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De Madrid al ‘Inferno’

El grupo de rap Dúo Kie estrena un disco "cañero" y con temas experimentales

Dúo Kie posa en la tienda de Locus (izquierda) en el centro de Madrid.
Dúo Kie posa en la tienda de Locus (izquierda) en el centro de Madrid.Claudio Álvarez

Dúo Kie es como un reloj. Dos años después de publicar su último disco -De cerebri mortis- en abril de 2011, los raperos Eduardo Sánchez (Fuenlabrada, Madrid, 1978) y Javier Díaz (Móstoles, Madrid, 1972), más conocidos en realidad como Nerviozzo y Locus, reaparecen con Inferno (Boa) y las pilas bien cargadas. Las 14 canciones que componen el álbum retoman la senda del hardcore con el que hace tiempo se les etiquetó y al que le suman pequeños experimentos con el rock de Sôber o la electrónica pujante del dubstep.

“Estábamos cansados de cantar las mismas canciones y además hay que darle siempre algo nuevo al público”, argumenta Locus en su ordenada casa. Bajo esa premisa, los madrileños se pusieron manos a la obra y en tan solo seis meses dieron con este álbum potente y evocador ya desde el título. “Yo creo que una palabra vale más que mil imágenes. Estaba escribiendo y me di cuenta de que en dos o tres canciones había metido ‘infierno’ y vimos las connotaciones que tenía: algo malo que es una mentira –igual que el cielo, igual que parte de las religiones-, cuadra con los momentos que estamos viviendo y tiene un gancho que te cagas”. Contrarios a la idea de titular en inglés, los raperos reivindican el uso del castellano o, incluso, latín, como ya hicieran en el disco anterior o Non freno. “El rap nació en Estados Unidos y copiar está bien pero podemos hacer el nuestro propio. El próximo disco se llamará Rosa rosae o algo así”, comenta Nerviozzo antes de echarse a reír.

Cinco sencillas notas -parecidas al comienzo de un espectáculo deportivo estadounidense- anuncian el arranque de un disco con música contundente y letras cargadas de rabia y un toque de humor. Inferno, definido por los madrileños como un trabajo de “caña y cachondeo”, está marcado por el enfado que les provoca una sociedad que parece hundirse. "Dúo Kie siempre ha estado cabreado. Si es que te levantas por la mañana, ves el telediario y por mucho que quieras hablar de cachondeo empiezas: 'estoy de fiesta y me tomo una copa, Mariano Rajoy cabrón'. Porque te sale", espeta Locus mientras ríe. "Uno pone una parte de su interior en ello y, cuando tu interior está mal, porque lo están machacando, no te queda más remedio que reflejarlo. Quieras o no, al final, lo reflejas", añade la voz grave de Nerviozzo.

En el lapso entre carcajadas y tacos, la pareja musical madrileña defiende un disco que abarca estilos variados, desde una colaboración rockera de manos de Sôber, hasta la experimentación con la electrónica y el dubstep. “La idea con este disco era arriesgar a saco. Hoy en día lo que prima es la apertura musical. Él [Nerviozzo] me enseñó el disco que está preparando de dubstep y le dije: ‘¿por qué no haces algo para el grupo?’. Lo de Sôber hace ya tiempo que lo tenía pensado y lo moví”, reconoce Locus. En la línea de los punteros Foreign beggars ingleses, Dúo Kie se anima a jugar con unos ritmos electrónicos que, aunque no son nuevos en ellos, forman parte de una corriente aún en construcción. "El glitch hop y el trap se me atragantan un poco. Yo soy más purista. El dubstep me gusta mucho porque no deja de ser rap cebado. Es lento, electrónico y las baterías y la estructura son de rap", analiza Nerviozzo.

Además de Sôber, Dúo Kie se ha rodeado de de otros colaboradores destacados como SFDK, Swan Fyahbwoy o el barcelonés Mucho Muchacho. "Son gente que conocemos, amigos. La frase del verano siempre que vemos a otros artistas en festivales es: 'a ver cuando hacemos algo juntos". En el caso del catalán, aseguran quienes le conocen, es una persona imprevisible complicada de localizar. "Llevábamos un mes esperando y no le localizábamos y su hermano nos dijo que puede desaparecer unos meses y nadie sepa donde está. Así que cuando un día llamo Supernafa y nos dijo que estaba en el estudio le dijimos: ¡Que no se mueva de ahí!", recuerdan con buen humor.

Los golpes líricos de esta nueva dosis de rap pueden encontrarse en canciones como Madriz o Charlie Sheen, su primer single. Este último esconde una crítica de fondo a quienes pretenden imitar la forma de vida de personalidades muy conocidas y llevarlo hasta las últimas consecuencias. “La canción nació como de cachondeo pero en el vídeo se le dio el giro hacia la crítica y cuadraba perfectamente porque la letra va por ahí. De hecho el personaje, el chino, muere al final porque sino conviertes en apología lo que debería ser una crítica”, explican entre los dos. Por contra, Madriz es una canción en la línea más política y, más que el enaltecimiento de la capital, es un retrato apenado de su deterioro. "Yo vivo en el centro veo como se ha ido degradando la zona. Permiten la importación de mafias, está lleno de carteristas, ladrones, polis corruptos, prostitutas, proxenetas... Madrid se está convirtiendo en un vertedero", opina Locus con frustración. Ante este panorama, agravado por la crisis económica, obliga a muchos españoles a emigrar, lo que acabará por hundir el país. "Yo, en cuanto pueda, me piro de aquí. Me imagino que para los cerebros, la gente que se saca una carrera, debe ser muy frustrante. Debe ser muy duro decir: 'voy a hacer medicina a ver si puedo entrar a currar en el Mcdonalds con suerte", añade.

Con un disco recién sacado y 17 conciertos de aquí a junio -incluido el Festival territorios- los raperos madrileños no piensan en futuros proyectos. Cuando llegue ese día dentro de otros dos años, especulan, el momento musical será muy disitnto. "Desde hace un par de años o tres hasta ahora, todas las músicas cogen de todas las otras. Ves un tío que hace pop y su instrumentación es de rock, un raper que utiliza la electrónica para coger unas guitarras... De aquí a entonces, vete tú a saber hacia donde ha evolucionado. Yo creo que puede ser la polcastep". El tiempo dirá.

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