovación).
Martín Burgos: rejón bajo (oreja).
Álvaro Montes: pinchazo, rejonazo y tres descabellos (vuelta).
Moura Caetano: rejón en lo alto (petición y vuelta).
Leonardo Hernández: rejón en lo alto y cuatro descabellos (ovación).
Francisco Palha: tres pinchazos y rejón en lo alto (ovación).
Plaza de Las Ventas. 2 de junio. Primer festejo de feria. Más de media entrada.

Fue lo más ortodoxo de un festejo descafeinado, con seis rejoneadores que no llegaron a entusiasmar al público. Ni siquiera lo consiguió Hernández, pues falló con estrépito en la colocación de dos banderillas, y con el descabello, lo que enfrió los ánimos y todo su premio quedó reducido a una cariñosa ovación. Quede constancia, al menos, que el rejoneo más clásico y moderno a la vez salió de sus caballos y de un rejoneador que parece estancado en una cima en la que no se afianza.

El problema de los demás es que hace años que el rejoneo camina por unos derroteros que no han podido o no han sido capaces de seguir. El ritmo impuesto por Hermoso y Ventura nada tiene que ver con el toreo a caballo que ejecutan estos rejoneadores, que parecen estrellas de un túnel del tiempo ya superado.

Todo lo que hacen, y tratan de hacerlo bien, suena a antiguo, al pasado, a un rejoneo ya inexistente. La emoción exige otros derroteros; son hijos de una época en la que todos teníamos unos años menos, y casi nada llama ya la atención. Muchas cabalgadas, eso sí; tantas que entre todos podían formar un buen grupo de especialistas cinematográficos, pero…

Rui Fernandes es un hombre constante y se fajó bien con el toro más manso de la tarde; quebró con facilidad en banderillas, pero clava excesivamente despegado.

Martín Burgos, muy animoso, derrochó ilusión y ganas de triunfo. Sorprendió con un quiebro al revés para banderillear al violín y por eso se ganó el favor del respetable.

Volvió Álvaro Montes y recibió a su toro con la vistosa suerte de la garrocha. Parecía más centrado que en ocasiones precedentes, pero en un quiebro cayó del caballo y recibió una paliza, sin mayores consecuencias. Sigue tan teatral como siempre.

A Moura Caetano le pidieron la oreja porque mató a la primera, pero su toreo a caballo es insulso, quiebra lejos de la cara del toro, clava muy despegado y no consigue levantar los ánimos.

Y su compatriota Francisco Palha mejoró al final una actuación bastante deficiente por los mismos motivos que su compañero.

Total, que los caballeros necesitan un reciclaje urgente si quieren vivir del rejoneo. Su bagaje general fue muy pobre con una corrida que, con la excepción del primero, colaboró a un triunfo que no pudo llegar por la ineficacia de los rejoneadores.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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